Malestar vecinal

Las ocupaciones delictivas agitan a La Verneda: "Entendemos que se ocupe por necesidad, no para delinquir"

La Asociación de Vecinos del barrio advierte de robos, agresiones y graves problemas de convivencia que se han intensificado en los últimos meses y que atribuye al menos a cuatro locales usurpados

La impotencia de vecinos de ocupaciones delictivas en Barcelona: "Quieren que la gente se vaya para quedarse con la calle"

Vecinos de La Verneda cortando el tráfico este miércoles en una protesta contra las ocupaciones delictivas, en Barcelona.

Vecinos de La Verneda cortando el tráfico este miércoles en una protesta contra las ocupaciones delictivas, en Barcelona. / JR

Jordi Ribalaygue

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Barcelona
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Varias decenas de vecinos de La Verneda, en Barcelona, cortaron el tráfico este miércoles por la tarde en la confluencia de la Rambla Prim con la calle Santander para protestar contra las ocupaciones delictivas que advierten que han anidado en los dos últimos años en algunos locales vacíos que abundan en el barrio. Las usurpaciones han derivado en un goteo de hurtos, agresiones, venta de droga y otros episodios nada edificantes que desafían el aplomo de la calle.

La Asociación de Vecinos de La Verneda, convocante de la concentración, pone el foco en cuatro bajos que asegura que generan altercados e inquietud en el vecindario, de raíz popular y encuadrado en el distrito de Sant Martí. La entidad los distingue de los habitáculos en los que familias necesitadas y faltas de techo hallan cobijo, como ocurre en otros puntos del barrio y la ciudad. Subraya que, en este caso, se trata de tomas con intención criminal que teme que se expandan a otros cubículos deshabitados

“Hay muchos locales ocupados por gente que no da problema", diferencia Rubén Parada, presidente de la Asociación de Vecinos de La Verneda. "Son locales cerrados hace años y que no dan ninguna queja, sino que conviven y pagan los gastos, o limpian o recogen paquetes y llegan a acuerdos con los vecinos, porque es un barrio humilde y entendemos su situación. Lo que no entendemos es cuando se delinque”, puntualiza.

Parada explica que la alerta ha escalado a medida que el trapicheo discreto a baja escala en los locales ha mudado a un mercadeo más visible. “Y de ahí se pasa a robos, palizas, gente muy drogada en los locales y problemas de convivencia muy graves”, enumera. A la ecuación añade los asaltos para hacer negocio a costa de la miseria, en los que se arrebatan habitáculos y se venden por un importe entre 2.500 y 3.000 euros, calcula la asociación.

Una catana

El colectivo vecinal apunta que el malestar se ha agravado por ciertos episodios acaecidos entre agosto y septiembre. “Hemos llegado a ver sangre. Vino el dueño de un local y le golpearon con una catana”, revela una vecina. “Lo acababa de comprar y a los dos días se lo ocuparon”, completa otro manifestante. La Asociación de Vecinos también alude a unas agresiones para cometer un robo, amenazas a vecinos y trabajadores de la zona e intimidaciones machistas. “El verano ha sido duro”, resume un miembro de la entidad.

Parada dice que al menos dos de los locales que incordian al barrio pertenecen a sociedades inmobiliarias que ignoraban los inconvenientes que se han larvado en sus propiedades. “Los llamamos para avisarlos y no sabían nada. Llevan tres o cuatro años sin alquilarlos”, estima.

Un vecino que prefiere guardar anonimato atestigua que un grupo de personas se ha apoderado del bajo de su bloque y causan desasosiego a la comunidad. “El propietario ha dado parte y está denunciado, pero no puede hacer nada hasta que no lo mande el juzgado. Los vecinos nos quedamos al margen, nos han dicho que no nos enfrentemos nunca con ellos. No nos merecemos este tipo de gente”, resuelve.

Pilar y Jerónimo notan que las molestias y las tentativas de ocupación han ido a más en los últimos meses. "Y no les puedes decir nada porque se encaran en seguida", atestigua Pilar. "A mí me intentaron ocupar un local que tengo alquilado como almacén: reventaron el candado para comprovar si estaba vacío y no lo cambiábamos", confiesa Jerónimo. 

Pendientes del juzgado

Los Mossos d’Esquadra admiten que conocen las molestias que preocupan en La Verneda y que andan tras el caso desde antes del verano. El cuerpo comenta que está encima porque se ha generado percepción de inseguridad en el barrio. Recuerda que, mientras no dispongan de la orden del juzgado, no podrán proceder al desalojo.

Manuel atestigua que él y otros vecinos ahuyentaron del bajo de su edificio hace un par de semanas a unos ocupantes que identifica como conflictivos y que pretendían forzar la entrada. “Nos pusimos a gritarles y a avisarles que íbamos a llamar a la policía. Un par de plazas más abajo, ocuparon otro local durante dos o tres días, hasta que un vecino entró, lo sacó todo, avisó al dueño y le pusieron un candado de seguridad. La policía decía que no podía hacer más”, se queja. Manuel observa que “hay okupas y okupas”: “Nos manifestamos porque estos son problemáticos. Han tenido un montón de peleas entre ellos, causan ruido, escándalo y suciedad. Y crean inseguridad, porque hay sitios donde da reparo andar”.

“Hay una tensión continua al pasar por donde están”, palpa Parada. Expone que, a primeros de septiembre, unos vecinos recuperaron por su cuenta y riesgo otro local sustraído, también origen de estorbos. A la mañana siguiente, se instaló una alarma en la entrada. “Ahora hay mucha presencia de Mossos. Aunque no puedan entrar, los ponen nerviosos -observa-, pero al mismo tiempo nos piden paciencia. Al Ayuntamiento y a la policía les decimos que la tenemos, pero que si mañana ocupan otro local no nos pueden pedir más. Ese es el problema, que vayan buscando otros sitios, los ocupen cuando uno ya estaba a punto de desalojarse y volvamos a empezar la rueda, que puede durar tres años hasta que los saquen”.