Precintadas en julio

El conflicto de difícil solución por el ruido de dos canchas en Barcelona: posiciones enquistadas y judicialización

Los salesianos de Rocafort advierten que la clausura ordenada por el ayuntamiento dificulta las clases de Educación Física, mientras un grupo de vecinos denunciantes pide garantizar que se respete el descanso

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El interior de manzana del Eixample, en Barcelona, con una de las pistas precintadas por ruido en primer plano.

El interior de manzana del Eixample, en Barcelona, con una de las pistas precintadas por ruido en primer plano. / VICTÒRIA ROVIRA

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

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La reivindicación de unos para que se permita practicar deporte y la defensa de otros para que se respete el derecho al descanso colisionan en un patio interior del Eixample, en Barcelona. La disputa viene de lejos dentro de la manzana encuadrada por las calles Rocafort, Floridablanca, Calàbria y Sepúlveda, pero se ha avivado con el precinto cautelar de dos pistas que el colegio de los salesianos y el Centre Esportiu Rocafort comparten bajo decenas de viviendas. 

Una jueza dio luz verde en julio al cierre cautelar del pabellón y la cancha descubierta situada justo encima. La orden proviene del ayuntamiento, cuyas mediciones dieron como resultado que el umbral de ruido permitido para evitar molestias en el entorno se infringía. Las denuncias de vecinos de las fincas que envuelven los terrenos de juego precedieron a la notificación de clausura. La escuela y el centro deportivo combaten la decisión del consistorio con sendos contenciosos en el juzgado. 

A la espera de si el gobierno local acepta los últimos informes de los salesianos y el gimnasio para reabrir al menos la pista cubierta, la discordia que ha aflorado en el patio augura una difícil reconciliación. Muestra de ello es que las mediaciones que se promovieron tiempo atrás acabaron en fiasco.

La cantidad de vecinos que se queja es ínfima. Lo que les molesta es la propia existencia del centro deportivo. Es como una animadversión personal”, interpretan en el bando de los gestores de las pistas. “El problema no es cuántas denuncias hay, sino el ruido y que no se puede incumplir la normativa. Pueden decir lo que quieran, que el ayuntamiento ha certificado que incumplen”, zanjan del lado de quienes trasladaron su malestar al consistorio.

Sin Educación Física

La hermandad religiosa de la escuela pone el acento en que el sellado de las canchas está “vulnerando derechos fundamentales de los niños y los adolescentes del centro”, alerta Narcís Frigola, titular del colegio Salesians Rocafort. Postula que “los perjuicios son importantes” para los 730 alumnos, “ya que hay grupos que no pueden hacer Educación Física por falta de espacio”, reseña. 

Los grupos que tienen clase [de gimnasia] a la hora que hay compañeros en el patio tienen que quedarse en el aula -lamenta el responsable de la escuela-. A veces, debemos juntar grupos de Educación Física de edades muy diferentes en el único patio que queda libre”. Además de juzgar que la resolución de cierre es “excesiva” y “desafortunada”, Frigola apunta a los residentes que acusaron a las instalaciones de perturbar la tranquilidad: “Nos han cerrado un pabellón que cumple con los parámetros en base a una queja de unos vecinos que no representan a todos”. 

El patio de la escuela Salesians Rocafort, en Barcelona.

El patio de la escuela Salesians Rocafort, en Barcelona. / VICTÒRIA ROVIRA

Dos de los habitantes de la manzana niegan que la base del problema se dé durante el horario lectivo. Ambos prefieren guardar el anonimato. En las escaleras hay división y los hay que quieren que el recinto deportivo retome la actividad sin más dilación.

Más de 80 decibelios

Los dos vecinos que conversan con EL PERIÓDICO sostienen que la incomodidad que les impulsó a pedir amparo al ayuntamiento se producía en horario extraescolar, por las noches entre semana y también en jornadas de asueto. “Había partidos hasta las 10 de la noche. No teníamos ningún día de descanso. Ahora en esta manzana se tiene fines de semana libres por primera vez en 30 años”, aprecian.

Aseguran que, mediante aplicaciones de móviles, registraron picos de “más de 80 decibelios” en las canchas ahora vetadas. El mapa municipal de capacidad acústica no autoriza más de 65 decibelios hasta las 23.00 horas en la zona y luego el límite desciende a 55 decibelios. Las infracciones deben probarse en base a un cálculo ponderado con diversas variables y con evaluaciones de 30 minutos. 

Los consultados expresan que, ante todo, los atosigaban los gritos de encuentros demasiado efusivos. Afirman que, en ciertas ocasiones, algún vecino fue increpado. “He vivido muchos años en un entresuelo de la calle Diputació, donde la circulación es continua, pero no es lo mismo un sonido constante que ruidos que son como disparos”, compara un entrevistado. 

Manifiestan que aún les causa incordio las actividades extraescolares para exalumnos. Comentan que se alargan hasta las 22.00 horas en el patio de los salesianos, ese sí en uso. “Cuando teletrabajo y hay gente jugando, es molesto -atestigua el padre de un menor-. Son horas en que mi hijo se va a dormir. Pagamos 6.000 euros por unas ventanas insonorizadas, pero aun así se escucha. Hemos llegado a irnos de casa y no hemos vuelto hasta la hora de la cena para no oír el ruido. Aquí hay muchos pisos con gente mayor, de alquiler y apartamentos turísticos. Si se volviera a como estábamos antes del precinto, nuestro piso también acabaría en Airbnb, porque no se puede vivir así”.

Pactar horarios

Las pistas clausuradas pertenecen a los salesianos. La escuela tenía un uso preferente y, cuando no las empleaba, estaban a disposición del Centre Esportiu Rocafort. El abogado del gimnasio, Eulogio Gallego, considera que el cierre se resolvió con unas medidas tomadas de forma incorrecta. “Se mezcló todo y no se dieron resultados diferenciados de cada espacio, cuando el pabellón cumple perfectamente”, alega.

El centro deportivo y los salesianos reclaman que la cancha cubierta vuelva a ser accesible sin necesidad de obras. “Ha sido un atropello precintarla -opina Gallego-. En la pista descubierta, veremos qué medidas se pueden intentar, aunque es difícil, porque una obra compacta no es posible”. La normativa impide construir a esa altura de un interior de manzana, tan próxima a las viviendas. Gallego destaca que, en los últimos años, “se han reducido horarios considerablemente, se ha puesto un coordinador en los partidos para que no haya gritos, se ha reducido aforo y se han suprimido silbatos y un marcador con ruido”.

Frigola aboga por “pactar horarios”: “No hay aislamiento acústico posible en la pista superior, porque no se puede tapar y quitar visibilidad a los vecinos. Y no se puede cerrar porque limitaríamos la actividad de centenares de chicos”. Los denunciantes son escépticos con que sea posible la reapertura sin insonorizar antes. “Es una actividad que no es compatible con las viviendas en un interior de manzana”, postulan. 

Gallego comenta que el ayuntamiento les ha planteado sustituir los partidillos de fútbol por sesiones de pilates o yoga. “Implica poner un monitor con micro, y quizá haga más ruido -supone-. Es complicado, pero tenemos que coexistir. Las pistas tienen licencia desde 1988 y jamás había habido queja, pero la permisividad ha bajado”.