Protección de los parajes protegidos

Collserola se salva (por ahora) de la quema catalana de torres de vigía para detectar incendios

Collserola, un polvorín que registra un incendio cada 10 días

El Govern solo ha invertido en el parque natural el 4,6% del dinero prometido

collserola

collserola / Jordi Otix

Carlos Márquez Daniel

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Las torres de vigía contra incendios se están perdiendo en Catalunya. Se sigue trabajando en la prevención del fuego, pero de otra manera. Un poco menos humana. Lo que pasa es que se han juntado dos cosas: la irrupción de las nuevas tecnologías y, en menor grado, pero también importante, la necesidad de ahorrar. Ahora hay menos personas realizando esta tarea de control -y menos sueldos- y más cámaras (algunas, con infrarrojos) y drones, amén de los avisos al 112 por parte de la ciudadanía, que antes no pero ahora sí, llevan un equipo multimedia en el bolsillo. Un 'smartphone', vamos. Pero estos nuevos sistemas, que van ganando terreno, todavía no han dado el salto a Collserola, donde se mantiene el método de toda la vida: forestales en lo alto de estos faros metálicos que se pasan el día vigilando el parque natural. Este año volverán a desplegarse durante toda la campaña estival, que dará comienzo a finales de mayo y terminará a principios de septiembre. Hay ocasiones, en las que, cuando las cosas analógicas van bien, la modernidad y la renovación se quedan en el rellano.

Raimon Roda, director gerente del Consorcio del Parque Natural de Collserola, admite que el pulmón de Barcelona "se está quedando solo" en la batalla contra los incendios a base de torres de vigilancia. El Área Metropolitana de Barcelona (AMB) dispone de 12 torres, seis de las cuales están dentro del parque, aunque el consorcio comanda otras dos, en Corbera y en Sant Climent de Llobregat. El dispositivo para este verano, que de hecho vigila todo el entorno metropolitano, no solo Collserola, se concretó en una reunión celebrada el pasado martes a la que acudieron totas las administraciones implicadas en la gestión forestal. Este año serán 37 efectivos.

Adiós, Foxtrot

Es un número similar al de ejercicios anteriores a pesar de que este año, la Torre de Collserola deja de funcionar como mirador de vigilancia. Foxtrot, se llamaba. Sí se mantienen las torres Mike, Kilo, India, Golf, Echo, Lima, Juliet y Romeo; estas dos últimas son las que quedan fuera del parque. Las otras cuatro -Sierra, Charlie, Bravo y Alfa- las controla la Oficina Técnica de Prevención Municipal de Incendios Forestales, dependiente de la Diputació de Barcelona. Quién sabe si con más medios económicos, el operativo sería más numeroso. Recuerden: el Govern solo ha puesto en este pulmón el 4,6% del dinero que prometió cuando lo declaró parque natural.

El primer dispositivo se puso en marcha en 1983. Desde entonces, el AMB (en sus distintas denominaciones), Diputació y consorcio, junto a los distintos cuerpos de seguridad e intervención, han ido siempre de la mano, evitando, por ejemplo, que ninguno de los 445 fuegos registrados desde enero de 2011, poco después de que Collserola fuera declarado parque natural, se descontrolara. En total, hay que vigilar 27.794 hectáreas forestales, de las que unas 8.300 pertenecen al pulmón barcelonés. No han sido pocos los rumores que señalan el fin de las torres de vigía, empezando por las que dirige la Diputació. Pero por ahora, siguen. Está por ver hasta cuándo.

Cámaras vs personas

Se ha demostrado que funcionan. Y seguramente por eso se han salvado de la quema, pero lo cierto es que en el resto de Catalunya empezaron a desaparecer en 2020, cuando el Govern decidió empezar a prescindir de las 48 estructuras repartidas por todo el territorio. Aquella primera oleada de cancelaciones afectó a 96 vigilantes que desde junio hasta septiembre trabajaban en dos turnos. El colectivo se quejó por la decisión de la Generalitat, alegando que se habían aportado datos falsos para justificar la decisión, como que solo hubieran detectado 37 incendios en los últimos 10 años. "Las cámaras no detectan el incendio, solo hacen el seguimiento", argumentaron. No se dio marcha atrás. Pero el pulmón barcelonés mantuvo sus pirulís.

La torre Golf, en Sant Pere Màrtir, con la torre de comunicaciones que se instaló en los años 70

La torre Golf, en Sant Pere Màrtir, con la torre de comunicaciones que se instaló en los años 70 / Jordi Otix

La radio-emisora, un mapa, los prismáticos, una cantimplora, brújula, algo ligero para comer, ropa cómoda, un buen conocimiento del terreno, un par de ojos bien entrenados y ser un poco amante de la soledad. Y nada de ir al tajo con sueño. Eso es básicamente lo que necesita una persona para encaramarse a lo alto de uno de estos torreones. Al advertir una columna de humo, por pequeña que sea, se avisa al centro de control y al resto de agentes implicados, detallando el lugar en el que se ha divisado el conato. Dicen los que conocen esta profesión, que las coordenadas que pasan se equivocan por no más de 20 metros de la 'zona cero' del conato.

Menos lluvia y canícula nocturna

En los últimos años, tal y como señala el parque en sus memorias anuales sobre prevención de incendios, se han producido dos factores que hacen todavía más importante el papel de estas torres. Por un lado el descenso de las precipitaciones, que además se concentran mucho en días concretos y en cambio hay muchas jornadas seguidas sin una sola gota, y por el otro, el incremento de las noches tropicales, en las que la temperatura no baja de los 20 grados.

¿Y por qué en Collserola se mantienen las torres de vigilancia si en otras partes, y en otros países, se apuesta más por las cámaras y otras tecnologías? Pues básicamente, concede el gerente del consorcio, "porque se ha demostrado que aquí este sistema nos funciona bien". Con lo que aplica eso de que si una cosa va bien, mejor no tocarla. Y más en este caso, donde hay tanto en juego. Aunque salga más caro. Lo que sí está en cartera es anular el centro emisor propio para incorporarse a la red de Radiocomunicacions d'Emergències i Seguretat de Catalunya (RESCat), gestionada por el Departament d'Interior.

El último gran fuego

Gracias a las torres y a los avisos recibidos en el teléfono 112, la respuesta a cualquier incendio en Collserola se produce entre 10 y 12 minutos después de haber saltado la emergencia. De hecho, aunque desde 2011 se han registrado 445 fuegos, la superficie media afectada de cada uno es inferior a media hectárea. El último gran fuego se registró el 11 de agosto de 1994. Fueron 150 hectáreas. La cosa se descontroló porque la mayoría de los efectivos se habían desplazado al centro de Catalunya, donde quemaban 9.000 hectáreas entre el Montseny y la Selva. El vigía debió verlo al tiempo. Está claro que él no falló.

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