Gases de efecto invernadero

La incineradora de basura de Barcelona emitió un 30% más de CO2 al quemar más toneladas en 2023

Tersa incrementó además la dispersión de partículas y dioxinas, si bien defiende que cumplió todos los límites legales

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La chimenea de la incineradora de Tersa, en Sant Adrià de Besòs.

La chimenea de la incineradora de Tersa, en Sant Adrià de Besòs. / ZOWY VOETEN

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Sant Adrià de Besòs
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La incineradora de residuos de Tersa, en el límite de Sant Adrià de Besòs con Barcelona, expulsó 373.254,11 toneladas de dióxido de carbono (CO2) en 2023, un 30,21% más que en 2022. La planta que trata la basura que no se recicla en la capital y su área metropolitana --la procedente de los contenedores grises, de la limpieza de calles, restos voluminosos y otros-- quemó un 8,2% más de desechos el año pasado que en el ejercicio anterior: si en 2022 ardieron 316.844 toneladas de desperdicios en los tres hornos de la central, fueron 342.828 toneladas la que se redujeron a escorias y cenizas en 2023, según la memoria de sostenibilidad de la compañía pública.

El último informe anual de Tersa admite que en 2023 “no se ha registrado una reducción de las emisiones respecto a años anteriores” por lo que se refiere al CO2, que suele tomarse como baremo para medir la evolución de la contaminación atmosférica. El resultado se desvía del compromiso de la firma y sus propietarios (el Ayuntamiento de Barcelona y el Área Metropolitana) de conseguir los objetivos internacionales de reducción de los gases de efecto invernadero, que contribuyen al calentamiento global y el cambio climático

El estudio de Tersa apunta que “el incremento” de la dispersión de dióxido de carbono “está causado por el aumento de toneladas tratadas en la actividad de valorización energética”. Es decir, el proceso de cremación de residuos con el que se genera electricidad a cambio.

El balance de la empresa plasma que el incremento interanual de emisiones contaminantes se extendió a más sustancias. Ocurrió con el óxido de nitrógeno (177.711,81 toneladas, un 0,94% más), el carbono orgánico total (3.801,4 toneladas, un 9,4% más), los compuestos orgánicos volátiles (3.611,4 toneladas, un 9,4% más), el metano (190,17 toneladas, un 9,42% más), el amoníaco (2.242,29 toneladas, un 24% más), el ácido clorhídrico (20.297,35 toneladas, un 41,6% más) y las dioxinas y furanos (0,00001 toneladas, un 66,66% más). Sobre todo, crecieron las partículas, que subieron de 307,82 toneladas esparcidas en 2022 a 1.470,16 toneladas en 2023, un 377,6% más.

En su análisis anual, la sociedad pública defiende que “las emisiones registradas están por debajo de los límites legales establecidos”. Un juzgado archivó en mayo pasado la investigación a la central por un presunto delito contra los recursos naturales y el medio ambiente. Los recursos de la Fiscalía y la acusación de la plataforma vecinal Airenet para reabrir la causa están pendientes de resolverse.

Al 95% de capacidad

La planta acreditó en 2023 la cantidad más alta de CO2 que desprendió por incineración de desperdicios al menos desde 2015, el año más lejano del que existen datos publicados. Desde entonces, la mayor proporción de dióxido de carbono se había liberado en 2017, con 334.003 toneladas producidas por la combustión de residuos. Fueron un 11,75% menos que las de 2023. 

La planta incineradora de Tersa, vista desde el puerto del Fòrum, en Sant Adrià de Besòs.

La planta incineradora de Tersa, vista desde el puerto del Fòrum, en Sant Adrià de Besòs. / ZOWY VOETEN

En cualquier caso, Tersa esgrime en la última memoria que su actividad “cumple con los requisitos legales aplicables en materia de emisiones”. Añade que las conclusiones de los controles de difusión de gases contaminantes fueron “satisfactorias” en todos los casos. La combustión de desechos en la planta originó 11.795,68 toneladas de cenizas, un 8,03% más que en 2022. Se depositan en el vertedero de residuos peligrosos de Castellolí.

La incineradora despidió más dióxido de carbono en 2023 que en cualquiera de los ocho ejercicios anteriores, a pesar de que ardieron más desechos en otras ocasiones. En todos los años comprendidos entre 2015 y 2019 se procesaron más de 350.000 toneladas de basura, por encima siempre de la cantidad que se trasladó el año pasado a la central.

"No existe una relación lineal entre las emisiones y las toneladas tratadas", explica Tersa a EL PERIÓDICO. "Se trata de parámetros que se ven influidos durante el proceso de valorización por la variabilidad en las condiciones y la composición del residuo entrante, que no es homogénea", aduce. Sostiene que esa "diversidad puede provocar fluctuaciones en las emisiones, como se puede observar con el fluorhídrico, que ha registrado una disminución significativa por el mismo motivo".

La planta tiene autorizado gestionar hasta 360.000 toneladas anuales de residuos, un límite que superó en 2016 y 2017. El año pasado se apuró el 95,23% de la capacidad que la Generalitat concede a la empresa.

La expulsión de CO2 también alcanzó niveles de récord en 2023 en cuanto a las emisiones totales de la incineradora. La suma del componente contaminante diseminado por la quema de basura, las derivadas del transporte de materias primas y los desplazamientos del personal, entre otros, creció a 403.323,26 toneladas, un 40,2% más que en 2022.

El conjunto del grupo Tersa (formado por las empresas Tersa, Semesa y Siresa) desperdigó 449.436 toneladas de dióxido de carbono, una cantidad que es un 55,1% más elevada que la de 2022. El dictamen de la compañía alega que las estimaciones del CO2 dispersado por los desplazamientos ‘in itinere’ de las tres firmas del grupo se han incluido en el cálculo a partir de 2023, lo que contribuye a que el resultado global se dispare en comparación con los años precedentes.

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