Entrevista

Ricard Gomà: "La Barcelona metropolitana de hoy ya no es una capital con una corona de suburbios"

El director del Institut Metròpoli analiza la realidad de la metrópolis barcelonesa en ocasión del cuarenta aniversario del centro de investigación urbana

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Ricard Gomà, director del Institut Metròpoli.

Ricard Gomà, director del Institut Metròpoli. / Ferran Nadeu

Manuel Arenas

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El Institut Metròpoli es la fuente en la que se sustentan buena parte de las políticas públicas del área metropolitana de Barcelona. El centro de investigación urbana cumple ahora 40 años creando conocimiento sobre la siempre poliédrica realidad de la metrópolis en ámbitos tan determinantes como la cohesión social, la seguridad o la movilidad. Ricard Gomà, su actual director —además de profesor de Ciencia Política en la Universitat Autònoma de Barcelona y exconcejal de ICV en el Ayuntamiento de Barcelona—, hace balance para EL PERIÓDICO de la historia y los retos del instituto, actor clave para la generación de una conciencia metropolitana durante las últimas décadas.

Pregunta (P). ¿Cuál es el aprendizaje más valioso de estas cuatro décadas?

Respuesta (R). Diría tres. Primero, nuestra vinculación al día a día de la gente: no queremos situarnos en un espacio de producción de conocimiento aséptico y alejado de la realidad. En segundo lugar, es fundamental formar parte del sistema público universitario de Catalunya [el consorcio del instituto está integrado por tres universidades catalanas: la UAB, la UB y la UPC]. Por último, nuestra aproximación a la realidad metropolitana a través de las ciencias sociales, sin cuya aportación no pueden solucionarse los problemas.

P. ¿Qué relación tienen con las administraciones, especialmente con el Área Metropolitana de Barcelona (AMB)?

R. La relación es muy intensa tanto con el AMB como con el Ayuntamiento de Barcelona, incluso con la Diputación. También colaboramos estrechamente con la Autoritat Metropolitana del Transport. Nos percibimos como un puente entre el conocimiento y las políticas públicas. Ahora bien: no somos una consultoría pública, sino un centro de investigación. Esto implica que hacemos encargos, como por ejemplo la aportación al nuevo Pla Metropolità de Mobilitat Urbana o los estudios socioeconómicos y ecológicos para el nuevo Pla Director Urbanístic Metropolità. Pero a su vez mantenemos una agenda fija de investigación autónoma con líneas como la vulnerabilidad urbana o el modelo agroalimentario, así como nuestras grandes encuestas sobre condiciones de vida, victimización o movilidad.

P. ¿Cómo es hacer investigación urbana en un territorio politizado pero sin adscripción política?

R. Siempre nos hemos visto mucho más vinculados a las políticas que a la política. En estos 40 años nunca hemos sido un instituto vulnerable a una u otra mayoría política: hemos aportado conocimiento a las políticas públicas de gobiernos de colores diferentes. De hecho, somos la única expresión metropolitana inalterada en cuatro décadas. La Corporació Metropolitana se disolvió, luego se creó la Mancomunitat, luego llegó el AMB... Y nosotros siempre hemos estado presentes. Creo que es una buena muestra de la estabilidad en la producción de conocimiento, en el contexto del sistema público universitario, más allá de las idas y venidas políticas.

P. ¿Cuál es el gran reto actual de la Barcelona metropolitana?

R. Diría que la vivienda es el principal problema social que tenemos porque se sitúa en el centro de las desigualdades: en torno a un 40% de la población metropolitana vive en hogares que destinan más del 40% de sus ingresos al alquiler. Hay una proporción elevada de rentas altas que tienen ingresos por alquiler, es decir que alquilan viviendas. Por lo que observamos una transferencia de rentas de pobres a ricos. La regulación del mercado es muy reciente y empieza a tener sus primeros efectos en cuanto a contención de precios, pero hay mucho camino por recorrer para incrementar el parque de vivienda social y para encontrar mecanismos precisos y efectivos de regulación del mercado de alquiler. También destacaría el gran reto de la pobreza infantil, que la tenemos por encima del 30% cuando la tasa de pobreza general está un poco por debajo del 20%.

P. Existe un AMB. Y un instituto metropolitano. Y un suministro metropolitano de agua. Y un transporte metropolitano. Y un tributo metropolitano. Pero ¿hay conciencia de ciudadanía metropolitana?

R. Es cierto que hay una debilidad en el 'demos' metropolitano, aunque creo que avanza. Las políticas metropolitanas, por ejemplo la integración tarifaria del transporte, van generando una pertenencia muy importante. La cuestión es que la gente tiene claves de pertenencia muy vinculadas a su barrio y su ciudad. Creo que abrir a la ciudadanía una elección democrática directa metropolitana reforzaría la conciencia metropolitana. Como ocurre en Londres, por ejemplo, donde la alcaldía metropolitana es de elección directa.

P. ¿Eso no podría ir en detrimento de los ayuntamientos?

R. No lo creo, porque los ayuntamientos han ido generando proyectos muy potentes de ciudad, cosa que en los ochenta no pasaba. De hecho, en aquel momento incluso veían a Barcelona como una amenaza. Eso ahora es imposible: no está encima de la mesa que Santa Coloma se anexione a Barcelona, sólo faltaría. Santa Coloma es un proyecto colectivo en sí mismo.

P. ¿Ese "ver a Barcelona como amenaza" ha cambiado?

R. Sí: la metrópolis de hoy es policéntrica, ya no es una capital y una corona de suburbios con mucha asimetría. El policentrismo metropolitano es un valor y es importante que las ciudades sigan defendiendo su identidad.

P. ¿Y cómo se convence a una sección censal pobre de Badia del Vallès que forma parte de lo mismo que otra rica de Sant Cugat del Vallès?

R. No es fácil. Los ayuntamientos han sido instrumentos de cohesión social importantísimos, pero en una lógica metropolitana el municipalismo no es suficiente: necesitamos un área metropolitana para que equilibre las condiciones de vida. Observamos que los municipios con más capacidad de gasto público per cápita son los que menos población vulnerable tienen. Si no queremos que la metrópolis se nos rompa en términos de segregación, necesitamos alguien que redistribuya. No sólo el AMB: es también un problema de país, de Estado, de fondos europeos.

P. La seguridad centra el discurso de muchos alcaldes. Y es la principal preocupación ciudadana según un grueso de barómetros. El instituto realiza una encuesta de victimización muy sólida. ¿Está justificada la alarma social?

R. Los datos de la encuesta, que cuenta con una serie histórica impresionante de 35 años, no justifican ciertos alarmismos: la metrópolis de Barcelona se sitúa en niveles objetivos de seguridad como una de las áreas metropolitanas más seguras del contexto español y europeo. Lo que sí hemos constatado es que las percepciones ciudadanas no tienen que ver tanto con el delito en sí como con el cambio de las relaciones sociales y vecinales en los barrios. Esto requiere políticas de acción comunitaria muy fuertes que todavía hoy no están en el centro. Y creo que muchos ayuntamientos están de acuerdo con esto.

P. El urbanista Ramon Gras afirmaba recientemente en EL PERIÓDICO que Barcelona "juega en la cuarta división del talento mundial". ¿Está de acuerdo?

R. La capacidad de innovación tecnológica del área metropolitana de Barcelona está por encima de otras áreas del sur de Europa, pero es cierto que todavía no estamos al nivel de otras metrópolis globales con componentes de creatividad por encima del nuestro. Nosotros creemos que hay que seguir apostando por infraestructuras vinculadas a la ciencia, el conocimiento y la cultura. Dicho esto, hay que subrayar que el área metropolitana respondió a la pandemia con un dinamismo económico extraordinario. Muy por encima del que hubo tras la crisis del 2008, pese a que en el mercado laboral sigue habiendo segregación por género.

P. Para acabar: ¿cuáles son los retos del instituto para los próximos 40 años?

R. Hay muchos. Temáticamente, nos gustaría estudiar más a fondo los fenómenos de clima extremo como la sequía o la reciente DANA, por ejemplo. Otro reto es la innovación metodológica, especialmente poniendo el foco en la transparencia, el 'big data' o la inteligencia artifical aplicados a la producción de conocimiento. Y seguir relacionándonos con las principales redes europeas de investigación urbana. Para que todo ello sea posible, universidades y administraciones deben seguir creyendo en el proyecto para aportarnos condiciones de financiación. Las administraciones deben tener presente que hay que cuidar el patrimonio del instituto para seguir siendo una referencia a escala europea.

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