Medida medioambiental
"Sin estufas es como si me cerraran la terraza": el veto a los calefactores de gas golpea los bares de Barcelona
La medida, aprobada en 2018 y que prevé multas de hasta 1.500 euros, ha cogido a algunos restauradores a contrapié
CONTEXTO | Barcelona prohíbe las estufas de gas en terrazas a partir del 1 de enero de 2025
LA OTRA BATALLA | La consellera Pané, partidaria de prohibir fumar en las terrazas

Sergio Jiménez, comprobando que su estufa de gas funciona tras cambiarle la bombona de butano / JORDI COTRINA


Pau Lizana Manuel
Pau Lizana ManuelPeriodista
Las terrazas de bar de Barcelona pasarán un invierno algo más frío este año que viene. La prohibición de instalar en ellas estufas de combustión de gas, que pasará a ser definitiva a partir del este 1 de enero de 2025, amenaza con afectar a la clientela de algunos locales que basan su actividad en las mesas y sillas que colocan en el exterior. Tras ese día, instalar uno de estos calefactores supondrá un incumplimiento de la ordenanza de terrazas y podrá ser sancionado con multas de hasta 1.500 euros.
"Si me cierran las estufas es como si me cierran la terraza", asegura Sergio Jiménez, del bar El Internacional. Su negocio, situado en el paseo de Sant Antoni, entre la estación y la plaza de Sants, depende en gran medida de las mesas que tienen colocadas en la acera principal de la calle, a unos cuantos metros del local, que queda escondido tras un gran parterre. Esta distancia con la sala interior es uno de los factores que le dificultan una de las posibles soluciones al veto de las estufas: comprar otras que sean eléctricas. No las podría conectar a la red del establecimiento.
"Para que pudieran funcionar, necesito al menos cuatro generadores, y cada uno me cuesta unos 1.400 euros", se lamenta. Jiménez se muestra resignado, pero cree que su clientela podría aclimatarse al cambio. "La gente tendrá que acostumbrarse, como cuando prohibieron fumar dentro de los bares", asegura, y bromea con la posibilidad de "poner mantas" para que los consumidores se puedan abrigar.

Estufas en una terraza en el paseo Sant Joan. / JORDI COTRINA
Jiménez cree que la medida no creará desigualdades entre los hosteleros, ya que les "afecta a todos por igual" y admite que el Ayuntamiento de Barcelona fue avisándolos. "Nos lo han ido recordando, de hecho yo recogeré las estufas la semana que viene, antes de las fiestas", asegura. Y es que el veto a las estufas de gas estaba dispuesto en la ordenanza de terrazas que se aprobó en 2018, cuando ya se estipuló que estos artefactos estarían prohibidos a partir del primer día de 2025. El ayuntamiento asegura que durante estos siete años de moratoria se han ido manteniendo reuniones y encuentros con el sector y que trabajan con el Gremio de Restauración para poder hacer una transición hacia las estufas eléctricas.
Para Javier, camarero en la Bodega de Tapas, justo al lado del local de Jiménez, los avisos del consistorio no han sido suficiente. "Yo me enteré ayer por la prensa, y ellos [los empleados del bar contiguo] se han enterado esta mañana porque se lo hemos dicho nosotros", asegura. De hecho, este hostelero acababa de recibir las estufas, que alquila cada año desde finales de noviembre y hasta marzo. "Me llegaron la semana pasada, ahora tendré que hablar con los propietarios a ver si les tengo que pagar toda la temporada o solo por las tres semanas que voy a poder usarlas", se lamenta.
Javier asegura que en puntos como en el paseo de Sant Antoni, donde los bares dependen en gran medida de terrazas alejadas de un local que generalmente es pequeño, la medida puede hacer mucho daño. "En una calle como esta es un desastre, somos todo terrazas", lamenta.
Los clientes, divididos
Unas terrazas más allá, Sònia y Tomàs se toman una cerveza en el Felicia, cerca de la plaza de Sants. De momento, las estufas de gas que tiene el local permanecen apagadas, pero ninguno de los dos se ha quitado la chaqueta. Ambos comentan la medida y recuerdan la comparación que el año pasado hizo la Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona (Favb): ocho horas con una estufa encendida implican la emisión de 23,7 kilos de CO2, que equivale aproximadamente a lo que un coche de gasolina emitiría tras recorrer 120 kilómetros.
Sònia, que es fumadora, entiende y defiende la medida. "Tengo asumido que si no quiero pasar frío tendré que sentarme dentro", asegura. De hecho, tampoco le parecería mal que, como han propuesto distintos consellers de Salut los últimos años y la consellera Pané el domingo pasado, en las terrazas también se prohibiera fumar. "Hasta a mí, que ya ves que fumo - dice enseñando su cigarro- me molesta estar comiendo y que me llegue el humo de los demás", asegura.

Estufas junto a las mesas en el exterior de un restaurante en el paseo del Mercat. / JORDI COTRINA
Algo más disconformes con las medidas están Eulàlia y Eloi, que toman algo en otro de los ejes de Barcelona con más terrazas, el paseo Sant Joan. "Me parece muy mal", espeta ella, que argumenta que Europa es una de las regiones mundiales que menos contaminan. "Tendrían que darle caña a China o a Rusia, pero no a nosotros", apunta él.
Por su parte, Gabriel, Gerard y Michael, que acaban de sentarse junto a uno de los calefactores de propano del bar Arc de Triomf, se sorprenden cuando se enteran de la medida, pero la aceptan sin problema. "Cuanta menos contaminación, mejor. Que las quiten, ya nos abrigaremos nosotros", declara Gerard.
Batalla judicial
El encargado del Arc de Triomf, Gabriel Molina, está más confundido que molesto por la decisión. El hostelero leyó la noticia este martes por la mañana y se puso en contacto de inmediato con el Gremio de Restauración de Barcelona y con la empresa a la que alquila las estufas. Ya ha pagado un arrendamiento por toda la temporada, hasta el último día de abril. La empresa le ha contestado en un correo electrónico que "se está intentando conseguir una moratoria" para que el veto no entre en vigor el próximo día 1.
La distribuidora de estos calefactores apoya su argumento en una sentencia del "Tribunal Supremo", según la cual "las estufas eléctricas contaminan más en origen que las estufas de gas propano". Se trata de una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que anuló en 2022 una prohibición para la capital española, parecida a la que ahora prevé implementar Barcelona, tras el recurso de la Federación Española de Asociaciones y de Empresas Distribuidoras de Gases Licuados del Petróleo. La justicia madrileña entendió entonces que el gobierno del alcalde José Luis Martínez-Almeida no había presentado "estudios sobre el nivel y los efectos contaminantes de las emisiones de dióxido de carbono de estas calefacciones". Sin embargo, la gerencia de la empresa de estufas no ha concretado quién está intentando usar este argumento para conseguir alargar la moratoria y se ha limitado a emplazar a sus clientes dentro de una semana, "en la que seguro que hay noticias en firme".
De momento, Molina queda a la espera de los próximos acontecimientos, aunque asegura que las quitará si se acaba haciendo efectivo el veto. "Por lo menos, no lo tenemos mal para poner estufas eléctricas", explica el encargado del Arc de Triomf. En ese caso, Molina también tendrá que estar atento a las restricciones. Con la nueva ordenanza, estos calefactores no podrán superar la potencia de 150 W/m² y solo se podrán usar entre el 1 de noviembre y el 30 de abril.
Este reportaje fue publicado originalmente el 18 de diciembre de 2024
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