En Les Corts

Los alimentadores de palomas frustran los vuelos de halcones para controlar la plaga en Barcelona

El ayuntamiento recurrió a las rapaces para ahuyentar colonias de aves en torno al Camp Nou la primavera pasada, lo que fue efectivo hasta que los depredadores se retiraron y los pájaros volvieron a hallar alimento

MAPA | Los 251 puntos donde los “grandes alimentadores” ceban la plaga de palomas en Barcelona

Un cetrero con dos águilas de Harris que se emplearán para ahuyentar a palomas en Les Corts, en Barcelona.

Un cetrero con dos águilas de Harris que se emplearán para ahuyentar a palomas en Les Corts, en Barcelona. / J. R.

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Barcelona
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Barcelona ruega que no se deje comida al alcance de las palomas ni se les eche alimento para poner coto a la colonia que las aves por excelencia han congregado en la ciudad, que llega a quintuplicar las proporciones recomendables para evitar problemas de salubridad, según un censo que no se actualiza desde 2018. El ayuntamiento pone el foco en 236 personas que ha identificado y que clasifica como “grandes alimentadores”, por proporcionar al menos dos kilos diarios de nutrientes a los pájaros y con las que trabajadores municipales tratan de estrechar relación para que depongan la costumbre. No es la única estrategia que el consistorio ha tentado en los últimos meses para dispersar bandadas ingentes de palomas, detectadas en alguna ocasión en 251 puntos que trabajadores del consistorio peinaron entre mayo y octubre. 

El ayuntamiento se encomendó a la cetrería entre marzo y mayo para ahuyentar a las palomas en cinco explanadas donde proliferan en torno al Camp Nou y causan molestias en viviendas y comunidades de vecinos, donde se aposentan y anidan, ensuciando e incordiando por gorjear desde una hora temprana. La táctica se basaba en vuelos controlados de halcones y águilas, sin pretensión de que devorasen a las palomas en plena calle, sino que se espantaran con la mera presencia de las rapaces. La fórmula se reveló eficaz durante un margen de 10 a 12 semanas, en que el tropel de palomas se disgregó, pero el efecto ha acabado diluyéndose. El gobierno municipal lo achaca precisamente a la obstinación de los proveedores de las palomas, que han seguido sembrando de alimento los lugares donde los depredadores las habían hecho huir. 

“La colonia fidelizada menguó durante un tiempo, pero la población ha vuelto”, reconoció el área de Bienestar Animal del Ayuntamiento de Barcelona, en el consejo de barrio de la Maternitat i Sant Ramon, celebrado este miércoles. El consistorio señaló que el regreso se produjo una vez retiradas las aves de cetrería, sobre todo “a partir de septiembre y con el retorno a la actividad”. Por ahora, el ejecutivo municipal no tiene previsto que águilas y halcones revoloteen otros barrios.

“Pan sobre pan”

Bienestar Animal apreció que, al recurrir a depredadores amaestrados, “se creó una ventana de oportunidad con la que quizá algún vecino ha tenido la suerte de descansar durante un tiempo de las palomas”. En todo caso, agregó que los empleos de rapaces como espantapájaros “son medidas muy provisionales si no se interviene sobre los hechos que realmente fidelizan a las palomas”. Es decir, facilitarles aperitivo y lugar donde reposen y aniden.

El control mediante cetrería se probó en los jardines de la Maternitat, los del Clot d’en Salvi, los de Bacardí, la plaza de Cerámicas Vicens y una zona intermedia entre los dos puntos anteriores. Bienestar Animal explicó que, con las aves depredadoras, se pretendía también “hacer reflexionar” a los alimentadores y, de algún modo, desalentarlos. “Aunque veían que las palomas no comían el pan que les habían tirado, tiraban pan sobre pan. Es una realidad y no hemos podido doblegar la actitud de ciertas personas”, admitió.

Acabados los sobrevuelos de águilas y halcones, los equipos municipales detectaron seis personas que acuden con regularidad a echar comida en el parque de Bacardit, donde se llegaron a contar 217 palomas. Es “un número muy alto que no se corresponde con un jardín tan pequeño y sin puntos de reposo, por lo que acaban en las fachadas y los jardines”, observó el consistorio. 

Palomas en una vivienda del distrito de Gràcia, en Barcelona.

Palomas en una vivienda del distrito de Gràcia, en Barcelona. / VICTÒRIA ROVIRA

“Hay menos alimentadores en el Clot d’en Salvi, que es aún más pequeño y con un acceso más difícil, pero la densidad de palomas es más alta”, distinguió Bienestar Animal. Allí se contabilizaron hasta 83 palomas, meses después de los vuelos de depredadores. “Al ser un espacio reducido, el impacto sobre el mantenimiento es más alto”, advirtió el gobierno municipal. 

Pan y sobras

Aparte, precisó que el alimento que se disemina es siempre similar. El ayuntamiento lo califica como “antropogénico”, el propio de las personas y que “no va bien a las palomas, como el pan o restos de comida”, indicó. En el Clot d’en Salvi, se observó que quienes daban de picotear a los pájaros eran trabajadores de la reforma del Camp Nou. Técnicos municipales hablaron con responsables de la obra para que dejasen de ir a comer allí y echar sobras.

Durante la sesión, se advirtió que las palomas abundan cada vez más en tres enclaves del barrio de Sant Ramon donde una entidad acreditada por el ayuntamiento da de comer a colonias de gatos. Un responsable de Bienestar Animal comentó que se requiere eliminar las migajas y que ya se han encontrado con el problema en ocasiones. “Para evitarlo, se intentó poner comedores para gallinas, que funcionan con pedal -detalló-. El gato se acostumbra a presionar para abrir la tapa, pero las palomas han descubierto que cinco palomas hacen el peso de un gato… y pueden abrirla. También hemos probado con baúles, añadiendo tubos para que le cueste a las palomas entrar, pero algunas son tan insistentes que entran hasta el fondo, jugándose la vida”.