Homenaje audiovisual

VIDEO: Un documental repasa las interioridades del bicibús de Barcelona

La producción repasa la trayectoria y objetivos de esta reivindicación ciudadana que reclama calles más pacificadas

Si todo va como prevén los impulsores, esta película será dentro de 30 años arqueología de un pasado urbano imperfecto

La película del Bicibus

La intro del documental sobre el bicibús de Barcelona, obra de la productora Otoxo /

Carlos Márquez Daniel

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Cuando se revise dentro de 20 o 30 años, este documental será un testigo de oro de la época en la que Barcelona vio nacer el bicibús después de que un puñado de irreductibles padres y madres se hartaran de no poder ir en bici a la escuela con sus hijos. Entonces, en ese futuro que aún es una nebulosa, se supone que la capital catalana ya dispondrá de una infraestructura ciclista que hará innecesarios estos pelotones matinales custodiados por patrullas policiales. En esa Barcelona de mediados de siglo no se entenderá la presión y la furia de algunas motos y algunos coches en la parte trasera del grupo. Ni se asimilará que muchos padres tuvieran que llevarse las bicis de sus hijos de vuelta a casa porque por la tarde solo queda como alternativa regresar pedaleando sobre la acera. El martes se estrenó este documental. Se acuerdan de la película '300'? Pues ellos ya son mil.

Tres componentes del bicibús de Sant Antoni, en una imagen del documental

Tres componentes del bicibús de Sant Antoni, en una imagen del documental / Otoxo Productions

No llega a la media hora, pero basta para hacerse una idea muy clara del mensaje y del perfil de los protagonistas. Vaya de entrada el único reproche que se le puede hacer a esta obra de Otoxo Productions: solo se escuchan las voces y los testimonios de los que están a favor. "Si hubiéramos tenido más tiempo, habría estado bien incluir a conductores de coche o moto, es verdad, pero también es cierto que en la calle ya se les escucha y se les ve mucho más que a las bicis", sostenía durante la presentación del documental Rosie Williams, en nombre de la productora.

Dos ciudades

El documental arranca con la contraposición de la Barcelona de los tubos de escape y el ruido y la Barcelona de los timbres de bicicleta y los niños sonrientes. De los planos cortos del humo y el asfalto, a las escenas abiertas de pedales, árboles y alegría urbana. Claro, no hay color. Pero luego, para ser justos, habría que preguntarse por qué la capital catalana sigue apostando por el vehículo privado; por qué a diario entran desde el área metropolitana más de medio millón de coches; por qué cada día atraviesan la calle de Aragó 80.000 automóviles, o por qué faltan tantas alternativas eficientes y rápidas de transporte público.

Tampoco es ese el objetivo de esta producción audiovisual, que busca blandir las bondades de la bicicleta como medio de transporte y elogiar el papel del bicibús como palanca de cambio y reivindicación social, empezando por los más pequeños. Lo hace, además, añadiendo subtítulos en inglés, con vocación, como ya ha sucedido en Twitter, con videos virales del pelotón pasando bajo la Sagrada Família de Gaudí o cruzando el Eixample de Cerdà, de internacionalizar el movimiento y que todo el mundo sepa que aquí, como diría Gerard Romero, están pasando cosas. O esa es la intención. "No es el activismo de la bicicleta, es el activismo de la felicidad", espeta una de las voces, regalando una de las frases del documental.

Patinadores y ciclistas, camino de la escuela, en otro fotograma del documental

Patinadores y ciclistas, camino de la escuela, en otro fotograma del documental / Otoxo Productions

Se da voz a los mayores, que aportan la razón y las preocupaciones. Pero también a los niños y niñas, que dicen que les encanta "el aire en la cara cuando van deprisa" y que no les gusta "el ruido y la contaminación". Aparece un padre que se atreve a ir en bici con su hijo al margen del bicibús. Ves la cara del chaval, alucinando en el carril bici, separado de máquinas de dos toneladas por una simple pieza de goma. Pedalea en zig-zag, con cara de velocidad, ajeno a los peligros. Y luego ves al papá, dando instrucciones sin parar, con un ojo en su pequeño y el otro en los autos que avanzan a su derecha, con el corazón en un puño en cada cruce, no vaya a girar uno sin respetar la prioridad del vial ciclista y se los lleve por delante. Un arañazo en el coche, pero un siniestro que puede ser fatal para alguien que tiene la cabecita a la altura del parachoques.

El NO-DO del futuro

En esa Barcelona de 2050, este documental será un reportaje histórico (malo sería si el bicibús siguiera de actualidad...), como lo son hoy los noticieros del NO-DO sobre la desaparición de los tranvías a principios de los años 70 o los videos de principios del siglo XX, custodiados por la Filmoteca, en los que uno no distingue entre acera y calzada en Gran de Gràcia porque el peatón y la bici son los dueños de la calle. Rosa Suriñach, una de las impulsoras del bicibús del Eixample, tendrá para entonces cerca de 70 años, y su hija, que aparece en el documental desayunando y preparándose para el bicibús como el cadete de Wisconsin que en 1963 salía de casa con destino Vietnam, irá camino de los 40 y, quién sabe, la bicicleta puede que sea su modo de transporte habitual. También para llevar a sus hijos, si ha decidido formar una familia, claro.

Coches, a la espera de que pase el bicibús de Sant Antoni, en otro 'frame' de esta producción 'made in Barcelona'

Coches, a la espera de que pase el bicibús de Sant Antoni, en otro 'frame' de esta producción 'made in Barcelona' / Otoxo Productions

Saldrán de casa y pedalearán sin agobios, porque dentro de 30 años, siempre en un suponer, Barcelona habrá cambiado la fisonomía de sus calle. Les contará que la abuela Rosa montó un pollo muy gordo en los años 20, y por la tarde les pondrá el documental. Y no entenderán tanta movida para algo tan básico como ir en bici por la ciudad.

Regreso al futuro

Si quieren un aperitivo de esa ciudad de la movilidad sostenible que está por venir, pueden visitar el carril bici recientemente pintado en Manso. Tenía que ser bidireccional pero al final se descartó, así que el mismo espacio ha quedado reservado para una sola dirección. Tiene, de hecho, la misma amplitud que un vial para coches. Puede circular un padre junto a su hija y que les adelante un tercer ciclista con más brío. En definitiva, un pequeño museo del futuro urbano de ese imaginario 2050, cuando se espera que los desplazamientos en coche hayan caído cerca del 50% en el área metropolitana de Barcelona. Eso, sin duda, dará para otro documental.