Desayuno preelectoral

Jordi Martí Grau (BComú) enciende al empresariado: “Hay que dificultar el uso del coche”

El número 2 de Ada Colau sostiene que emergencia climática exige mejorar el transporte público y a la vez “forzar” a los conductores a dejar el vehículo en casa

El teniente de alcaldía Jordi Martí Grau (Bcomú) en el desayuno coloquio de la asociación empresarial ACEDE, como sustituto de Ada Colau

El teniente de alcaldía Jordi Martí Grau (Bcomú) en el desayuno coloquio de la asociación empresarial ACEDE, como sustituto de Ada Colau / Georgina Roig

Meritxell M. Pauné

Meritxell M. Pauné

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Al teniente de alcaldía Jordi Martí Grau le tocó un papel difícil este miércoles. Sustituía a la alcaldesa Ada Colau, la única cabeza de lista que no ha acudido al ciclo de desayunos preelectorales organizado por la entidad empresarial ACEDE y que narra El Periódico en exclusiva. Martí, que será número 2 de la lista de los 'Comuns', expuso los fundamentos de las políticas del partido los últimos 8 años en Barcelona, ante un auditorio que no le era precisamente propicio.

Habló del papel de las ciudades, de las finanzas municipales, de turismo… Pero fue la movilidad la que encendió los ánimos y monopolizó el encuentro. Y es que parte de los emprendedores y directivos presentes residen en poblaciones metropolitanas y acuden a diario a la capital catalana, mayoritariamente en vehículo privado, por lo que han notado en primera persona el incremento de colapsos en hora punta. Por ello, a mitad de una intervención, el concejal logró un piropo que no esperaba: “¡Le agradezco mucho la claridad!”. Pronto el resto de asistentes secundaron el elogio.

El teniente de alcaldía Jordi Martí Grau (Bcomú) en un encuentro preelectoral organizado por la asociación empresarial

El teniente de alcaldía Jordi Martí Grau (Bcomú) en un encuentro preelectoral organizado por la asociación empresarial / Georgina Roig

Se referían a los argumentos de Martí sobre la reducción de la contaminación en Barcelona. Reconoció sin ambages que el cambio de hábitos tenía de procurarse con alternativas pero también con obstáculos: “Hay que actuar sobre el transporte público y hay que dificultar el uso del vehículo privado”. Sostuvo que el tráfico “no es una constante” sino “una variable fluctuante” y que “es obvio que al poner dificultades al acceso en coche hay un porcentaje de gente que se pasa a otros modos de transporte”. Se “evapora” este tráfico, en el lenguaje de los teóricos de la movilidad.

Martí presumió de tranvía, de metro en la Marina y de reducción tarifaria, mientras que aceptó todas las críticas a Rodalies, que tildó de “deficiencia indiscutible”. Aunque su partido forma parte del gobierno español, se puso de perfil y señaló a la ministra de Transportes, Raquel Sánchez (PSC), y al Govern de Pere Aragonès (ERC): “Hay un nudo competencial [entre Generalitat y Estado] que no acaba de deshacerse”. La línea del Maresme, advirtió también, “se tiene que replantear porque se la llevará por delante el cambio climático”.

La "cultura del coche" y la libertad

No obstante, también acusó de los atascos a la “cultura del coche”. “Hay mucha gente que viene a Barcelona en coche desde sitios muy bien comunicados”, sostuvo. Y lo ejemplificó con una “encuesta a pie de colapso” en Glorias los primeros días de estrenarse el túnel de la Gran Vía: “La mitad [de conductores] tenía una alternativa de transporte público más rápida y barata”.

No se movió de su posición por más que se quejaban los contertulios: “Una Barcelona atravesada por 700.000 vehículos al día, entre las rondas y el Eixample, es una condena de mala salud para sus habitantes”. Así, rechazó la sugerencia de un consultor asistente, que le recomendaba incentivar en vez de entorpecer: “Cuando vives una emergencia climática, no puedes hacer solo medidas propositivas al estilo ‘¡Vengan en metro, que es muy guay!’”. “¡Hay que forzar a este señor!”, respondió, jocoso, señalando al primer directivo que le había agradecido la sinceridad y que había explicado que dedica tres horas diarias a ir y venir del Maresme.

“¿Dónde queda la libertad de elegir?”, le inquirieron. “¡El Ayuntamiento no prohibirá a nadie entrar a Barcelona en coche!”, respondió, para recordar también que una ciudad tan “liberal” como Londres tiene “un peaje que cuesta una fortuna” para entrar en vehículo privado. Se mostró partidario de convertir todas las estaciones de tren en pequeños “park and ride” para que hubiera “muchos” en vez de unos pocos en las entradas de la capital: “Solo trasladaríamos los colapsos”.

El teniente de alcaldía Jordi Martí Grau (Bcomú) defendió las políticas de los dos mandatos de Ada Colau en un desayudo para socios de la patronal ACEDE

El teniente de alcaldía Jordi Martí Grau (Bcomú) defendió las políticas de los dos mandatos de Ada Colau en un desayudo para socios de la patronal ACEDE / Georgina Roig

También defendió extender el carril exclusivo para buses interurbanos de la Gran Via hasta el centro de la ciudad –hoy se queda en Glòries– aunque a algunos conductores se les lleven los demonios al verlo vacío el rato que están ellos parados: “Hacer atractivo el transporte público pasa por darle prioridad frente al privado”. Atribuyó a un momento de “cambio cultural” que el transporte público “no está del todo adaptado a las necesidades de hoy” pero insistió en que la mentalidad mayoritaria aún es que “el coche es una extensión de la casa”.

¿Más colapsos?

Es más, pronosticó que este desajuste iría a más, porque cada vez hay más movilidad laboral a escala regional, que trasciende el área metropolitana. “Barcelona genera mucha riqueza pero no puede garantizar que sus hijos vivan en ella”, aseguró. Y puso a su familia como muestra: “No hablo solo de los más vulnerables, yo tengo 4 hijos, todos con licenciatura, y todos viven en el área metropolitana porque no pueden permitirse Barcelona”. Otros fenómenos, como el teletrabajo, también centrifugan población: “Cada vez nos atrevemos a irnos a vivir más lejos de nuestro puesto de trabajo y esto será un reto, tendremos que dedicar a los desplazamientos más tiempo del que querríamos”, avisó.

Rechazó que las trabas al coche lleven a los catalanes a visitar menos la capital para comprar y disfrutar de la oferta cultural, lo que paliaría la dependencia del turismo, aunque admitió que no hay “datos” concluyentes. Si bien algunos tipos de comercio habían transmitido al consistorio “percepciones” en esta línea, la remontada de los teatros pospandemia le llevaba a pensar que no se había perdido este perfil de público.

Tercer mandato: "Dos tazas más"

No avanzó ninguna novedad ni promesa electoral, como sí habían hecho los alcaldables del resto de partidos, incluido su socio de gobierno, el PSC. Recordó que en 2015, en su primer debate electoral, Ada Colau ya se centró en combatir las desigualdades sociales y la emergencia climática. Y que en un tercer mandato seguirían siendo estas dos las prioridades: “Lo que proponemos este 2023 es continuar, dos tazas más, seguir haciendo Superilla, vivienda, plan de barrios…”. La estrategia electoral, pues, no tiene misterio: “A quién le guste lo que hemos hecho nos votará”.

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