Desenlace de un conflicto laboral

Readmitido el conductor de bus de Barcelona despedido por pintar cámaras de vigilancia

TMB cambia el despido por una sanción de seis meses sin empleo y sueldo tras la presión ejercida por CGT sobre el PSC

Juan Ramiro afirma que es el primer empleado al que la empresa reintegra tras echarle sin que medie un juicio entre ambas decisiones

El trabajador volverá a trabajar 11 días, desde el 27 de agosto, antes de prejubilarse

Dos autobuses de TMB en la plaza Catalunya, en Barcelona.

Dos autobuses de TMB en la plaza Catalunya, en Barcelona. / Ferran Nadeu

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Toni Sust
Toni Sust

Periodista

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Juan Ramiro, conductor de autobús de 63 años que lleva 20 años ejerciendo ese empleo en Barcelona, ha acudido este viernes a un acto de conciliación con Transports Metropolitans de Barcelona (TMB) para oficializar una decisión relevante. La empresa ha decidido readmitirle después de despedirle el pasado 27 de febrero. El despido será sustituido por una sanción de seis meses sin empleo y sueldo. El empleado, que técnicamente lleva casi un mes sin empleo, no ha llegado a cobrar el paro.

TMB echó a Ramiro, delegado sindical de la Confederación General del Trabajo (CGT), a raíz de que el pasado 26 de diciembre, día de Sant Esteve, pintó con un spray las carcasas que protegían dos cámaras de videovigilancia colocadas en el autobús que conducía ese día, el vehículo 2723 de la línea 22 de Transports Metropolitans de Barcelona (TMB). Según él mismo relata, no cayó en que una tercera cámara registraba su actuación. De hecho, subraya, nunca ha negado su responsabilidad. Afirma que pintó las cámaras porque se opone a “tanto control social” y quería impedir las grabaciones.

Escraches

Ramiro no oculta lo que hizo pero sí considera que hubo desproporción por parte de TMB, y cree que su papel sindical pesó en la decisión de echarlo. Por todo ello inició una lucha en la que le ha acompañado la CGT para exigir su readmisión. La forma que eligió para ejercer presión a la empresa contra su despido fue presentándose en actos de precampaña del alcaldable del PSC en Barcelona, Jaume Collboni.

¿Por qué Collboni? Porque la presidencia de TMB recae, como el área de movilidad en su conjunto, en el PSC, socio del gobierno de Ada Colau, aunque el candidato socialista ya no figura en él. La presidenta de la empresa es la teniente de alcalde Laia Bonet, la jefa de filas actual del PSC en el ayuntamiento desde que Collboni lo abandonó.

El factor electoral

Ramiro subraya que nunca antes TMB había readmitido a un despedido sin que mediara el ámbito judicial entre ambas decisiones: “Es la primera vez en la historia de la empresa que se readmite a un trabajador gracias a la acción sindical y presión. Nunca se había readmitido a un conductor por la presión de la gente. Siempre que habíamos dado la vuelta a situaciones de este tipo fue a través de juicios”.

No tiene dudas de cuál ha sido el factor decisivo: la cercanía de las elecciones. Subraya que bastó con dos escraches a Collboni. Bonet intervino y le recibió el 10 de marzo. El lunes 13 hubo una reunión entre representantes de TMB y CGT. Y allí se concretó oficiosamente el desenlace que ahora es oficial: readmisión y sanción de seis meses sin empleo y sueldo.

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“Seguiré con mi actividad sindical dentro de la empresa, eso no cambia. Me cojo la sanción no como un castigo, sino como una excedencia. Han jugado con el miedo y se han encontrado que no teníamos ningún miedo. Pagaré con estos seis meses pero con toda la alegría del mundo”, afirma.

‘The last dance’

Ramiro se marcará una especie de ‘Last dance’ (la serie que relata el último año de Michael Jordan en los Chicago Bulls) en agosto, cuando acabe su sanción. Volverá a trabajar el 27 de agosto y lo hará hasta el 7 de septiembre. Once días tras los que se prejubilará, el día 8. Confía en poder conducir autobuses en esas dos semanas cortas. Y capeará un bache que le venía con el despido: si este no se hubiera revertido, no hubiera podido jubilarse hasta los 65 o los 67 años. Por lo tanto, no se hará realidad la frase que un responsable de la empresa que un responsable iba repitiendo semanas atrás con ácida ironía: “Pobre Ramiro, que no se podrá jubilar todavía”.