La tarde de Navidad

Vecinos de la calle Mandri destacan el espíritu civilizado del macrobotellón: "Ojalá fuera todas las noches"

Restauradores aseguran que cumplieron con las normas acordadas con el ayuntamiento para evitar sanciones

La Guardia Urbana desaloja sin incidentes a 2.000 personas en el botellón de Navidad de la calle Mandri

El botellón de Navidad vuelve a la calle Mandri de Barcelona con las terrazas cerradas toda la tarde

Botellón Navideño de la Calle Mandri

Botellón Navideño de la Calle Mandri / Manu Mitru

Judith Cutrona

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Lo que empezó como una convocatoria improvisada ya se ha convertido en una tradición. "¡Hasta en un mito!", destaca un vecino de la calle Mandri de Barcelona en declaraciones a EL PERIÓDICO, que este año no quiso perderse el macrobotellón que congregó a 2.000 personas en este eje del distrito de Sarrià-Sant Gervasi la tarde de Navidad. A pesar de la multitud concentrada entre la ronda General Mitre y la calle Maó, muchos de los vecinos de Mandri se han despertado esta mañana de Sant Esteve satisfechos con el espíritu civilizado que hubo. "Pues me parece genial. Ojalá fuera todas las noches", explica otra vecina a la que le hubiera gustado asistir. En su cuarto año, parece que la multitudinaria fiesta ya se ha hecho su lugar.

Aunque no había convocatoria oficial, los residentes de esta zona sabían desde hace días cuál era el plan de la tarde del 25 de diciembre. Reunirse en la calle Mandri, donde se concentran los bares. Al menos tres de los establecimientos cerraron para aprovechar para descansar, pero el resto estaba abierto. Y muy preparado. Los restauradores llegaron a un acuerdo con el distrito de Sarrià-Sant Gervasi para evitar las sanciones de más de 4.000 euros que fueron impuestas el año pasado. Tenían las normas claras: cerrar las terrazas a las cinco de la tarde, no sobrepasar el aforo del local y cerciorarse que ninguno de los clientes saliera a la calle con bebidas.

Botellón Navideño de la Calle Mandri

Botellón Navideño de la Calle Mandri / Manu Mitru

La gente empezó a reunirse sobre las seis de la tarde y a las ocho ya no cabía un alfiler. Para entonces la calle ya estaba cortada al tráfico. "La gente aprovecha para salir después de las comidas de Navidad, vienen a pasárselo bien, a respirar, a reunirse", explica Luiggi, a punto de cumplir 60 años y con ganas de apuntarse un año más a la fiesta. Para él, debería hacerse en más calles porque no es una manifestación, sino "una fiesta super agradable" en la que hay un "comportamiento cívico espectacular".

"Cuanta más fiesta, mejor"

"A mucha gente le da rabia que la gente joven disfrute. Es una cosa sana, son fiestas, no hace daño a nadie", afirma Serenela que, acompañada de Jorge, lamentan no haber podido asistir. "Cuanta más fiesta mejor, siempre que haya respeto y educación, evidentemente". En la misma línea, a Alex le parece "un auténtico éxito" que se reunieran 2.000 personas "con alcohol y que no haya problemas". También le parece bien que se haga la fiesta, teniendo en cuenta que son días en la que "la gente de este barrio no está". "La gente es civilizada", subraya. Javier, uno de los jóvenes que se acercó, destaca que no vio "pelea en ningún momento" ni enfrentamientos cuando la Urbana desalojó a la gente.

"Dejan la calle hecha un asco"

Hay otros vecinos a quiénes, más que el ruido de la gente, les preocupó cómo quedó la calle cuando desalojaron hacia las 00.30 horas. "La dejan hecha un asco", lamenta una vecina de unos 70 años. Su habitación da justamente a la calle, desde donde veía sorprendida la multitud de personas. Ellas no le quitaron el sueño, pero sí lo hizo el ruido de los camiones de la limpieza. "No tienen que destrozarlo todo y desgraciarlo".

Botellón Navideño de la Calle Mandri

Botellón Navideño de la Calle Mandri / Manu Mitru

A Abel, que vive en otro de los bloques de la calle, sí le afectó el ruido de la gente. "Había mucho ruido, gente bebida, meando... A mi particularmente no me gusta", explica. En cambio, para Blanca el inconveniente era cómo poder moverse en coche por la zona. "La Guardia Urbana no nos dejaba circular a nadie, ni a los vecinos. Desde las cinco de la tarde cortado". Aun así, ve bien que se celebrara la fiesta. “Eran niños buenos”, dice.

Los bares acatan las normas

Los asistentes adquirieron las bebidas en los propios supermercados de la zona y en los bares, que ofrecían combinados. Esta vez los restauradores estaban concienciados con las normas, que aseguran que las cumplieron aunque eso les ha hecho perder “mucha facturación”, lamenta Marta, trabajadora de uno de los bares. Por ejemplo, algunos de ellos contrataron a porteros para controlar que la gente no salía con la bebida. Aun así, la mayoría de los bares de la calle destacan también el buen comportamiento de los clientes, a pesar de la multitud.