Manual de instrucciones para descubrir el nuevo Time Out Market gastronómico de Barcelona

El primer Time Out Market surgió en Lisboa en 2014 y en la actualidad ya tiene hermanos en nueve ciudades, de Nueva York a Ciudad del Cabo. Próximamente abrirá en Osaka, Vancouver y Budapest, avanzan. Se concibe como un mercado gastronómico y cultural que quiere reunir bajo a un mismo espacio a algunos de los mejores chefs y locales de la urbe donde se ubica, en un formato de selección dispar, que va del 'fast food' de calidad a la cocina de autor. Pero además de comer, se proponen actividades y otros reclamos que conformen la experiencia lúdica, siempre enfocando sobre todo al público local aunque acabe atrayendo también a muchos viajeros. La selección la realiza el equipo editorial de esta publicación internacional y los espacios se alinean junto a un gran comedor compartido que ejerce de escaparate de la oferta. En Barcelona han invertido unos 13 millones de euros. Los operadores han pagado un importe por instalarse, y además del alquiler deberán abonar un porcentaje de sus ingresos a Time Out, que gestionará el montaje.

Time Out elige operadores entre los que considera los mejores, aunque obviamente la alineación final depende que los operadores puedan afrontar la inversión en el proyecto. Se aglutinan desde talentos emergentes a figuras consagradas, enfatizan. En Barcelona el mix lo integran las propuestas de dos chefs con dos estrellas Michelin cada uno, que tienen espacio con nombre propio Jordi Artal (de Cinc Sentits) y Fran López (de Xerta), las carnes y brasa de Darvaza, el nuevo talento creativo de los cocineros e impulsores de BaLó, los arroces de Can Ros Barceloneta, la cocina de mercado de Casa Amàlia (el único estructurado como un restaurante independiente), la mexicana de Xuba Tacos, el marisco (del clásico a propuestas creativas) de RiasKru, el tapeo de siempre Bar Nuri, el elegante recetario catalán de Casa Guinart, las pizzas de La Balmesina, las hamburguesas de La Real Hamburguesería, la japonesa de Monster Sushi, los postres de Bubó, los cafés de Café de Indias, los cócteleres de la premiada Paradiso, las 'delicatessen' del Colmado Múrria y dos bares. Cada uno ha diseñado su espacio y en principio han contratado cuatro años.

El mercado gastronómico abre 364 días al año (menos en Navidad) de 10.00 de la mañana hasta la medianoche. Es decir que se puede desayunar, comer, merendar o cenar. Las cocinas son ininterrumpidas. Cada comensal elige lo que quiere comer en tantos puestos como desee y los consume (solo, en pareja, familia o en grupo de amigos...) instalándose en las largas mesas compartidas, de forma que todo el mundo interactúe visualmente y sea partícipe del gran festín de sabores diversos. No hay un tíquet medio porque es posible consumir desde una pieza de sushi de tres euros o unas bravas a 6,90, hasta una mariscada de 46 euros o un chuletón de kilo. El gasto será tan flexible como el presupuesto y el apetito de cada uno. Las bebidas pueden adquirirse en las mismas barras de cada espacio, o bien en los dos bares que llevaTime Out, uno de ellos de Damm. Cada establecimiento tiene su propio personal, aunque la vajillas y cubiertos son comunes a todo el market.

Dentro de su vocación de "no ser una trampa para turistas" sino un espacio que encandile a los barceloneses, la organización hace varios guiños, como exponer los platos en las pizarras en catalán y castellano, siendo necesario descargarse un QR para verlos en inglés. Pero también quiere ser escenario de la oferta cultural de la ciudad, con una programación intensa todo el año. Anuncian talento local (actuaciones los jueves por la noche), DJ los sábados por la noche y el plan Just for your kids para familias los fines de semana. La propuesta incluye un espacio para eventos y un estudio de pódcast. También se han instalado diversos murales a cargo de artistas locales.

El año pasado se anunció que Maremagnum invertiría 15 millones de euros para fomentar su oferta gastronómica y cultural, y para mejorar sus instalaciones comerciales. Tras un año de obras, el recinto encarrila el final de los trabajos, que dentro del recinto culminarán a finales de otoño, según fuentes del grupo propietario francés Klepierre, que eleva ahora esa cifra hasta los 18 millones, sin contar otras actuaciones exteriores pendientes que liderará el Port de Barcelona. A estas alturas los cambios más visibles son las escaleras mecánicas que conducen directamente desde el exterior a la planta del Time Out Market, así como los 600 metros cuadrados ganados tras cubrir una parte del espacio en el lado norte, o la renovación de las cubiertas, pero quedan pendientes algunos cambios estéticos, explican a este diario. Aunque algunos locales se ven todavía vacíos, los nuevos operadores y marcas ya tienen en marcha las obras y se están cerrando algunos contratos finales que supondrán que a partir de la próxima semana solo quedará disponible un 3% del espacio comercial. El recinto sumaba entre 11 y 12 millones anuales de visitantes antes de la pandemia, pero gracias a las nuevas tiendas, al tirón del mercado gastronómico y a las mejoras desarrolladas esperan superar los 15 millones a partir del próximo año.