Nueva presidencia

Una maestra feminista al frente del puntal vecinal de Sants

Susanna Reigada es la primera mujer que encabeza el Centre Social de Sants en medio siglo de historia

La paridad se le resiste al movimiento vecinal: una treintena del centenar de AVV de Barcelona tienen al frente mujeres, que suponen el 40% de las juntas directivas

BARCELONA 2/09/2022  Entrevista a la nova presidenta del Centre Social de Sants, la Susanna Reigada, la primera dona que lidera aquesta Avv referent. Quedem a la seu de l'entitat. Olzinelles 30 Sants                          FOTO: ALVARO MONGE

BARCELONA 2/09/2022 Entrevista a la nova presidenta del Centre Social de Sants, la Susanna Reigada, la primera dona que lidera aquesta Avv referent. Quedem a la seu de l'entitat. Olzinelles 30 Sants FOTO: ALVARO MONGE / ALVARO MONGE

Meritxell M. Pauné

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El movimiento vecinal de Barcelona pasa un trance invisible desde el estallido de la pandemia. El recambio generacional en las bases y el relevo en las caras más visibles lideran los deberes pendientes desde hace años, pero la crisis sanitaria ha convertido aquellos retos en necesidades urgentes. Una entidad que ejemplifica con claridad esta transformación –y que ha cogido el toro por los cuernos, fiel a su estilo– es el Centre Social de Sants. Ha celebrado 50 años este diciembre con un triple salto mortal: construcción de nueva sede, feminización de la junta y saneamiento de las cuentas.

Al frente de la aventura se sitúa la nueva presidenta, Susanna Reigada (Barcelona, 1974). Activista feminista y maestra del instituto-escuela Arts de Hostafrancs, ya había hecho sus pinitos en varios espacios reivindicativos de Sants cuando le llegó la propuesta de participar en las juntas abiertas que celebra cada lunes la entidad decana del movimiento vecinal en Sants. “Un grupito de activistas heterogéneo, que ya habíamos frecuentado muchos años el Centre Social de Sants, nos animamos el año pasado a echar una mano ante el 50 aniversario, la incertidumbre sobre el derribo de la sede histórica, el envejecimiento de la junta…”, rememora. “El Centre Social de Sants es muy importante para el barrio y la gente lo conoce mucho, pero no está de moda digamos, no tiene una imagen novedosa como Can Batlló o La Lleialtat”, contrapone.

Un tema recurrente en las juntas era feminizar la asociación y este verano decidieron que ya no se podía esperar más: “Hicimos equipo entre los que habíamos llegado nuevos, gente joven usuaria del centro, otros más veteranos… Hoy por hoy somos 3 mujeres de 10 integrantes que tiene la junta, y yo soy la más joven”. El histórico presidente de la entidad, Josep Maria Domingo, da un paso al lado y asume el discreto rol de vocal. Reigada aceptó la presidencia a condición de no entenderla como un liderazgo personal: “Yo trabajo y no puedo ser ‘la’ imagen del centro, además que tampoco lo quiero, somos un equipo que debe repartirse el trabajo y las decisiones”. El objetivo es alcanzar la paridad en dos años. Para lograrlo, confía en dar ejemplo: “El hecho que haya mujeres en la junta animará a otras mujeres, y también demostrar que nos podemos cuidar entre todos, que dónde no llegas tú llego yo”.

Entrevista a la nueva presidenta del Centre Social de Sants, Susanna Reigada.

Entrevista a la nueva presidenta del Centre Social de Sants, Susanna Reigada. / ALVARO MONGE

Y es que la paridad se le resiste al movimiento vecinal. Avanza, pero muy lentamente. Una encuesta interna de la revista La Veu del Carrer, de la Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB), pone cifras sobre la mesa. Entre el centenar de entidades adheridas, hoy hay 33 presidencias femeninas y las mujeres suponen el 40,58% de las juntas. En 2019 eran 35 presidencias, mientras que en 2005 solo se contaban 13. “La sociedad es patriarcal y las mujeres somos las que hacemos más renuncias por la familia, tanto en el trabajo como en la vida pública… Y el movimiento vecinal no es ajeno a este paisaje”, razona la nueva presidenta del Centre Social de Sants. “Hay muchas mujeres activistas, pero en los cargos no tantas, porque el compromiso duro cuesta más de compatibilizar con las obligaciones que ya tenemos en casa y en el trabajo”, asume.

Sede y números

El cambio de sede de la asociación también es un punto de inflexión. Este mes ha empezado la rehabilitación integral del edificio que ya ocupaban en la calle Olzinelles número 30, que ha ejercido de facto de hotel de entidades. Desde los estertores del franquismo hasta la actualidad ha cobijado –gratis, claro– centenares de reuniones, actos y proyectos de todo tipo. Sin embargo, en 2007 se detectaron graves problemas estructurales que han obligado a apuntalar la finca y reducir la actividad únicamente a la planta baja.

La obra, a cargo del Ayuntamiento, durará dos años y costará 2,6 millones de euros. Mientras tanto, se exiliaran en un local en la avenida Carrilet, 5. La futura sede cuadriplicará la superficie de la vieja: 1.000 m2 a compartir entre una treintena de colectivos del barrio y “servicios culturales y educativos del distrito”, es decir, parte de la administración a la que a menudo echan un pulso.

El Centre Social de Sants se ha caracterizado hasta la fecha por una actitud muy exigente con el consistorio, con independencia del color político de la alcaldía. Y también con independencia de las ideas de cada activista, puesto que por ejemplo Raigada había militado en Procés Constituent –una de las entidades que confluyeron los ‘comuns’– y antes de la pandemia se desvinculó del partido para centrarse en el Espai Feminista de Sants. Para ella, que la nueva sede la pague el Ayuntamiento no tiene por qué lastrar la libertad de un centro que lleva medio siglo de trayectoria crítica: “Ahora mismo no nos da miedo, lucharemos por la autogestión del nuevo espacio y que sea el máximo de independiente posible”. “Evidentemente como lo construyen ellos pues van a tener un pie dentro, pero batallaremos”, avisa. 

Eso sí, las cuentas ordinarias de la entidad no pueden seguir “flojitas” como hasta ahora. “El Centro Social de Sants quiere mantener su esencia y la va a mantener, pero debe cambiar en parte su modelo para poder resistir y seguir siendo autónomo”, advierte. “No somos un centro cívico que recauda dinero con talleres y cursos -compara-, así que queremos captar más socios y hacer actividades que puedan aportar ingresos, como la cena celebrada después de la fiesta de aniversario”.

Como primera medida, han tirado de la fidelidad de los socios: “Hemos pasado lista y hemos visto que muchos son muy mayores y que durante la pandemia algunos han muerto… Vista la situación, hemos pedido un esfuerzo para aumentar las cuotas de 25 a 50 euros anuales, que no es mucho pero ayudará”. Como recién llegada al núcleo duro del movimiento vecinal, lo percibe “muy tocado” después del “miedo y la reclusión” del confinamiento. “Ha sido una estocada letal para el espíritu reivindicativo, están pasando muchas cosas y apenas hay movilización… No paran de decirnos que este invierno no podremos pagar la calefacción, y nada, ¡las calles están mudas!”, protesta.

Los próximos retos de Sants

En el palmarés de la entidad constan algunas de las conquistas vecinales más sonadas de Barcelona, como el parque de la Espanya Industrial –que iba a edificarse entero–, la recuperación del Vapor Vell –que alberga una biblioteca ahora pendiente de traslado a una nave de TMB– y la transformación del recinto de Can Batlló. En el horizonte aparecen cabos sueltos de aquellos grandes proyectos, como finalizar Can Batlló o remodelar el parque. De todos los retos de Sants, Reigada sitúa entre las prioridades para los próximos años resolver las afectaciones urbanísticas que dejó el cajón de vías de Sants. Centenares de vecinos tienen sus casas a precario, devaluándose y sin poder hacer obras mayores.

También apremia a trasladar el instituto-escuela Cal Maiol en Can Batlló, acelerar la lucha contra el cambio climático y resolver la inseguridad que supone la estación de buses de Sants para las vecinas. Por el contrario, se mantiene al margen de la oposición al tanatorio de Comtes de Belloch y avisa que la estrategia de las ‘superilles’ no será aceptada en Sants si las calles pacificadas se gentrifican. La futura sede de la asociación, confía, “será el vivero” de totas estas reivindicaciones y de muchas más.

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