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Dónde avistar ballenas en Barcelona

Eclipsarían de un soplo hasta el debate sobre el bebé de Ana Obregón. Es el segundo animal más grande del mundo. Acaba de empezar la temporada de rorcuales en la costa catalana. Hay 4 barcos que admiten tripulantes para buscar a estos cetáceos

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barcelona/rorcual comun salto mar a la vista.jpg / Mar a la vista

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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“¡Ballena a la viiiistaaaaa!”. Se te corta la respiración al ver el chorro de casi 10 metros en el horizonte. Piel de gallina y ojos de Nemo al escuchar in situ ese soplo de gigante. La estampa peliculera deja más bocas abiertas que al enumerar los lugares de trabajo que se han hundido al paso de Toni Cantó. Estás a apenas una hora y pico en barco del Port Olímpic de Barcelona. A menos de 100 metros coletea un rorcual común con parsimonia de documental de La 2. Es un mastodonte que miraría por encima de la aleta a Moby Dick. El segundo animal más grande del mundo, solo por detrás de la ballena azul. 24 metros pueden alcanzar estos rascacielos marinos. Eclipsarían de un soplo hasta el debate nacional sobre el bebé de Ana Obregón. Desde este barco se les ha visto incluso saltar.  

'Ría de Ferrol', se lee en el casco. Es un barco de madera de esos que crujen con nostalgia: data de 1949. El primer barco tradicional que embarca a turistas para avistar ballenas. Sí, ballenas en el Mediterráneo. Acaba de empezar la temporada: de marzo a junio, la costa catalana, especialmente la del Garraf, se convierte en una autopista de rorcuales. De Barcelona, Sitges y Vilanova i la Geltrú salen a buscar cetáceos cuatro embarcaciones que admiten tripulantes neófitos.  

Nota a pie de aleta: para salir a observar cetáceos se necesita la autorización previa del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico. Hay una normativa que regula la navegación con estos animales: no te puedes acercar a menos de 60 metros, nunca cruzarse en su rumbo, se prohíben los ruidos fuertes e incluso se recomienda no hablar durante el avistamiento

Sergi R. Basolí navega en el 'Ría de Ferrol' con su perrita marinera, Nirvana.  

Sergi R. Basolí navega en el 'Ría de Ferrol' con su perrita marinera, Nirvana.   / Ferran Nadeu

“Lo que queremos hacer es proteger el mar”, se presenta el capitán del 'Ría de Ferrol': Sergi R. Basolí, 39 años, 9 con Nirvana de fondo. Así se llama la perrita con chubasquero chillón que te mira con cara de tirarte por la borda si le ofreces una Biodramina. Habrán navegado juntos 15.000 millas. Sergi la adoptó en Cerdeña durante su periplo de cinco años en kayak por el Mediterráneo. Ahora le acompaña a avistar ballenas. “Mar a la vista”, se llama el proyecto. “Ocio sostenible”, resume el capitán. En dos años habrán observado una veintena de ballenas, calcula. Tienen 12 fotoidentificadas en el catálogo. ¿Su meta sostenible? “Crear conciencia a través de la experiencia directa con ellas”. 

“Las ballenas tienen algo especial –dice al lado Julia-. Te hacen sentir mucho respeto. Cuando tienes el viento a favor, a veces incluso escuchas la respiración. Pone la piel de gallina, pero a la vez da paz”. Julia Gostischa habla de ballenas con pasión de madre. Lleva avistándolas una década: de Barcelona a Nueva Zelanda, pasando por el santuario italiano de Pelagos. Es la bióloga marina que acompaña a la tripulación del ‘Ría de Ferrol’. ¿Lo más increíble que ha presenciado? “El salto”, responde al segundo. “Fue el 28 de mayo del año pasado”, pone fecha de carrerilla. “Es bastante raro”. 

Mar a la vista estrena su temporada de ‘whale watching’ el próximo viernes, sábado y domingo de Semana Santa. Son travesías de 7, 8 horas desde el Port Olímpic (90 €). Además de buscar cetáceos, enseñan vela tradicional. Hasta junio, prevén salir 2, 3 veces por semana. Y no, no siempre ven ballenas. “Es la naturaleza, no un acuario”, justifica Julia. “Pero todos los avistamientos tienen su fascinación: vemos tortugas, tiburones, pájaros… Y la cosa más rara que solo he visto aquí –se ríe-: peces luna saltando”.   

Hace apenas unos días que se avistó una ballena con su cría entre Comarruga y Calafell. Las captó con dron el equipo de la asociación Edmaktub. Una buena noticia con trasfondo de preocupación: hacía seis años que no veían una escena parecida.   

Hace una década que esta organización sin ánimo de lucro estudia ballenas con puerto base en Vilanova y la Geltrú. Proyecto Rorcual: es su buque insignia. La primera investigación que estudia en profundidad el periplo de estos mastodontes en peligro de extinción por la costa catalana: desde Palamós hasta Ametlla de Mar. Ya acumulan 237 ballenas en su catálogo de avistamientos, según la memoria del 2022 que han presentado esta semana. ¿Las primeras conclusiones del proyecto? Que los rorcuales no están de paso por el Mediterráneo catalán, llevan insistiendo 5 años. “Vienen a comer”. 

“No somos una empresa de whale watching”, advierte Eduard Degollada, el presidente de Edmaktub. “Nosotros lo que hacemos es salir a hacer investigación”. Aceptan tripulantes siempre que haya disponibilidad (4 personas por día como mucho). “Abrimos un poco la puerta –detalla el capitán- a que gente interesada haga una aportación y nos ayude” (120 euros por persona). Este es el calendario.

Durante los tres meses de campaña, hacen salidas diarias (siempre que el mar lo permite) a bordo del 'Maktub', así se llama su catamarán. Son jornadas de investigación de 6 a 10 horas en el mar (depende de las condiciones meteorológicas). “Se trata de aprender –detallan- cómo se realiza la investigación de campo con cetáceos”. Se apunta todo. Todo. Aves marinas, peces, incluso medusas. 

Ocho especies de cetáceos

Otra entidad sin ánimo de lucro con la que embarcarse a otear aletas es la Associació Cetàcea. “Estamos realizando un estudio científico –advierten también en su web-, no somos una empresa de whale whatching”. Son salidas divulgativas por la costa del Garraf. De 8 a seis de la tarde. Ellos parten desde Sitges. (El barco lo cede un miembro de la asociación). Intentan salir cada fin de semana durante todo el año, no solo en temporada de rorcuales. El importe es de 60€ por persona (48€ para los Amigos de Cetàcea). “Aquí nadie cobra –afirma Núria Marco, bióloga y voluntaria-, todos somos colaboradores. Ese dinero va a financiar las salidas básicamente”.   

Esta temporada ya han visto dos rorcuales y un cachalote (en la captura de arriba de Instagram). Hay un truquillo para diferenciarlos de lejos: “El soplido del cachalote es torcido y el de la ballena es recto”, te chiva la bióloga. “La gente se va a paraísos tropicales buscando cosas impresionantes –añade- cuando cerca de Barcelona puedes encontrarlas en dos horas”. El año pasado consiguieron avistar las 8 especies de cetáceos del Mediterráneo: rorcual común, cachalote, delfín mular, listado y común, calderón gris y común y zífio de cuvier. ¿Lo que han aprendido en estos 9 años? “Que las aguas del Garraf son muy ricas –responde la voluntaria- con mucha diversidad. Simplemente hay que mirar”. 

La cuarta embarcación donde avistar cetáceos es la de Depana, asociación ecologista con más de un millar de socios. “Todos voluntarios”, puntualiza David Rodès. Es el responsable de navegación de la entidad. Capitán, geólogo, librero. Cuando no está navegando, está rodeado de libros antiguos en la Llibrería Rodés (Banys Nous, 8).  

Hace más de 20 años que hizo un curso de observación de cetáceos. Hará ya 15 que empezó a capitanear las travesías marítimas de Depana. “Lo planteamos como una alternativa a los delfinarios”, recuerda. Así siguen denominando las salidas. Hacen una al mes de promedio durante todo el año (excepto diciembre, enero y agosto) desde Vilanova y la Geltrú. La próxima es el 16 de abril. “Es una actividad social abierta –apunta el capitán-. El objetivo es la concienciación sobre la conservación y el conocimiento de los cetáceos” (45 € socios y 60 €, los no socios). También recogen datos y tienen catálogo de fotoidentificación de aletas. “Ya hay gente –asegura el patrón- que viene año tras año”. 

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