El futuro de un eje lúdico
Los locales de ocio ya vendidos del Front Marítim de Barcelona podrían mantener la oferta nocturna
La incertidumbre sobre los cinco locales amenazados contrasta con la licencia vigente para los que fueron subastados
El gran eje de ocio del Front Marítim de Barcelona enfila su último año de contrato sin saber si será erradicado
La noche del Front Marítim de Barcelona exhibe millones, premios y seguridad contra su cierre

Entrada de la discoteca Latin Palace en el eje del Front Marítim, el pasado jueves. / Jordi Cotrina


Patricia Castán
Patricia CastánPeriodista
Periodista en El Periódico de Catalunya desde 1996. Ha ejercido de redactora y jefa de sección en Gran Barcelona. Especializada en los ámbitos de economía local, comercio, turismo, vivienda, ocio, gastronomía y tendencias urbanas.
Sea cual sea el desenlace del concurrido eje lúdico del Front Marítim de la Barceloneta, el ocio nocturno no morirá por completo en esta parte de Barcelona. Aunque no lograsen la continuidad los cinco locales amenazados de extinción, cuyo contrato finaliza en 2025, las licencias de discoteca siguen vigentes en los tres establecimientos de la zona que fueron subastados por el Ministerio de Hacienda en 2020. Es decir, Pacha seguirá siendo una discoteca, y los espacios conocidos como Bestial (ahora cerrado) y Latin Palace (antes Catwalk, en los bajos del Hotel Arts) podrían mantener dicha actividad, blindada por su licencia.
El debate abierto sobre el futuro de Opium, Shôko y Carpe Diem (con licencia de discoteca) y el restaurante Agua (que puede abrir hasta las 3.00 horas), así como el Ice Bar --formaban parte del lote conocido como Traplaya, que no fue subastado y que reivindicaba el ayuntamiento de Ada Colau-- se plantea como una disyuntiva errónea entre la consolidación o erradicación del polo de ocio. En realidad sería un tijeretazo parcial. El destino del resto de locales dependería de sus propietarios. En el caso de Pacha, que por derecho preferente adquirió Costa Este al ser su inquilino hasta la subasta, el grupo catalán afirma que seguirá siendo una discoteca. En cambio, el Bestial y el Latin Palace, en manos de Hovisa (la empresa propietaria del Hotel Arts), podrían cambiar de rumbo. Esta no se han pronunciado al respecto, pero en el sector se especula con que el primer local complementaría la oferta del propio hotel, al estilo 'beach club'. De hecho su terraza, ahora desmantelada, da justo a primera línea de playa.
En el caso de Latin Palace (que en otras etapas fue Luna Mora, Danzatoria y Catwalk) no parece probable que el hotel quiera mantener la discoteca como tal, aunque no hay certezas al respecto. En la actualidad todavía la explota un operador en alquiler, que a final de año la entregará a Hovisa. El hotel, a golpe de talonario, se hizo también con el bar Coconut, de modo que controla toda la oferta de los bajos o más cercana.

Noctámbulos a la entrada de Coconut y de Pacha, ambas subastadas en 2020. / JORDI COTRINA
En los años en que todos los locales (y otras muchas piezas de titularidad estatal en el litoral) estaban concesionados, hubo muchos movimientos y cambios de nombre y estilo. El único que no ha virado en todo ese tiempo fue el Agua, que opera el grupo de restauración Somos Esencia, y que está especializado en cocina marinera.
Los cinco establecimientos amnistiados temporalmente en 2020 por el Ministerio de Hacienda al finalizar su concesión de 30 años cuentan con un contrato de cinco años que acabará en verano de 2025. El Estado es ahora directamente su 'casero', sin intermediarios. En el caso de Opium era de dos años prorrogable hasta tres más, y también ha entrado en su recta final. El ayuntamiento debe decidir si mantiene los planes de Colau de destinar la mayor parte de ellos a la ampliación de instalaciones del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), pese a que como informa hoy este diario, está estudiando mejores emplazamientos para ello.
Distintas trayectorias
Por contra, Opium fue célebre durante años como Baja Beach, que tuvo un éxito apoteósico y fue un auténtico imán a la zona, al igual que la disco de los bajos del hotel en sus primeras vidas. Posteriormente el titular de la concesión lo alquiló al grupo Costa Este, que lo convirtió en su buque insignia. Es el mayor local de la zona, y también la discoteca más grande de Barcelona, por donde han desfilado algunos de los mejores disc-jockeys del mundo.
En el caso de Shôko, que tripula el empresario Jose Veguin, en la etapa inicial se llamó Magic Barça. Tanto este como Opium figuran entre los mejores clubes del mundo y ejercen también de restaurante, por su doble licencia.
Carpe Diem Lounge Club (CDLC) es la discoteca más pequeña y coqueta del eje, también alquilada a la misma empresa concesionaria durante toda su trayectoria, y cuyo grupo titular (liderado por el empresario Robin Bravenboer) cuenta también con varios restaurantes en la ciudad. En una anterior etapa se llamó Tex Mex. Como Carpe Diem se ha hecho famosa por atraer a muchas 'celebrities' internacionales de paso por la ciudad.
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