El frágil pulmón barcelonés

Collserola, un polvorín natural que registra un incendio cada 10 días

incendi collserola

incendi collserola / Manu Mitru

Carlos Márquez Daniel

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Sea a través de las redes sociales o porque sucede ante nuestros ojos, ver una columna de humo que sale de Collserola genera una sensación de sudor frío e impotencia. No es como si se quemara la cocina de casa, pero sí despierta un peculiar sentimiento de sana propiedad: arde nuestro pulmón. Por suerte, habrán experimentado esta tensión en muy pocas ocasiones, pero que no les mienta la estadística visual, porque desde octubre de 2010, cuando fue declarado parque natural, se ha registrado un fuego cada 10 días. La mayoría son pequeños, pero no dejan de ser llamas que podrían descontrolarse. Por suerte, la prevención ha funcionado hasta ahora y además se actúa en una media de entre 10 y 12 minutos. En cualquier caso, un polvorín que da muchos más sustos de lo que parece y que este verano, por mucho que llueva durante el mes de mayo, promete tener en alerta máxima a todos los efectivos encargados tanto de la gestión forestal como de la extinción.

El último incendio de grandes dimensiones en Collserola se produjo el 11 de agosto de 1994, día en el que se quemaron 150 hectáreas. Se tardó en actuar porque aquella misma mañana se estaba produciendo uno de los mayores fuegos de la historia reciente de nuestro país y muchos efectivos se habían trasladado al centro de Catalunya. Entre el Montseny y la Selva, dos focos se unieron y calcinaron cerca de 9.000 hectáreas, una superficie, curiosamente, muy similar a la del parque natural de la capital catalana.

Crudeza ambiental

Desde enero de 2011 hasta diciembre de 2022, en Collserola se han registrado un total de 445 incendios, es decir, uno cada 10 días. La parte buena, o la menos mala, es que se han quemado 'solo' 156,26 hectáreas, con medidas muy desiguales, desde las casi 40 hectáreas de 2016 hasta las poco más de dos en 2022. O sea, que se ha quemado lo mismo en 12 años que en ese fatídico jueves postolímpico. La media anual, entre 1990 y el año pasado es de 45 incendios anuales y la superficie afectada en cada uno, de media, no supera 0,5 hectáreas.

Pensarán que no estamos tan mal, pero tengan en cuenta que el de 1994 se desbocó, en parte, por no poder responder a tiempo. Repitamos la cifra: 445 fuegos que pudieron terminar muy mal. Eso es mucha jugársela. Y en el corazón del área metropolitana. Y ahora, además, se le suma la crudeza ambiental del cambio climático, y una vegetación que no pasa por su mejor momento.

Tareas de extinción de un incendio que se originó cerca de la Arrabassada el 14 de agosto de 2003

Tareas de extinción de un incendio que se originó cerca de la Arrabassada el 14 de agosto de 2003 / Ferran Nadeu

Hace un mes, un centenar de vecinos del pulmón barcelonés cortaron la C-16 para reclamar más recursos destinados a la gestión forestal y la prevención. "Queremos más cabras y menos cabrones", rezaba alguna de las pancartas. Eran parte de las 14.000 personas que viven o dentro de Collserola o en su zona de influencia inmediata. Es una de las peculiaridades de este parque natural, que además de estar poblado tiene tres carreteras, una autopista y una red ferroviaria que lo atraviesan, además de un parque de atracciones, dos funiculares, una veintena de restaurantes, una decena de merenderos, una gigantesca torre de comunicaciones y seis millones de visitantes al año, que se dice pronto.

Milagro a medias

Raimon Roda, director gerente del Consorcio del Parque Natural de Collserola, prefiere no hablar de "milagro" cuando se le pregunta por la ausencia de grandes incendios en estos últimos años, los más secos desde que el Observatorio Fabra empezó a tomar medidas meteorológicas en 1914. Y de los más calurosos: en 2022, la temperatura media fue de 18,1 grados, 3,3 grados más que la media registrada entre 1914 y 2021. En cuanto a la lluvia, cayó la mitad que lo recogido en el último siglo. Sí, este mayo pinta bien en cuanto a precipitaciones, pero no bastará para revertir las pésimas condiciones del monte. Es decir, tendremos un verano con la vegetación en formato caramelo para un buen sobresalto.

Un par de aviones se esmeran sobre unas llamas sobre Canyelles, en septiembre de 2016

Un par de aviones se esmeran sobre unas llamas sobre Canyelles, en septiembre de 2016 / Ricard Cugat

Explica Roda que el pasado abril se alcanzaron niveles récord de humedad, propios del mes de julio. "Mayo nos puede dar un respiro, pero no mejoraremos la situación de sequía". En los últimos años, prosigue el gerente de Collserola, los avisos de alerta y prealerta se han disparado. "El nivel alfa 3 (el más alto), no se había activado nunca en Barcelona hasta hace dos años". Es una alerta que puede derivar, como pasó hace un mes en Montserrat, en un cierre absoluto de la zona afectada. No se plantea que los vecinos no puedan usar las carreteras para moverse, pero no sería descartable, sostiene Roda, que haya ciertas restricciones, como por ejemplo en el uso de merenderos. ¿Y los caminos? "Quizás tengamos que pedir que la gente no acceda a determinas zonas".

Reunión a la vista

Para controlar los incendios, Collserola despliega un dispositivo especial que pone en marcha entre finales de mayo y principios de septiembre, cuando la incidencia de fuegos se multiplica por cuatro respecto al resto de meses del años. El miércoles de la semana que viene, todas las instituciones implicadas en el tema, como hacen cada año por estas fechas, se reunirán para marcar la hoja de ruta del presente ejercicio. Se verán en Can Coll.

Tareas nocturnas sobre el suelo calcinado el 8 de junio de 2021 encima de Vall d'Hebron

Tareas nocturnas sobre el suelo calcinado el 8 de junio de 2021 encima de Vall d'Hebron / Jordi Otix

El parque dispondrá de 36 personas destinadas a controlar todo el perímetro del pulmón barcelonés. Para ello disponen de 13 torres de vigilancia, de las que nueve está gestionadas por personal del consorcio. Tienen nombres de lo más peliculero: Sierra, Romeo, Mike, Foxtrot, Eco, Lima, Charlie, Bravo... Estaría muy bien disponer de más dinero, pero el presupuesto anual da para lo que da. Aunque, según lo prometido por el Govern en octubre de 2011, las cuentas de la montaña de Barcelona deberían ir mucho más sobradas.

Dinero pendiente

La declaración de parque natural la anunció el 'conseller' de Medi Ambient Francesc Baltasar el 19 de octubre de 2010. Aquella decisión dotaba al pulmón de mayor protección, y la Generalitat se comprometía a igualar a partir de 2013, la inversión que cada año salía de las arcas del Área Metropolitana de Barcelona y de la Diputació de Barcelona. Es decir, unos 2,6 millones, que es lo que ponía cada una de estas administraciones. Basta con consultar las memorias anuales del parque para darse cuenta que aquella promesa jamás se cumplió. Empezaron bien, con 718.000 euros en 2011. Pero en 2012 -en plena crisis y en plena era de recortes, todo hay que decirlo-, bajaron a 100.000 euros. Pagaron lo mismo hasta 2017, año en el que se estiraron un poco y subieron a 140.000 euros. En 2021 fueron 154.000 euros...

28 de julio de 1998. Un bombero, al que le ha caído encima la descarga de un helicóptero, en una zona quemada encima de Sarrià

28 de julio de 1998. Un bombero, al que le ha caído encima la descarga de un helicóptero, en una zona quemada encima de Sarrià / Joan Castro

Cuenta una de los expertos que más conoce Collserola que los incendios son hoy "mucho más rápidos que antes". "Unas llamas que te avanzaban en media hora, ahora ya las tienes encima en la mitad de tiempo, porque la vegetación está fatal. Sin prevención, un día vamos a tener un susto muy gordo". Por lo pronto, y aunque no lo veamos, uno cada 10 días.

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