Elecciones municipales 2023

Los cinco grandes desafíos de Barcelona que marcarán la campaña electoral

Qué se juega cada partido en las elecciones municipales de Barcelona

Las grandes esperanzas del PSOE y PP en Barcelona para el 28-M

Así puedes participar en Barcelona Entre Todos, el espacio de diálogo de EL PERIÓDICO sobre los principales problemas de la ciudad

La batalla por la alcaldía de la capital catalana se juega en un tablero de juego marcado por preocupaciones ciudadanas cronificadas

retos ayuntamiento ajuntament BCN Barcelona

retos ayuntamiento ajuntament BCN Barcelona

Jordi Ribalaygue / Carlos Márquez Daniel / Guillem Sánchez / Patricia Castán / Elisenda Colell

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Las elecciones municipales de Barcelona serán una batalla política de primera magnitud. Por un lado, el ejecutivo de Ada Colau y Jaume Collboni llega a las urnas tras dos mandatos, lo que le permite presumir de obra de gobierno pero también cargando con el desgaste de ocho años difíciles por la pandemia y la judicialización de varios proyectos estrella. Por otro lado, los partidos de la oposición apuestan fuerte para forzar un cambio, con alcaldables reconocidos y un programa de promesas y planes que ya asoma la cabeza.

En este enmarañado terreno de juego, EL PERIÓDICO se sitúa al lado del lector e inicia una cobertura informativa exhaustiva y centrada en las cinco preocupaciones ciudadanas que más sobresalen con tozudez en las encuestas municipales sobre el estado de la capital. Limpieza, movilidad, vivienda, seguridad y turismo aparecen como crónicos deberes pendientes de Barcelona, desafíos que reclaman la máxima atención a todos los aspirantes a gobernar la ciudad. Los cinco periodistas de la redacción especialistas en estas materias diseccionan por qué serán clave en los comicios de mayo.

Limpieza

Asunto sensible a pie de calle, la suciedad ha sido dardo habitual contra la alcaldesa Ada Colau y lo seguirá siendo en campaña. La impresión de que Barcelona está desaseada nunca había sobresalido tanto en las últimas tres décadas como ahora, a tenor del barómetro municipal. La inquietud por la dejadez se ha afianzado como el segundo problema de la ciudad en el sondeo de opinión del Ayuntamiento. Al mismo tiempo, se ha desplegado una nueva contrata de la recogida de basura, que eleva la inversión planificada por encima de los 300 millones anuales a partir de 2023, superior a los 245 millones desembolsados en 2021 tras frenarse la curva de gasto a partir de 2017 y decaer sobre todo con la pandemia. El gobierno local ha subrayado las bondades del nuevo servicio, si bien Colau ha admitido problemas por el retraso en la llegada de vehículos.

Movilidad

Algo tan cotidiano como moverse, desplazarse, ir de un sitio a otro, se ha convertido en carne de tertulia diaria en Barcelona. Algunas cifras ayudan a entender las razones. La capital catalana acoge a diario unos 540.000 vehículos que vienen del área metropolitana: 350.000 de los cuales cruzan el Eixample y 80.000 lo hacen concretamente por la calle de Aragó. El tráfico está prácticamente igual que en 2019 (un 4% por debajo) a pesar de todas las medidas impulsadas para reducirlo. Y la siniestralidad (el único registro relativamente optimista), ha caído un 22% respecto a los números anteriores al covid.

Barcelona tiene un problema con la movilidad. Porque está lo que puede controlar, como el transporte público, la instalación de carriles bici, la pacificación de calles; pero luego subyace lo que no está en sus manos, básicamente las conexiones más allá del perímetro urbano. Ahí juegan un papel fundamental el Govern, el Estado y el Área Metropolitana de Barcelona con las correspondientes competencias en transporte y carreteras. Rodalies, por ejemplo. O el Bicing entre municipios que incomprensiblemente no incluye la gran ciudad.

Todo, sin olvidar el urbanismo, el tablero sobre el que nos movemos. Pero no hay huevo sin gallinas, y parece que para blandir calles más silenciosas, primero hay que ofrecer alternativas a los que vienen de fuera. Un pez que se muerde la cola. Un pez que, por ahora, todavía va en coche.

Seguridad

La seguridad volverá a estar en el centro de la campaña electoral. La alcaldesa Ada Colau blandió este jueves un balance delincuencial favorable: en 2022, el año en el que la actividad económica ha recobrado el pulso al que latía antes de la pandemia, la delincuencia se ha reducido en un 14% con respecto a 2019. Las denuncias, además, reflejan que algunos de los delitos más inquietantes, como los robos con violencia o los robos en domicilios, también han descendido. En sentido contrario, han aumentado las víctimas de la violencia sexual o del maltrato en el hogar, dos datos que serán dardos al alcance del resto de candidatos. Colau, que en verano se defendió de las críticas alegando que los problemas de seguridad se magnifican en Barcelona en comparación con otras ciudades como Madrid, el jueves subrayó que ahora la capital catalana ha sido la ciudad del Estado que más ha contenido el repunte delincuencial.

Turismo

El turismo, que en 2022 se reactivó vertiginosamente tras lo peor de la pandemia, ha pasado en un lustro de ser una de las máximas preocupaciones de la ciudadanía a ocupar el 12º puesto en las últimas encuestas municipales, con solo un 2,9% de respuestas. El sector cree que tiene que ver con que el discurso municipal de BComú contra el volumen de viajeros se ha suavizado, aunque Colau siga su cruzada para reducir los cruceristas.

Tras el ‘reset’ de la Covid-19, sector, afectados y expertos insisten en reconducir el modelo hacia la calidad del turismo, que será el gran reto del próximo mandato. Un primer paso ha sido el incremento de los precios del alojamiento, así como la estrategia de Turismo de Barcelona de segmentar mercados y enfocar la promoción temática hacia los más rentables, sostenibles o convenientes. El impuesto turístico, de hasta 6,25 euros por visitante y noche este año, aún crecerá en 2024, lo que las patronales ven excesivo.

Vivienda

Barcelona es ya la ciudad con el precio de la vivienda más cara de toda España y la cuarta de toda Europa. Es el gran tema de conversación en cada bar, en cada esquina. Y lo que propulsó a Colau hasta la alcaldía de la capital, al ser activista por los derechos de la vivienda. Preocupa al electorado de forma transversal y desde varias perspectivas. Por un lado, los desahucios se cuentan por decenas a la semana y el ayuntamiento ha llegado a una cifra récord de familias realojadas en pensiones. Por otro lado, el alto precio de la vivienda empobrece el tejido social de los barrios porque vecinos y comercios de toda la vida abandonan el barrio, fenómeno que se conoce como gentrificación.

Muchas familias se ven en apuros económicos porque destinan más del 50% de sus ingresos a pagar la vivienda y los suministros básicos, cuando se recomienda que no supere el 30%. Así, muchos optan por compartir habitaciones, que también están subiendo de precio. En el caso de familias con menores una habitación puede superar los 600 euros al mes.