Tras el veto a las de gas
Barcelona y restauradores estudian cómo enchufar en las terrazas las estufas eléctricas sustitutorias
Es el principal obstáculo para la desaparición efectiva de los modelos prohibidos desde el 1 de enero
"Sin estufas es como si me cerraran la terraza": el veto a los calefactores de gas golpea los bares de Barcelona
"Las pondré hasta que me den una alternativa": terrazas de Barcelona desafían el veto a las estufas de gas
Barcelona prohíbe las estufas de gas en terrazas a partir del 1 de enero de 2025
La prohibición de instalar estufas de gas en las terrazas de Barcelona, en vigor desde el pasado día de Año Nuevo, limita las opciones de los hosteleros para resguardar a los comensales de sus terrazas del frío invernal. Aunque existen terceras opciones, como las estufas de bioetanol, que no generan dióxido de carbono, la alternativa más frecuente son los calefactores eléctricos. Una semana después del veto, muchos bares se resisten al cambio por dificultades y dudas relativas a la conexión a la red de estos aparados exteriores, como ha atestiguado EL PERIÓDICO.
Ya hace años que las terrazas de Barcelona, por ley, deben estar a una cierta distancia de su local para no entorpecer el paso de los peatones. Eso descarta que las estufas eléctricas se conecten directamente a un enchufe situado en el interior del negocio, lo que obligaría a conectar los calefactores a través de largos cables. Y como evidenció la pandemia, el velador sostiene la viabilidad económica de muchos establecimientos.
El Ayuntamiento de Barcelona y los hosteleros hace meses que están en contacto para facilitar este paso del gas a la electricidad. Portavoces del Gremio de Restauración aseguran que están ultimando con el equipo de gobierno "los detalles técnicos para culminar esta transición". El consistorio confirma a este diario que "trabaja con el Gremio para poder hacer una transición eléctricas de las estufas".
Levantar aceras
Uno de los puntos discutidos, detalla la patronal de restauradores, es la conexión de los veladores mediante cables subterráneos, algo que, en muchas ocasiones, implicaría intervenciones en la vía pública y sus consiguientes autorizaciones y costes.
Por ejemplo en el paseo de Sant Antoni, entre la plaza y la estación de Sants, hosteleros consultados por este medio calculan que cada negocio tendría que desembolsar unos 2.000 euros para poder instalar cableado bajo el pavimento, una cantidad que muchos de los bares de este eje de Sants-Montjuïc no están dispuestos a pagar. Además la regulación sobre estos cables bajo tierra tampoco es clara y desde el ayuntamiento indican que se estudia en cada caso si es legal o no hacer uso de este tipo de conexión.
¿Y cableado aéreo?
A preguntas de EL PERIÓDICO, fuentes de Endesa resuelven el debate sin dudarlo. Aseguran que "técnicamente" la conexión terraza-local es "terriblemente fácil": en la mayoría de casos bastaría con un cable aéreo como el que ya se usa para alimentar las bombillas que hay en pérgolas y parasoles de muchas terrazas. Eso sí, antes de instalar uno de estos calefactores, la subministradora recomienda tener en cuenta la potencia que exige cada modelo --muy superior a la de una bombilla-- y la potencia eléctrica contratada. Si fuera insuficiente, solo habría que solicitar a la compañía una ampliación de potencia, afirman.
Tanto el Gremio de Restauración como empresas dedicadas al alquiler de estas estufas se muestran más pesimistas sobre los trámites e inversión necesarios. "Muchas veces, cuando pides una ampliación de potencia necesitas realizar un proyecto completo y costoso", defiende el gerente de la compañía especializada Climasol, Pep Altés. "Además, a menudo la finca no soporta una potencia tan grande, o no se puede cambiar la acometida eléctrica", sostiene. Según Altés, los generadores eléctricos que alimentan las luces de algunas terrazas tampoco son lo suficientemente potentes para las estufas eléctricas.
La FAVB, también en contra
La Federación de Asociaciones Vecinales de Barcelona (FAVB) se ha significado los últimos años contra las terrazas de bar, en especial contra infracciones impunes que ha detectado en ejes turísticos de la ciudad. En 2023 pidió sin éxito que se adelantara un año el veto a las estufas de gas. Ahora que ha llegado, no ve con buenos ojos que se sustituyan por estufas eléctricas. Aunque se reducirán las emisiones de CO2, que es lo que motivó la prohibión, argumentan que no tiene sentido intentar "calentar la calle" puesto que el interior de muchos bares y restaurantes ya está climatizado.
La Federación recuerda que un informe publicado en 2018 por la Agencia de Energía de Barcelona desaconsejó la instalación de cualquier tipo de estufas en las terrazas. De hecho, el documento argumentaba que un modelo de calefacción completamente eléctrico conduciría a un aumento global de las emisiones de CO2, aunque estas se generarían en la planta transformadora del puerto y no en el aire barcelonés como ocurre con los calefactores alimentados con propano.
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