Árboles con historia
Cuando no se podía plantar un árbol por orden militar: los pinos del Castillo de Montjuïc cumplen 62 años
La cesión de la instalación al ayuntamiento, en 1960, permitió añadir verde a su entorno, hasta entonces pelado para dificultar el escondite a un enemigo potencial
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El penúltimo soldado del Castillo de Montjuïc
Toni Sust
Periodista
Escribo sobre el Ayuntamiento de Barcelona y la ciudad desde 2016. Antes lo hice sobre Política social (2011-2016) y sobre Política catalana y española (2001-2011).
Profesor asociado de Periodismo en la UPF.
Pese al calor que se ha vivido en Barcelona la última semana, este jueves era considerablemente agradable pasear junto al Castillo de Montjuïc a las seis de la tarde. Como siempre, en el entorno de la instalación había deportistas y barceloneses paseando a sus perros. Visitando el castillo, básicamente turistas.
“Sigue siendo una zona poco aprovechada”, sostiene Manuel Marina, guía turístico y experto en transporte ferroviario. La cita con Marina es a cuenta de una de las historias de la montaña, que él conoce tan bien. Este jueves acudió a mostrar a este diario los pinos que fueron plantados debajo del castillo, en el lado que da a Barcelona, en 1962.
La primera zona polémica
Hasta entonces, ese terreno estaba pelado por orden militar. Porque constituía la primera zona polémica, como se denomina esta compartimentación, en la que estaba prohibido construir e incluso plantar árboles y vegetación. El motivo, garantizar la visibilidad ante la posible llegada del enemigo.
Cierto es, como subraya Marina, que la medida tenía en este punto un sentido relativo, porque en general el Castillo de Montjuïc ha servido para atacar Barcelona más que para defenderla del enemigo. Pero el caso es que ese terreno permaneció ‘calvo’ hasta hace 62 años.
Franco, con Porcioles
El 4 de junio de 1960, Francisco Franco acude al castillo para escenificar su cesión parcial de la instalación al Ayuntamiento de Barcelona. El dictador aparece en una foto de Pérez de Rozas dándole la mano al alcalde más emblemático del periodo franquista, José María de Porcioles. El castillo sirvió de cárcel durante años. Al iniciarse la Guerra Civil, hubo presos del bando franquista, y fusilamientos. Acabada la contienda, fueron los republicanos los presos y fusilados.
Pese a que esa cesión fue algo limitada, permitió a Porcioles acabar con el yermo que rodeaba el edificio. El consistorio encargó la plantación de pinos al empresario Jaume Mitjans Cucurull. El Servicio Municipal de Parques y Jardines lo definía como los trabajos de plantación “entre la muralla del Castillo de Montjuich y la carretera al funicular”, espacio que se corresponde con esa primera zona polémica. La segunda zona polémica, con otras restricciones, está debajo. La tercera, que solo permitía construcciones de cinco metros, fue anulada en 1869, lo que permitió el nacimiento del barrio del Poble-sec.
El empresario
Mitjans, que tenía 28 años cuando recibió el encargo municipal, fundó la empresa JACOMISA -jardines y Construcciones Mitjans SA- y logró gestionar gran parte de la jardinería pública de Barcelona. La empresa llegó a tener 250 trabajadores. Él falleció a los 86 años, en 2020. Jardineria Mitjans sigue en funcionamiento.
Marina, algo molesto por el olor – “Están descargando soja continuamente en los silos del puerto y el olor es entre dulzón y agrio”, se lamenta-, muestra los pinos que se ven junto al castillo y toma el camino que pasa junto al foso de Santa Eulàlia, donde fue fusilado Lluís Companys y donde la tarde de este jueves varias personas tiraban al arco.
Unos 10 minutos a pie siguiendo el perfil del castillo en dirección al Cementerio de Montjuïc llevan a una parte de la pineda plantada en 1962 en la que se conserva una de las placas que fueron instaladas ese año para dar cuenta de que el verde llegaba a la zona. “Ayuntamiento de Barcelona. Repoblación forestal”, reza la placa, colocada sobre un pie.
Las chumberas
Aprovechando el paseo, Marina enseña el inicio de la pared del lado que da al mar, donde hay una plantación de chumberas. Explica que un día que ya no recuerda alguien, allí se colocaron chumberas con la idea de dificultar la escalada por parte de un enemigo potencial. Como si del Muro de Juego de Tronos se tratara, aunque aquí no hay guillotina.
Al igual que con el veto a los árboles en el otro lado, Marina lo ve contradictorio e insiste: “Ya me dirás para que plantaron las chumberas si el castillo siempre sirvió para atacar la ciudad y no para defenderla”.
Después de la mili
Carles Baró, economista jubilado de 87 años en buena forma y con la memoria intacta, hizo la mili en el Castillo de Montjuïc, de 1957 a 1959. Se fue de allí, así, un año antes de la cesión a la ciudad. “Cuando plantaron los pinos yo ya no estaba allí”.
Recuerda el terreno sin vegetación, lo árido que resultaba. Y también recuerda referencias al porqué de las chumberas: “En el castillo nos explicaron que la plantación de chumberas era para dificultar la escalada”. Lo dicho: pinos que no podían plantarse y chumberas colocadas como engorro, vegetación con uso militar que nunca fue necesario, porque el único enemigo que llegó al Castillo de Montjuïc es el que se encontraba dentro.
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