Historias del metro (I)
¿Qué queda de las primeras estaciones del metro de Barcelona?
Una ruta para descubrir los vestigios centenarios del Gran Metro, la primera línea del suburbano de Barcelona, inaugurada en 1924
El metro de Barcelona celebra 100 años con visitas a estaciones fantasma y una exposición de trenes clásicos
MULTIMEDIA | Recorrido por los 100 años de metro en Barcelona: expansión, precios, planes de futuro...

Vestigios de las dos primeras líneas del metro de Barcelona, que cumple 100 años / Elisenda Pons
David Martínez Herrada (@Historiesdebcn)
El 30 de diciembre de 1924, hace ahora 100 años, se inauguraba el Gran Metropolitano, la primera línea de metro de Barcelona. Contaba con cuatro estaciones, Lesseps, Diagonal, Aragó (la actual Passeig de Gràcia) y Catalunya, un trazado ahora integrado en la L3. En 1925, se añadió la estación intermedia de Fontana y se prolongó el recorrido hasta Liceu. Un año más tarde, entró en servicio un segundo ramal por los túneles de la Via Laietana, con paradas en Urquinaona y Jaume I, que hoy forma parte de la L4.
Según las crónicas de la época, uno de los aspectos que más sorprendió de aquel primer ferrocarril subterráneo fue la decoración de las estaciones, inspirada en el metro de París. Las entradas, con barandillas y letreros de hierro forjado, eran obra de Can Ballarín, el gran taller de forja del modernismo. Los accesos de Lesseps y Urquinaona disponían de ascensores, protegidos por unos bellos edículos al más puro "estilo Guimard".

La estación Urquinaona tiene la única boca de metro de Barcelona que conserva forjados originales del taller modernista Ballarín / ELISENDA PONS
Los pasillos y andenes estaban recubiertos de azulejos blancos biselados, a imagen y semejanza del suburbano francés. El elemento más artístico eran las embocaduras de los túneles, decoradas con cerámica valenciana de colores y motivos vegetales, diferentes en cada estación, pero siempre coronados por las siglas de la compañía propietaria de la línea, Gran Metropolitano de Barcelona (GMB).

Fontana es la única estación del metro de Barcelona que conserva la centenaria azulejería valenciana de acceso al túnel / Elisenda Pons

Anuncio antiguo en la estación de metro Passeig de Gràcia / ELISENDA PONS
¿Qué queda hoy, un siglo después, de todo aquello? Por desgracia, solo algunos vestigios, esparcidos por distintas estaciones de la L3. Muchos elementos, como los templetes, se destruyeron en los años sesenta y setenta, cuando se reformaron las estaciones y se prolongaron los andenes. Sin embargo, algunos ornamentos se salvaron, ocultos tras plafones prefabricados, para emerger años después.

La estación de metro Passeig de Gràcia ha recuperado sus lucernarios antiguos / ELISENDA PONS
En 2009, unas obras en Passeig de Gràcia descubrieron el techo original del vestíbulo, con las baldosas de 1924 y tres lucernarios, que actualmente se conservan cegados. En los andenes de la misma estación se recuperaron los azulejos originales de la bóveda, que ahora lucen restaurados, con vestigios de antiguos anuncios de cerámica, como el de Saltratos Rodell, un remedio contra los males de pies.

Inauguración del Gran Metropolitano, la primera línea de metro de Barcelona, hoy integrada a la línea L3 / Archivo TMB
Más recientemente, la retirada del falso techo en las estaciones de Lesseps y Jaume I también ha dejado al descubierto sus bóvedas originales de baldosas blancas. Por su parte, Fontana es la única estación que conserva la centenaria azulejería valenciana de acceso al túnel, presidida por el logotipo de GMB.

Baldosas antiguas en la estación de metro Lesseps de la L3 / Elisenda Pons

Baldosas antiguas en la estación de metro Lesseps de la L3 / Elisenda Pons
Esta ruta de vestigios termina en la estación Liceu, la única que mantiene las barandillas de hierro forjado en sus accesos. Si nos fijamos con atención, en ellas también podemos observar las siglas de GMB. Por desgracia, estos forjados no son los originales, que fueron retirados en 2006, en una cuestionada reforma para mejorar la accesibilidad. Finalmente, se colocó una réplica de las antiguas barandas, pero los pináculos con el rótulo de la estación se quedaron olvidados en un almacén, hasta que el pasado mes de noviembre se anunció su recuperación.

Forjado modernista original en la estación de metro Liceu de Barcelona, en una imagen de 2002 / GUILLERMO MOLINER
A día de hoy, la única boca de metro que conserva forjados originales del taller Ballarín es la de Urquinaona, situada en la ronda de Sant Pere. Lo curioso es que esta estación no pertenecía a la red del Gran Metro, sino a su competidor, el Metro Transversal. Inaugurado en 1926, fue la segunda línea de la ciudad.

Inauguración del Metro Transversal de Barcelona en 1926, precedente de la actual línea L1 / ELISENDA PONS
De este metro no se conservan referencias en el suburbano, pero sí una de gran tamaño en la superficie. Se trata de un edificio auxiliar, una antigua subcentral eléctrica visible desde la Rambla de Sants, cuya fachada todavía exhibe el nombre del Transversal y las siglas de la compañía que lo construyó, el Ferrocarril Metropolitano de Barcelona (FMB).

Antigua subcentral eléctrica del Metro Transversal, inaugurado en 1926, visible desde los Jardins de la Rambla de Sants / ELISENDA PONS
Más allá de los citados, existen otros vestigios del antiguo Gran Metro, pero siguen ocultos o se encuentran en espacios inaccesibles para los usuarios. Como una escalera de caracol bajo la plaza de Urquinaona, que conectaba el vestíbulo con el desaparecido edículo y que, con motivo del centenario del metro, se abrirá por primera vez al público.
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