Crisis energética

Las piscinas de Barcelona, más frías este invierno por la inflación

Polideportivos públicos y clubes reducen la temperatura para contener el gasto creciente en gas y luz

Piscina de El Club Natación Sant Andreu que tiene dificultades en el pago de facturas de luz y gas, y ha pedido a sus socios que hagan donativos para hacer frente al encarecimiento de los recibos

Piscina de El Club Natación Sant Andreu que tiene dificultades en el pago de facturas de luz y gas, y ha pedido a sus socios que hagan donativos para hacer frente al encarecimiento de los recibos / ELISENDA PONS

Jordi Ribalaygue

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Antes de que las facturas se desbocaran, mantener la temperatura adecuada en una piscina de 25 metros costaba entre 5.000 y 10.000 euros al mes. “Ahora se paga entre 30.000 y 35.000 euros mensuales. Y eso solo por tenerla abierta”, tasa el presidente de la Unió de Federacions Esportives de Catalunya (UFEC), Gerard Esteva, que alerta que el alza del precio de la energía hace tiritar también a clubes y polideportivos. “Está llegando a poner la viabilidad de las entidades en riesgo real”, advierte. 

En el caso de Barcelona, el ayuntamiento y las instituciones deportivas consultadas señalan que las dificultades para afrontar la escalada de la luz y del gas se dan sobre todo en los pabellones equipados con piscinas. En el caso de los recintos públicos, la concesión municipal asigna la totalidad o parte del pago de los suministros a los adjudicatarios, a diferencia de otros inmuebles, en que los distritos corren con el dispendio. Mientras el consistorio y los gestores negocian cómo aliviar los apuros, las instalaciones tratan de recortar en consumo para procurar que los recibos no se desmadren más de la cuenta. La fórmula común para economizar gasto resulta expeditiva: bajar la temperatura del agua con que se llenan las piscinas.

“En función del centro, cada grado que se reduce puede suponer un ahorro de un 5% a un 8%”, cifra Anna Pruna, directiva de Eurofitness, que administra 7 gimnasios y centros deportivos municipales en Barcelona. En su caso, la horquilla de 28 a 28,5 grados en que fluctuaba el agua de las piscinas ha llegado a bajar a una franja entre 26º y 27º para protegerse del auge de los costes energéticos, que se han disparado un 150% para la empresa. “Nos mantenemos en 28 grados en los centros que tienen una sola piscina compartida para actividades de menores y de adultos, mientras que ya está en marcha que las piscinas grandes en los equipamientos que disponen de más de una no estén por encima de 27 grados. No queda otra, es el único margen que tenemos para que el tropiezo al final del año no sea tan salvaje. Con más o con menos, todos estamos con el agua al cuello”, percibe Pruna.

“Se estima que el incremento de los costes de luz y de gas en un centro municipal con piscina será de 290.000 euros en todo 2022”, afirma Gabriel Domingo, director general del grupo Claror, que regenta 4 centros deportivos públicos en Barcelona. La compañía ha contraído el consumo energético hasta un 12% minimizándolo durante el horario de cierre y adoptando sistemas domóticos. Igual que otros concesionarios, ha atemperado el agua. “La hemos ido ajustando desde el inicio de la crisis energética, siempre dentro de los márgenes de la normativa. Actualmente está en la banda baja de los márgenes”, reconoce Domingo.  

Un real decreto de 2013 fija que el agua en las piscinas climatizadas debe oscilar entre 24 y 30 grados. “Siempre nos hemos aproximado a 29 grados y ahora tenemos que ajustarnos para seguir prestando un servicio de calidad. Ahora bien, esto tiene un límite. No queremos cerrar ni está en nuestra mente, pero trabajamos para encontrar soluciones con el ayuntamiento, para que nos dé aire a corto plazo y se implique a medio plazo en la transformación energética de las concesiones para no tener que plantearnos otros escenarios”, indica Pruna.  

Domingo subraya que los polideportivos acusan aún “debilidad” por los meses de restricciones a causa del covid, que ha inducido a prescindir de gasto y plantilla. “Antes que reducir actividad, pedimos ayuda al ayuntamiento para que se haga cargo de la situación. No hemos recibido ninguna, y la necesitamos para tirar adelante”, apremia. El consistorio responde que trabaja en un plan, sin avanzar por ahora en qué consistirá. “Aun bajando la temperatura, el gasto es inviable si no hay intervención en el precio de la luz, si no hay ayudas para la reconversión energética y si no hay compensación de los precios a las entidades”, enumera Esteva.

Aprietos para los históricos

Algunos clubes emblemáticos de Barcelona también se han visto forzados a aflojar la llama del gas. El agua de las piscinas del Club Natació Barcelona se ha enfriado entre 0,5 grados y un grado y se ha suavizado en los ‘spas’. En cambio, el mercurio se ha elevado unos dos grados en el gimnasio.  

Calibrar la calidez del agua para aplacar la espiral alcista “es generalizado, tanto en instalaciones municipales como en privadas”, observa el gerente del Club Esportiu Mediterrani, Xavier Rodríguez. “Hace dos años teníamos el agua a 28 grados. Ahora estamos a 27,6 grados e intentaremos bajar a 27,5”, precisa el responsable de la institución señera de Sants, que ha optado por rebajar la temperatura “décima a décima” para evitar una caída repentina que ahuyente a los nadadores: “Vamos probando, sabemos que otros ya están en 27 grados, pero no nos planteamos bajar tanto. A nivel de precio no se nota y pagamos entre un 20% y un 30% más que el año pasado. Es desorbitado, porque hemos reducido un 10% de consumo”. El Mediterrani abonó 38.500 euros en gas en el último trimestre de 2021; en un cálculo más bien optimista, teme sufragar ahora unos 44.000. 

El Club Natació Sant Andreu se sale de la tónica de restar grados al agua. Desde junio, recauda donativos de sus socios para paliar el varapalo económico, que la institución cuantifica en 360.000 euros anuales de más en el recibo del gas y una carga añadida de 250.000 en el suministro eléctrico. Llevan amasados cerca de 50.000 euros. “Reducir la temperatura del agua es una de las medidas que podemos adoptar, aunque es de muy difícil aplicación en nuestro caso”, tercian en el Sant Andreu. “Tenemos deportistas de alta competición, menores que hacen cursillos, socios y abonados de diferentes edades… Encontrar la temperatura que satisfaga a todos resulta extremadamente complejo”, opinan.

El riesgo de las quejas

En el Mediterrani prevén no revertir el descenso al menos “hasta que lleguen las primeras quejas”, comenta Rodríguez: “Somos conscientes de que puede haberlas, aunque no las ha habido hasta ahora. Antes del verano sí que lo notaron algunos usuarios de más edad”, explica. Por su parte, Pruna niega que la medida pueda mermar la afluencia a las piscinas: “En invierno tenderemos a estar por encima de 27 grados, pero la sensación de confort no debe agravarse si hay equilibrio entre la humedad, la temperatura ambiente y la temperatura del agua. Además, las instalaciones están pensadas para ejercitarse, no para estar quieto”.

En paralelo, el estacazo a las finanzas de los clubes ha acelerado que renueven sus fuentes energéticas. Las instalaciones del CN Barcelona están de obras e incorporarán placas solares para que generen casi toda la energía que la entidad requiere. El Sant Andreu invertirá hasta 800.000 euros para dotarse de placas fotovoltaicas y aminorar el consumo de gas y electricidad en un 8%, lo que espera alcanzar en menos de 10 meses. El Mediterrani también estudia recurrir a placas fotovoltaicas e intensificar el uso de biomasa.

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