Patrimonio

Vídeo | Visita a las joyas que exhibirá el futuro museo del trabajo de Barcelona

Una nave alberga 2.100 reliquias industriales para un nuevo centro de interpretación en la Fabra i Coats de Sant Andreu

Reliquias industriales que se expondrán en la Fabra i Coats

David Garcia Mateu

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El pasado industrial de Sant Andreu, en vías de tornarse presente. Tras las verjas de las obras para transformar la nave F de la Fabra i Coats en el futuro Centro de Interpretación del Trabajo y la Ciudad de Barcelona se esconde un almacén repleto de historia. Es allí donde Amics de la Fabra i Coats, entidad que agrupa a 600 extrabajadores de este recinto, salvaguarda todo el material industrial que los propietarios de la sociedad fabril les regalaron.

Un total de 2.100 piezas documentadas que fueron recopiladas poco a poco por el antiguo jefe de mantenimiento y actual presidente de Amics, Pere Fernández. “Cuando la fábrica cerró en 2006, nuestra ilusión era montar un museo con todas estas piezas”, señala. Un sueño que empezará a tomar forma este 2023 con un primer espacio de exposición y una veintena de piezas.

Carros, bobinadoras y mucha grasa

Entre las altas y extensas estanterías del almacén se agolpan montones de artilugios, máquinas y aparatos. La bienvenida al forastero la da una bobinadora industrial. “Como esta había 417 máquinas en toda la fábrica”, recuerda Fernández, quién empezó a trabajar en la casa de las hilaturas con 14 años. “Es evidente que todo el material que se ha guardado ha tenido un uso muy intenso”, atestigua la conservadora y restauradora de bienes culturales, Aitana Valderrama. La razón: “Son piezas con muchos años, por lo que tienen impregnadas muchas grasas, ceras y aceites”.

“El carretón fue la primera pieza que restauré y me encontré con hasta tres milímetros de grasa, polvo y suciedad acumulada; fue muy difícil de limpiar, aunque al final decidí conservar las huellas dactilares que dejó un trabajador sobre el manillar”, añade Valderrama. Según sus cálculos, dedicará cerca de tres meses a restaurar las primeras 21 piezas que el Museu d’Història de Barcelona (MUHBA) ha decidido que se exhiban en primera instancia. Un trabajo que, eso sí, siempre realiza con su EPI de protección (mascarilla antipartículas incluida): “Los objetos metálicos están en un estado de oxidación muy exagerado y algunos, como esta sirena, contienen incluso pinturas que hoy ya sabemos que son ultratóxicas”.

Una colonia industrial dentro de Barcelona

Cabe tener en cuenta que la nave no solo guarda material industrial, sino también todo tipo de artefactos que ayudan al visitante del siglo XXI a sumergirse en las grandes compañías de principios del XX. “Aquí no había ningún servicio externalizado como sucede ahora; no entraban profesionales de fuera: la Fabra i Coats contaba con sus propios albañiles, carpinteros, litógrafos… incluso tenía su propio cuerpo de bomberos, con 33 profesionales divididos en tres turnos”, relata Fernández mientras muestra a EL PERIÓDICO los dos carros de extinción de fuegos. El más grande, dotado de una escalera que llegaba hasta las plantas más altas, “será restaurado y cedido a los Bombers de Barcelona para que lo exhiban en su espacio de la calle de Lleida, porque aquí no nos cabe”. Respecto al más pequeño, “próximamente se restaurará y seguro que lo tendremos listo para sacarlo a pasear con un borrico durante los Tres Tombs de Sant Andreu del año que viene”, avanza.

“Nuestro objetivo no es que estas piezas sirvan para enseñar qué se hacía aquí así sin más, sino para mostrar el hecho que la misma fábrica fue propulsora de aspectos sociales que no se aplicaban en ningún otro sitio”, destaca el extrabajador. La Fabra i Coats decidió “adelantarse al Estado a la hora de garantizar a sus trabajadores unas protecciones sociales; desde la semana de vacaciones pagadas, hasta la pensión de jubilación”, añade. En 1940 incluso se llegaría a inaugurar una Casa Cuna que sirviese como guardería para los hijos de los 5.000 trabajadores (el 80 % eran mujeres).

En este sentido, el aparato que mejor podrá representar dicho amparo social es el respiradero manual que Valderrama restaurará en las próximas semanas. “Esta es una de las piezas más antiguas que tenemos, la usaban los médicos de la Fabra para reanimar aquellos trabajadores que perdían el conocimiento”, agrega el antiguo jefe de mantenimiento. “No solo había bomberos, la fábrica también contaba con su propio personal sanitario”, detalla mientras recubre con una lona el mecanismo médico y a la vez desviste el cajón que guarda todas las llaves que llegó a tener el recinto. “Esta, la más grande, era la que abría la puerta de la calle”, presume.

Un patrimonio que casi se va

La lentitud barcelonesa en habilitar un museo para este tesoro fabril nunca hizo desistir a los extrabajadores de su empeño, pero sí les llevó a plantearse exponerlo fuera de la capital. “Como aquí el Ayuntamiento no nos hacía ni caso, incluso estuvimos a punto de llevarnos todas las piezas a la otra Fabra i Coats, la que está en Borgonyà (Osona), pero al final se pusieron las pilas y ahora ya tenemos las obras en marcha”, desembrolla Fernández.

El objetivo es inaugurar este 2023 una primera muestra temporal con 21 piezas que sirvan para explicar la trayectoria de la fábrica, cómo se trabajaba y la evolución de las máquinas. Posteriormente se trasladará todo el fondo material al ala de la nave que ahora está en obras y los operarios pasaran a rehabilitar el actual almacén hasta tener toda la superficie disponible. “Hemos de tener en cuenta que el proyecto historiográfico lo diseñará y gestionará el MUHBA; ellos decidirán cuáles serán las 70 u 80 piezas que se mostrarán en las salas”, avanza. El resto quedará en los almacenes y se irá exhibiendo en función de la temática de las muestras temporales.

Más allá del fondo material y documental de la Fabra i Coats, el Centro de Interpretación del Trabajo y la Ciudad de Barcelona que gestionará el MUHBA también contará con piezas de las otras tres grandes industrias de Sant Andreu (La Mercedes, La Maquinista Terrestre y Marítima y La Pegaso). De hecho, el proyecto historiográfico tendrá como objetivo acoger una serie de exposiciones que permitan entender cómo ha evolucionado la vida laboral en la ciudad de Barcelona. La rehabilitación de los 1.780 metros cuadrados de la nave supondrá una inversión de 2,8 millones de euros

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