Historias del metro (V)
El metro de Barcelona también tuvo su ‘47’: las conquistas vecinales del suburbano
La llegada del metro a los barrios más alejados del centro fue fruto de una larga lucha vecinal y protestas singulares, como la ocupación de estaciones y la construcción de falsas paradas
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Vecinos de la Trinitat Vella protestan por la denegación estatal de una estación de metro en el barrio / AFB / Autor desconocido
David Martínez Herrada (@Historiesdebcn)
En 1978, Manuel Vital, un conductor de autobús y líder vecinal, secuestró un vehículo de la línea 47 para demostrar que era posible llevar el transporte público a Torre Baró. Gracias a la exitosa película ‘El 47’, basada en este hecho real, muchos barceloneses han descubierto un pasaje desconocido de la historia de su ciudad. Pero, más allá del film, lo cierto es que la acción reivindicativa de Manuel Vital no fue un episodio aislado.
Durante décadas, muchos vecinos anónimos lucharon para llevar no solo el bus, sinó también el metro, hasta los barrios periféricos del norte de Barcelona, históricamente conocidos como las afueras de Sant Andreu.
El metro, que ahora cumple su centenario, no llegó al actual distrito de Nou Barris hasta 1959. Ese año se inauguró la línea 2, un ramal del Transversal (la actual L1) entre la Sagrera y Vilapicina. Fue la primera línea del mundo con un sistema de conducción automática, llamado ATO (Automatic Train Operation), que funcionaba con células fotoeléctricas. Los trenes automáticos circularon durante siete años, hasta que la primitiva línea 2 fue absorbida por la línea 5.
El norte del norte
Con la llegada del metro a Vilapicina se dio servicio al histórico núcleo de Santa Eulalia y sus barrios vecinos, como el Turó de la Peira. Pero aún quedaba muy lejos de Roquetes, Torre Baró o Ciutat Meridana, barriadas que crecieron significativamente en los años 60. En 1969, nueve años antes de los hechos de ‘El 47’, los vecinos de Roquetes secuestraron varios autobuses de las líneas 11 y 112. Este gesto de protesta, unido a la desaparición de los tranvías, hizo perentoria la extensión de la red del metropolitano hacia los nuevos barrios periféricos.

Tren automático parada en la estación de metro Vilapicina en 1962 / Archivo TMB
Así surgió el Plan de Metros de 1971, un proyecto que contemplaba la prolongación de la línea 1 desde Torres i Bages a Trinitat Vella, Torre Baró y Ciutat Meridiana, así como la extensión de la línea 3 desde Lesseps hasta la Guineueta y la llegada de la línea 4 a la Via Favència.
La contundencia de Trinitat Vella
Poco después, el Ministerio de Obras Públicas modificó el plan, derivando la línea 1 directamente a Santa Coloma de Gramanet. La asociación de vecinos de Trinitat Vella, viendo que el metro pasaría de largo del barrio, inició una serie de movilizaciones, con cortes en la Meridiana y una recogida de firmas. En noviembre de 1976, un grupo de vecinos ocupó la estación de Torras i Bages para manifestarse en el andén. La protesta fue duramente reprimida por la policía.
Tras arrancar el compromiso del alcalde Socías Humbert, en 1983 se inauguró la estación de Trinitat Vella, dentro del recorrido de la línea roja hacia Santa Coloma. Un año antes, había abierto la de Via Júlia (bautizada en origen como Roquetes), tras una década de polémicas obras, con protestas por la aparición de grietas en varios edificios.
Falsas bocas de metro autoconstruidas
En 1989 se creó la Coordinadora Pro-metro a Nou Barris, integrada por asociaciones vecinales del distrito. En los años preolímpicos, mientras ayuntamiento y Generalitat discutían sobre la prolongación de la L2 a Montjuïc, la Coordinadora reclamaba la llegada del suburbano hasta Torre Baró y Ciutat Meridiana, prometida en 1971. Hubo manifestaciones, cortes de tráfico y ocupación de estaciones.

Falso acceso al metro de Canyellas construido por los vecinos en la plaza Karl Marx / Ricard Fernández Valentí / AHRNB
Pero la acción de protesta más singular tuvo lugar en 1992, con la inauguración de falsas entradas de metro, construidas con tochos por los propios vecinos. En Torre Baró, se pintó la Font de l'Eucaliptus, simulando un acceso al suburbano. También se construyeron bocas de metro símbólicas en Ciutat Meridiana, Trinitat Nova, Vallbona y en la plaza de Karl Marx de Canyelles, frente a la desaparecida clínica Stauros.

La Font de l'Eucaliptus transformada en un simbólico acceso al metro de Torre Baró / Ricard Fernández Valentí / AHRNB
Un "metro ligero"
En 1999, abrió finalmente la estación de Trinitat Nova, de la L4. En 2001, la L3 llegó a Canyelles y, posteriormente, a Roquetes. En Torre Baró, Vallbona y Ciutat Meridiana tuvieron que esperar al difícil acuerdo entre administraciones para crear el llamado “metro ligero”, una línea de vía única entre la Trinitat Nova y Montcada i Reixac. Es la actual L11, que fue inaugurada en diciembre de 2003, hace ahora 21 años.
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