Estudio del RACC

La mitad de los usuarios de patinete eléctrico en Barcelona han alterado su movilidad diaria tras la expulsión del transporte público

El 74% de los propietarios de VMP admiten que en alguna ocasión se han subido a la acera para circular

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FOTO: JORDI COTRINA | VÍDEO: EL PERIÓDICO

Carlos Márquez Daniel

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La mitad de los usuarios de patinete eléctrico de Barcelona y su entorno se han visto afectados por la decisión de no dejarles entrar en el transporte público. Así lo revela una encuesta del RACC presentada este martes, en la que los habituales de este vehículo de movilidad personal (VMP) admiten de manera mayoritaria que en alguna ocasión han circulado por la acera (74%). Hay otro 61% que confiesa saltarse los semáforos cuando no pasa nadie, y otro 12% tiene el artilugio trucado, cosa que está prohibida.

En 10 días se cumplirán un año y nueve meses desde que todo el transporte público de Catalunya echara a los patinetes eléctricos. La razón: la explosión de la batería de uno de estos vehículos de movilidad personal en el interior de un vagón de Ferrocarrils. En octubre de 2023, la Autoritat del Transport Metropolità (ATM) dijo que la medida se prorrogaba de manera indefinida. Todo, a pesar de que la Administración no cesa en su empeño de defender la intermodalidad, esto es, que una misma persona realice sus desplazamientos habituales apoyándose en distintas opciones de movilidad. El veto se mantendrá, previsiblemente

El 48% de los entrevistados sostienen que han tenido que alterar sus rutinas de movilidad desde que les echaron del metro, el bus, el tranvía o el tren. El porcentaje cobra mayor perspectiva al estudiar que otros modos de transporte suelen usar los usuarios de VMP. En una elección multirespuesta, el 77% señala el metro, el 59% también van a pie, el 39% recurren al bus y al 24% se les puede ver en el tren. Sin el patinete eléctrico, por supuesto (aunque un 5% confiesa que lo siguen colando), ya que se enfrentan a una sanción de 200 euros.

Aceras, no, gracias

La encuesta del RACC, que forma parte de su cuarto barómetro de la movilidad en VMP en Barcelona y sus accesos, deja claro que hay mucho campo por recorrer en materia de pedagogía. El 20% siguen sin conocer la normativa, el 25% creen, equivocadamente, que pueden usar la acera e algunos casos (nunca) y, quizás lo más sorprendente, el 47% dicen desconocer que no pueden subir al espacio peatonal si no hay carril bici. Puede que tenga que ver que el 70% de los usuarios lleven menos de dos años sobre un patinete.

Un patinete y una bicicleta circulando por Consell de Cent

Un patinete y una bicicletam circulando por Consell de Cent / Elisenda Pons

Todo esto puede ayudar a entender un poco mejor la siniestralidad de los VMP. Junto con las bicis, suponen el 3,8% del total de desplazamientos diarios en Barcelona. Dentro de ese porcentaje, los patinetes son el 28% y los ciclistas, el 72%. Pero si se miran los registros de la Guardia Urbana, resulta que los patinetes, que representan el 1,1% de la movilidad, están implicados en el 5,4% de los siniestros, mientras que la bici, que concentra el 2,7% de los desplazamientos, lo está en el 5,1%. Los VMP, de hecho, ya son el cuarto vehículo con mayor implicación en siniestros de tráfico registrados en la capital catalana, por detrás de turismos, motocicletas y furgonetas.

Las dos fechas

Sobre la expulsión del transporte público, en el horizonte hay dos fechas que pueden hacer que las cosas cambien. Los patinetes eléctricos nuevos vendidos desde el 1 de enero de 2024 deben cumplir una serie de requisitos técnicos para poder obtener el certificado de la Dirección General de Tráfico (DGT). Los adquiridos con anterioridad tendrán tres años de moratoria, de manera que el 1 de enero de 2027, todos los vehículos de movilidad personal deberán circular con dicha acreditación. Si la ATM quiere curarse en salud al 100%, al veto le quedan algo más de dos años de vigencia.