Patrimonio

El Ateneu Barcelonès potencia su acceso y protege las pinturas murales del XVIII

La institución ha restaurado el vestíbulo para eliminar las barreras arquitectónicas y ha recuperado el aspecto original del pavimento de piedra de Montjuïc

Las obras han permitido, además, reforzar la bóveda que sujeta el decorado y protegido techo de la biblioteca que corría peligro de ceder

La entrada del Palau Savassona, sede del Ateneu Barcelonès, recientemente restaurada

La entrada del Palau Savassona, sede del Ateneu Barcelonès, recientemente restaurada / Elisenda Pons

Natàlia Farré

Natàlia Farré

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El Ateneu Barcelonès busca socios. Y quizá como metáfora de estos deseos su entrada luce desde la semana pasada más accesible que nunca. No hay obstáculo físico que dificulte cruzar el umbral: el vado invertido que sorteaba el desnivel entre la calle y el patio del Palau Savassona ha pasado a ser historia. Ha desaparecido. Lo que en su día fue la entrada de carruajes de la residencia que Josep Francesc de Ferrer i de Llupià-Brossa mandó construir en 1796 ha sido restaurado piedra a piedra. Tal cual. 

Pavimento y paredes se hicieron con el material que se extraía de la cantera de Montjuïc, como la mayoría de construcciones en la ciudad hasta el siglo XX, pero el transcurrir del tiempo no solo había degradado la piedra sino que había provocado la pérdida de algunos trozos y mutado su disposición provocando diferentes alturas por el paso de instalaciones amen del desnivel de acceso. Ahora luce todo completamente allanado y la entrada es totalmente accesible. Además, para facilitar la información a los potenciales socios que cruzan el umbral se ha bajado al vestíbulo la oficina de atención que antes ocupaba un espacio de la segunda planta. Y se ha limpiado la puerta de madera maciza y arreglado la claraboya que cubre el patio, un elemento que da luz a la estancia pero que no estaba en la construcción original.  

Biblioteca del Ateneu Barcelonès.

Biblioteca del Ateneu Barcelonès. / Joan Cortadellas

Grieta considerable

“Es un edificio neoclásico de finales del siglo XVIII catalogado como BCIN [Bé Cultural d'Interès Nacional], algo importante a tener en cuenta para entender el trabajo que hacemos y la necesidad de ponerlo al día”, apunta Elisabet Cirici, directora de Operacions del Incasòl y miembro de la junta del Ateneu. La explicación viene a cuenta sobre todo de la segunda intervención recientemente acabada, el arreglo de una grieta que afectaba directamente a uno de los grandes tesoros que alberga la sede: las pinturas que en 1796 pintó Francesc Pla, conocido como ‘El Vigatà’, en lo que entonces era planta noble del palacio y hoy es biblioteca. 

El problema estaba en la bóveda de ladrillo que hay por encima de los murales decorativos “había un cierto peligro de colapso porque se había perdido la geometría”, asegura Cirici. La catalogación y protección de las pinturas obligaron a hacer la intervención desde la planta superior. Así lo aconsejó el Centre de Restauració de Béns Mobles de la Generalitat. “Es un trabajo que no se ve y que ha sido difícil porque ha supuesto retirar butacas, pavimento, instalaciones y levantar el forjado de la sala Bohigas para poder acceder desde encima y no estropear lo que había debajo, que son las pinturas patrimoniales de El Vigatà”. La grieta sigue visible, atraviesa media sala y tiene un dedo de grosor, pero la previsión es restaurar las partes afectadas lo antes posible. Hay presupuesto pero falta encontrar el dinero. 

La grieta, protegida con una malla, de los murales de 'El Vigatà' que decoran la biblioteca del Ateneu Barcelonès.

La grieta, protegida con una malla, de los murales de 'El Vigatà' que decoran la biblioteca del Ateneu Barcelonès. / Ateneu Barcelonès

Encuentros y desencuentros

No es la primera transformación que sufre el Palau Savassona, que luego fue casa Parellada. En 1904, cuando el Ateneu lo convirtió en su sede, lo intervinieron Josep Font i Gumà y Josep Maria Jujol, por entonces aún estudiante. Del modernista son la escalera, el ascensor y algunos trabajos decorativos, sobre todo las vidrieras de la biblioteca y la tribuna de hierro que la rodea. En 1968, Joan Bassegoda y Adolf Florensa levantaron la fachada de la plaza de la Vila de Madrid, la principal está en la calle de Canuda, ambas restauradas en 2010. Antes, en 2008, se recuperaron las citadas pinturas de El Vigatà y se le lavó la cara a la biblioteca. Y en 2021 se adecuó el Espai Rogent, lo que obligó a levantar el jardín modernista, otro de los tesoros del Ateneu.

Todo esto y mucho más –la historia de la entidad es larga y llena de nombres propios- se puede ver en el itinerario que ha preparado el Ateneu para mostrar el edificio al público durante su 150º aniversario: “Durante todo el año habrá jornadas de puertas abiertas, además cada día hacemos actividades abiertas a todo el mundo”, sostiene Cirici. Un siglo y medio de singladura empañado por la actual guerra de encuentros y desencuentros entre socios y la junta directiva, y que Cirici asegura está camino de arreglarse internamente: “Estamos negociando con la Escola d’Escriptura, buscamos un acuerdo que sea bueno para todas las partes” y “con los socios estamos organizando reuniones para explicar y compartir lo que hacemos”, asegura la vocal de la junta.  

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