Barrio en eclosión

La Marina del Prat Vermell reivindica que sus servicios crezcan al mismo ritmo que el 'boom' de vecinos

La Marina del Prat Vermell podría doblar población en un año: las cifras de una operación inmobiliaria inédita

Este barrio de Barcelona afronta la llegada inminente de más de un millar de vecinos y multiplicará por 20 su población en una década

Horizonte de nuevas promociones de viviendas y grúas en el barrio de la Marina del Prat Vermell, en Sants-Montjuïc.

Horizonte de nuevas promociones de viviendas y grúas en el barrio de la Marina del Prat Vermell, en Sants-Montjuïc. / RICARD CUGAT

Patricia Castán

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Los poco más de un millar de vecinos de la parte de la Zona Franca que desde que se reformuló el mapa de barrios de Barcelona se conoce como La Marina del Prat Vermell asisten desde primera fila a una de las transformaciones urbanísticas más radicales de la ciudad. Tan en primera línea que andan sumergidos hace unos pocos años en una espiral de obras, ruido y polvo y se sienten autorizados a evaluar la evolución y reclamar prioridades: bienvenido sea un barrio moderno que multiplicará por 20 su población (pasando a entre 25.000 y 30-000 vecinos en poco más de una década), donde casi la mitad de sus 12.000 nuevas viviendas serán protegidas y desembarcarán muchas jóvenes familias. Pero los residentes de siempre, que en un año recibirán a más de un millar de nuevos vecinos, piden rigor en el calendario y los tiempos, para que su Marina crezca a la par que los servicios y equipamientos que ahora brillan por su ausencia.

Desde la Associació de Veïns d'Eduard Aunós, en el corazón del Prat Vermell, Manel Coronado (también secretario de la Unió d'Entitats de la Marina) vive con ilusión esa transformación de la que daba cuenta EL PERIÓDICO la semana pasada. "Nos da la sensación de estar cada vez más conectados con el resto de barrios y también con la ciudad", tras años de aislamiento tanto físico como por déficit de transporte público. Confía en que, tal y como "está proyectado", el desembarco humano se acompase con el desarrollo de actividad y equipamientos. "Empezando por una guardería ya prevista, que será importante para las nuevas familias jóvenes y para los que ya viven aquí y necesitan conciliar", apunta.

Los entrevistados a pie de calle, desde la crítica constructiva hacen sus demandas. "Solo tenemos un Mercadona", dice María González, que a sus 41 años lleva toda la vida en esa área antaño algo estigmatizada, que ellos llaman aún 'casas baratas' con cariño, por mucho que la piqueta aniquilase el pasado más humilde de la zona para levantar en los años 90 los bloques donde viven muchos padres y abuelos de generaciones que ahora se mudan a las nuevas promociones.

Jubilaciones y nuevos locales en ciernes

Cuentan que hasta hace poco tenían dos tiendas de proximidad en la plaza Falset, que han cerrado con la jubilación de sus dueños, como tanto pequeño establecimiento que les abasteció muchos años. Aunque el perímetro más próximo a la Fira 2 ya sea un núcleo de actividad y oficinas (de instituciones y empresas), el tramo más cercano al mar está muy aislado en servicios de primera necesidad. "Hay que caminar hasta Alts Forns" para comprar muchas cosas, añade. Pero los bares, como el Perancho (Sovelles, 33) y sus aclamados pinchos de tortilla, aportan el calor que falta en otros ámbitos. Confían en que los nuevos bajos comerciales fluyan al compás del futuro pico demográfico.

Obreros en la zona en plena reurbanización de la Marina del Prat Vermell.

Obreros en la zona en plena reurbanización de la Marina del Prat Vermell. / RICARD CUGAT

Ella y Cristina Benítez, de 32 y también del barrio, tuvieron la suerte de que el primer bloque de obra pública de la zona, en 2020 (el único de compra) no tuviera una gran demanda. Lograron --justo antes del confinamiento-- una vivienda por sorteo y también alcanzaron una hipoteca. Pudieron cumplir con su sueño de seguir en la Marina del Prat Vermell, pero en obra nueva. A esa felicidad la falta solo algo de comodidad en el día a día: "Se necesitan más ambulatorios, un gimnasio, tiendas...", dicen. Y les sobran molestias por obras: "Está claro que hay mucho por construir, pero deberían prestar atención a los que ya vivimos, a los cortes de calles, los contenedores y papeleras que retiran o el ruido los sábados que también trabajan", relatan.

Ese arraigo, incluso tras los nubarrones del pasado por el lastre de la delincuencia y las drogas en algunas calles, se justifica en lo que llaman "calidad de vida". "Aquí nos conocemos todos, es como un pueblo; estás en Barcelona pero cerca de Montjuïc, muy tranquilo". Y enfatiza que en su vida solo le han robado en pleno centro de la ciudad. En la zona, la comisaría de los Mossos ejerce cierto efecto disuasorio hace ya unos años.

Otra residente de siempre, Juani junto a su esposo, se pasea como muchas tardes por el paseo de la Zona Franca hasta llegar al corazón del barrio contiguo de la Marina de Port, mucho más bullicioso y poblado. Su principal reivindicación es que se aceleren las obras, porque observa bloques de obra pública (el ayuntamiento tiene dos en recta final) que asegura que hace tiempo que debían estar listos y habitados. Pero también que se reforme el paseo que une los barrios, donde de momento se ha pintado la calzada, al estilo del urbanismo táctico, eliminando tráfico. El resultado hace torcer el gesto a algunos vecinos, ávidos de una rehabilitación cuyo proceso de participación ciudadana finalizó hace poco.

Equilibrio de antiguos y nuevos residentes

Coronado --igual que apuntaba el concejal del distrito, Marc Serra, hace unos días desde este diario-- está satisfecho con la planificación del crecimiento en términos de composición vecinal. Un 30% de vivienda del mercado público o protegida priorizará a los vecinos autóctonos, preservando el arraigo o la expansión familiar. Otros descubrirán el barrio buscando vivienda social o asequible. Pero también llegarán residentes para más de 5.700 pisos de mercado libre, por propia iniciativa y fe en el proyecto.

En los primeros pisos de alquiler libre se pagan entre 1.320 y 2.200 euros mensuales, lo que ha subido a la Marina del Prat Vermell al podio de las rentas más altas en la ciudad. Obviamente, el dato está distorsionado en tanto que el área cuenta con unos 1.500 habitantes en la actulidad (2022) y la única vivienda actualmente disponible se concentra en esos dos elegantes bloques. Pero la llegada de extranjeros y gente de toda la ciudad enrique la mixtura. De perfiles y de economías, evitando potenciales guetos de vivienda solo social, así como el riesgo de elitismo residencial. La planificación de las edificaciones evita interiores de manzanas aislados (más allá de algunas zonas comunes y piscinas), en busca de la deseable cohesión, que esperan que el tiempo confirme.

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