Nueve semanas para el 28-M

¿Está Barcelona llena de gente que votará a Colau y no se atreve a decirlo?

¿Llegó demasiado pronto Xavier Trias a su ‘prime’?

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Carátula Cocina de las municipales Ada Colau Yolanda Díaz

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Toni Sust

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A cualquier persona que viva en Barcelona le ha quedado claro hace tiempo que los que odian a Ada Colau la odian mucho y que muchos de los que la quieren la quieren más que a sus propios hijos. Pero lo que no es tan rotundo es que el primer grupo baste para impedir que vuelva a ser alcaldesa ni que el segundo le permita volver a dirigir la ciudad y mantener así la vara de mando municipal hasta 2027.

No falta quien considera (sobre todo entre los que la detestan) que Colau tiene opciones de seguir como alcaldesa, de ganar las municipales. Gente que sostiene que la alcaldesa tiene voto oculto como lo ha tenido tan a menudo el PP en Catalunya: porque quedaba mal, porque estaba mal visto votar a los populares. Eso supondría que para algunos votar a Colau ya no es lo que era en 2015, cuando se exhibía como respuesta a la vieja política. Quizá en estos ocho años la nueva política ha envejecido.

A por el voto indeciso

Pero también es cierto que siempre hay quien matiza las cosas, y en otras visiones lo que Colau tiene no es voto oculto, sino la opción sólida de lograr votos entre los barceloneses que aún no saben por quién decantarse, que en verano pasado eran la mitad, según los sondeos del consistorio.

¿Cómo lograría Colau eso según los teóricos que la aprecian? Una fórmula sencilla: porque los otros candidatos son peores, o porque no aportan activos más atractivos.

Moderación

Colau anunció en la red social instagram el pasado miércoles su intención de acudir el próximo 2 de abril a la presentación, en Madrid, de Sumar, el proyecto de la vicepresidenta del Gobierno Yolanda Díaz. La alcaldesa de Barcelona colgó una foto suya con Díaz en la que ambas muestra su afecto y la acompañó de un texto tan afectuoso como la imagen en el que, entre otras cosas, afirmaba: “Desde Barcelona sumaremos con fuerza a un proyecto que reivindica la diversidad y la alegría frente a los discursos de odio”.

“Aquellos que no quieren que nada cambie nos quieren solas, deprimidas y enfrentadas. Nos encontrarán juntas, alegres y decididas a conquistar un futuro mejor”, añadió Colau, que recibió una respuesta de Díaz: “Gracias, querida”.

Adiós, Pablo

No es ninguna sorpresa que Colau apoya a Díaz, pero a su entorno le gusta destacar que esa operación, en cuanto a imagen se refiere, se ha completado correctamente, y que la situación está clara. Que ya nadie asocia a la alcaldesa de Barcelona con Pablo Iglesias, como sucedía tiempo atrás. Y aunque solo parezca un detalle, no deja de ser un gesto para situarla en este terreno en el que afronta las elecciones municipales del 28 de mayo: sin mucha estridencia, sin aristas.

Díaz asusta menos que Iglesias. Es decir, a la gente que le asustan los proyectos como Podemos pero que son susceptibles de votar, aunque sea ocasionalmente, a una candidata como Colau. Y eso siempre va bien para acercar, o por lo menos no ahuyentar, al barcelonés citado más arriba, el que no sabe todavía que votará

Digestión preelectoral

Hasta ahora, la maniobra preelectoral más evidente de la alcaldesa ha sido la de fomentar la imagen de que el 28-M se elige entre ella y Xavier Trias. El mensaje caló lo suficiente con la foto de su almuerzo, que por cierto no presagiaba una gran digestión por parte de ninguno de los dos comensales.

En adelante, su entorno confía que la falta de solidez de sus rivales sea un activo para la alcaldesa, que en las encuestas ocupa, de media, la tercera posición, más allá de lo que digan algunas en concreto. Los de Colau creen que Trias irá perdiendo fuelle a fuerza de no tener propuestas rotundas que no sean relevarla. Del alcaldable de ERC, Ernest Maragall, creen que está hundido sin remedio, que ya no tiene posibilidades de ganar.

El gobierno de Colau y Collboni

De su exsocio, Jaume Collboni, creen que no ha presentado alternativas que destaquen, y que no podrá distanciarse lo suficiente tras un mandato gobernando con Colau. Sin embargo, en el PSC cunde la confianza en la victoria, la marca se ve fuerte, y la distancia con Barcelona en Comú se considera lograda.

Por ejemplo, sostienen los socialistas, la salida de Collboni del ayuntamiento ha propiciado un resultado concreto: ya nadie utiliza una expresión que la oposición ha empleado este mandato muy a menudo: “el gobierno de Colau y Collboni”.

Las alegrias que da la ‘superilla’

Barcelona en Comú pondrá en valor los proyectos que más han identificado su gestión, y entre ellos destaca la ‘superilla’, los ejes verdes, que en unos días ha dado varias alegrías al partido. Primero por las jornadas sobre el tema y la fiesta de este sábado, criticada, aunque poco, por la oposición. Y después, por la aceptación judicial de la querella presentada por el exarquitecto jefe de Pasqual Maragall, Josep Antoni Acebillo, contra la alcaldesa por la ‘superilla’, que siempre le permitirá hablar del tema.

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