Joya arquitectónica
Salut dará una segunda vida sanitaria al ambulatorio racionalista del Raval
El CAP se mudará a la capilla de la Misericordia, que los vecinos ganaron al MACBA

Futuro incierto para el edificio que acoge el CAP Raval Nord, obra de Sert / MANU MITRU


Meritxell M. Pauné
Meritxell M. PaunéPeriodista y jefa de 'Gran Barcelona'
Periodista especializada en información local de Barcelona y Catalunya. Responsable de la sección 'Gran Barcelona' desde septiembre de 2022. Antes, en los diarios TOT Barcelona y La Vanguardia, entre otros. Profesora de Periodismo digital en la UIC tres cursos y puntualmente del máster del Observatori de la Cobertura de Conflictes. Colaboradora en prensa vecinal ('Carrer', 'Cap a peus') tertulias de televisión y radio (betevé, Catalunya Ràdio, Ràdio Estel...), libros de historia local ('Retrats per la memòria', 'Objetivo Venus', 'Josep Maria Huertas Claveria i els barris de Barcelona') e investigaciones académicas (Observatori de la Cobertura de Conflictes, Periodismo UAB).
El ambulatorio del Raval Nord no es un ambulatorio más de Barcelona. No solo porque los usuarios de Ciutat Vella requieren especial atención por volumen y vulnerabilidad, sino porque el propio edificio es una joya arquitectónica para la ciudad y para Catalunya. Racionalista y republicana, además. Su futuro se dirime en los próximos dos años y ya tiene primer dibujo.
Se trata del antiguo Dispensario Central Antituberculoso, que construyeron entre 1934 y 1937 los arquitectos Josep Lluís Sert, Joan Baptista Subirana y Josep Torres Clavé, integrantes del reconocido grupo GATCPAC. Fue pionero por partida doble: era el primer complejo sanitario específico para esta enfermedad –entonces muy extendida entre las clases populares– y además era el primer edificio público de estilo racionalista que se alzaba en la ciudad. Por ello es hoy Bien Cultural de Interés Nacional (BCIN), igual que la Sagrada Família o la Catedral. Tiene catalogados hasta los pomos de las ventanas.
El reconocimiento como patrimonio lo ha preservado casi 90 años pese a su uso intensivo como equipamiento sanitario. Su diseño sigue siendo óptimo en ventilación y luz natural, pero ha sido una cruz para trabajadores y pacientes. El blindaje de todo elemento original imposibilita ampliar el centro, cualquier reparación resulta lenta y cara, dos consultorios ocupan salitas sin ventana y maniobrar camillas es una carrera de obstáculos.

Futuro incierto para el edificio que acoge el CAP Raval Nord, obra de Sert / MANU MITRU
Así, vecinos y sanitarios presionaron duramente a las administraciones el pasado mandato para trasladar el CAP Doctor Lluís Sayé –ese es su nombre oficial– a otro emplazamiento más amplio. El único disponible era la vecina capilla de la Misericòrdia, que también pretendía el MACBA. Le ganaron el pulso al museo –ayuntamiento mediante– y conquistaron el solar pretendido. Fuentes municipales calculan que la mudanza se producirá dentro de unos dos años aproximadamente, cuando esté listo el nuevo edificio.
Futuro uso del dispensario
La operación había dejado como cabo suelto el futuro uso del Dispensario. Sonó como ampliación del CCCB e incluso como casal de barrio, dos posibilidades que no han llegado a ser oficiales. Finalmente todo apunta a que la nueva vida del centro será también sanitaria. Según ha confirmado a EL PERIÓDICO la conselleria de Salut, la Generalitat “se propone destinar a usos asistenciales de salud ciudadana los espacios que queden libres del actual CAP”.
En síntesis, la mudanza se convertiría en ampliación y el CAP tendría de facto dos sedes. “Necesitamos disponer de más espacios para cubrir las demandas de atención a la salud de la población, especialmente en Ciutat Vella, un territorio densamente poblado donde resulta difícil encontrar espacios y donde la actividad ha crecido mucho las últimas décadas”, apuntan portavoces del departamento, que ahora dirige Manel Bancells (ERC).

El CAP Raval Nord, en Barcelona. La atención primaria ha sido una de las afectadas por el fallo técnico. / MANU MITRU
Así pues, Salut prevé retener el inmueble pero no ha llegado a determinar usos exactos. Podría ser un satélite polivalente para el nuevo ambulatorio, o albergar algún servicio de Atención Primaria especializado como salud mental o ginecología, experiencias ya testadas en otros ambulatorios de la ciudad.
El Ayuntamiento reclama participación
El inmueble es titularidad de la Generalitat y, oficialmente, su futuro no depende de ninguna otra administración. No obstante, el Ayuntamiento de Barcelona querría participar de la decisión y hacer también partícipes a los vecinos, en vista de las pasiones que levantó la capilla de la Misericòrdia.
“A nosotros no se nos ha comunicado absolutamente nada”, zanja el concejal de Ciutat Vella, Jordi Rabassa (BComú). “Deberíamos compartir qué futuro ha de tener el antiguo dispensario y hablarlo con transparencia, porque hubo una movilización muy importante por el CAP Raval Nord y no puede tomarse esta decisión en despachos”, argumenta. Entre las “necesidades del barrio” que detecta el consistorio habría por ejemplo un casal de barrio, aunque no ve con malos ojos ofrecer según qué usos sanitarios que también resuelvan carencias claras del Raval.

Futuro incierto para el edificio que acoge el CAP Raval Nord, obra de Sert / MANU MITRU
Patrimonio deslucido
Hoy por hoy resulta difícil visitar el antiguo dispensario para admirar su diseño. Si bien es de acceso libre al ser un equipamiento público, salas nobles como la biblioteca son de uso restringido. A diferencia de la Casa Bloc de Sant Andreu, icono del GATCPAC, el antituberculoso raramente acoge actividades de divulgación arquitectónica. La última fue el festival 48h Open House Barcelona, con visitas para grupos reducidos.
El recinto tiene, de hecho, un pequeño museo sobre la rehabilitación realizada en los años 80, con plafones explicativos, planos, fotos y elementos originales. Está en la antigua caseta del guarda, en un lateral del patio frente al pasaje Sant Bernat. Está cerrado al público y solo abre a grupos que lo pidan. Está por ver si la nueva etapa permitirá aprovecharlo mejor y diversificar las actividades culturales.

Futuro incierto para el edificio que acoge el CAP Raval Nord, obra de Sert / MANU MITRU
Para más inri, el exterior está asediado por constantes grafitis e incivismo. La limpieza se la reparten Ayuntamiento e Institut Català de la Salut (ICS), en función de si se trata de fachadas y rejas que dan a la calle o al patio interior. Aunque se limpian varias veces al año, la imagen más habitual es que puede apreciarse este octubre: pintura, tags, pegatinas, orines, chicles... Además los grafitos sobre cerámica tienen que limpiarse a consciencia, a diferencia de la capa de pintura rápida con la que se resuelven muchas paredes vandalizadas en Barcelona.
Racionalistas al servicio del ciudadano
El dispensario se compone de tres edificios de 4 pisos, hechos con cemento y dispuestos en forma de 'L' para generar un patio comunitario y con vegetación. Sin florituras: pura funcionalidad, como marcaban los postulados de su referente, Le Corbusier. El interior destaca por los pasadizos diáfanos, escaleras que aprovechan rincones, una sala de proyecciones y una biblioteca para el recreo de los enfermos, dos terrados transitables y el sótano para la maquinaria. Aquél primigenio centro médico respondía al afán de innovación de la medicina moderna, como atestiguan documentos e instrumentos históricos expuestos en dos precarias vitrinas. Por ejemplo un aparato de rayos X y otro para provocar neumotórax a falta de antibióticos.

Futuro incierto para el edificio que acoge el CAP Raval Nord, obra de Sert / MANU MITRU
Sin embargo, los usos de antaño y los de hoy se parecen poco. La biblioteca se usa como sala de vacunación y extracción de sangre. En los altillos comparten estantería tratados alemanes de principios del siglo XX y cuentos infantiles de los años 90. Pervive el suelo de madera, con una bella cenefa pero desgastado por el movimiento de butacas y carretones. La antigua garita del guardia, a pie de patio, estuvo años vacía hasta que la pandemia la recicló como filtro de pacientes al aire libre. Uno de los dos terrados sirve de comedor para la plantilla y luce una reproducción del suelo de baldosas flotantes original. Parte del jardín hoy lo ocupa un módulo provisional –tipo barracón escolar–, solución de emergencia de Salut a la estrechez del centro.
En definitiva, el futuro del dispensario de Sert empieza a dibujarse justo ahora y tiene muchos retos por resolver. Uno de ellos es hacerle justicia a esta joya patrimonial. El ex arquitecto municipal Oriol Bohigas ya lo describió con gran contundencia: “Es la obra maestra de nuestro racionalismo y una de las piezas más importantes de Europa, desgraciadamente muy desconocida porque su terminación coincidió con la guerra, la consiguiente dispersión del GATCPAC y la lucha feroz contra la arquitectura moderna”.
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