Biodiversidad
Dos 'falsos pingüinos' se instalan en el Port Olímpic de Barcelona
Son ejemplares de 'alca', un ave que migra al Mediterráneo con el frío pero no suele entrar en puertos
Meritxell M. Pauné
Periodista y jefa de 'Gran Barcelona'
Periodista especializada en información local de Barcelona y Catalunya. Responsable de la sección 'Gran Barcelona' desde septiembre de 2022. Antes, en los diarios TOT Barcelona y La Vanguardia, entre otros. Profesora de Periodismo digital en la UIC tres cursos y puntualmente del máster del Observatori de la Cobertura de Conflictes. Colaboradora en prensa vecinal ('Carrer', 'Cap a peus') tertulias de televisión y radio (betevé, Catalunya Ràdio, Ràdio Estel...), libros de historia local ('Retrats per la memòria', 'Objetivo Venus', 'Josep Maria Huertas Claveria i els barris de Barcelona') e investigaciones académicas (Observatori de la Cobertura de Conflictes, Periodismo UAB).
El Port Olímpic de Barcelona puede presumir esta semana de una medalla nueva en biodiversidad. No la otorga ningún comité ni institución, sino dos curiosos expertos en aguas apetecibles, buen comer y tranquilidad invernal. Se trata de dos ejemplares de ‘alca’ –en catalán ‘gavot’–, un ave propia del norte de Europa que cada invierno migra hacia el sur en busca de temperaturas más cálidas. Se la conoce en especial por su aspecto engañoso, ya que su color negro y blanco y la morfología recuerdan a un pingüino. No lo son, claro está, porque además de ser de familias diferentes, las alcas vuelan y los pingüinos no.
En Barcelona y Catalunya se cuentan a miles los avistamientos acumulados, pero no es nada habitual que entren en un recinto portuario. “Es la primera vez que se detectan alcas en el Port Olímpic”, confirma Sito Alarcón, el director del Zoo de Barcelona, a EL PERIÓDICO. “Se encuentran bien aparentemente y han entrado aquí por azar”, asume. “Aquí tienen agua limpia, protección frente a temporales, peces de los que alimentarse… ¡a bodas me convidas!”, ríe.
Las alcas son originarias del hemisferio norte, por ejemplo las costas de Escocia e Irlanda o las islas Feroe danesas. “Es una especie muy común, que no está amenazada, y cada año llegan al Mediterráneo muchos individuos, por lo que no es ninguna rareza verlos en Barcelona”, contextualiza. Sin embargo, hasta ahora han preferido el mar abierto o tramos de litoral frente a acantilados, porque los entornos humanizados no son su preferencia.
Biodiversidad urbana
“Nos lo tomamos como que las condiciones ambientales del Port Olímpic de Barcelona no están nada mal, porque si no estuvieran a gusto no se habrían quedado aquí”, celebra el director del Zoo. Llegaron hace cosa de una semana y por ahora no muestran señales de querer irse, aunque no puede predecirse cuanto tiempo se quedarán en este punto del Mediterráneo. Como máximo pueden llegar a permanecer en el Port Olímpic hasta inicio de primavera, que es el momento en el que la especie inicia el regreso a su hábitat originario.
“Para el Zoo, que trabajamos para la biodiversidad, es una satisfacción”, añade, para recordar que la variedad de especies observables hoy en la capital era impensable “hace 30 o 40 años”. El Zoo está en contacto permanente con los responsables portuarios –además ambos pertenecen ahora a la misma empresa municipal, BSM– para seguir la evolución de estas dos alcas. Si detectaran algún riesgo o debilitación, avisarían a la Generalitat para valorar un traslado.
No darles de comer
La difusión de su presencia permite concienciar sobre la biodiversidad pero también expone a estas dos aves a visitas demasiado intrusivas. El parecido con los pingüinos, además, genera curiosidad: “No tienen nada que ver con un pingüino, pero a la gente le puede parecer que no son porque su aspecto es muy similar”, reconoce Alarcón. Para ver auténticos pingüinos en Barcelona dónde hay que ir realmente es al Zoo, que custodia un grupo de la subespecie pájaro bobo de Humboldt.
“La gente tiene que dejarlos tranquilos, como a cualquier animal que encuentren en el mar o en el bosque”, advierte. “Comen pescado, así que nada de tirarles cacahuetes, pienso…”, insiste. Tampoco sardinas, como hacen de buena fe algunos visitantes del puerto de L’Escala, donde un atún que vuelve cada Navidad –ya van seis años– ha logrado una enorme popularidad. Alarcón carga con dureza contra “el comportamiento Disney” de alimentar fauna salvaje y recalca que “los animales no necesitan que los humanos les den comida para estar muy bien, porque saben buscarse la vida”.
- Una intensa granizada impacta en Barcelona y el litoral catalán
- El SMS que Hacienda está enviando a todos los que han hecho esto en su declaración de la renta
- Sumergir los pies en vinagre, la nueva tendencia que arrasa: estos son sus beneficios
- Catalunya rechaza el reparto de menores no acompañados llegados a Canarias que propone el Gobierno
- Encuesta elecciones Catalunya: El PSC se afianza en cabeza y Junts toma la delantera en su pulso con ERC
- Saltan las alarmas por el estado de salud de uno de los Mozos de Arousa
- Una familia recupera la titularidad de un piso de Girona tras varios intentos de desahucio
- Un luchador iraní es golpeado por el público y suspendido de por vida tras pegar una patada a una chica en el ring