Día mundial del turismo

Así son los turistas de la Barcelona pospandemia y así ven la ciudad

Los visitantes dan notas altas a la arquitectura, la cultura y el clima, pero otorgan un notable discreto a seguridad, limpieza y playas y avisan sobre el ruido

Turistas en Barcelona

Turistas en Barcelona / ELISENDA PONS

Jordi Ribalaygue

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El turismo ha retomado buena parte del terreno que cedió en Barcelona a raíz de la pandemia. A la vez que las cifras de actividad se acercan a las anteriores a la propagación del covid, la ciudad se ha reencontrado este agosto con el viajero tipo que acudía hasta 2019: mayoritariamente extranjero (el 86,4% de los visitantes del mes pasado), de paso por primera vez en la capital catalana (fue el caso del 51,3% de quienes vinieron en agosto) y hospedados de media durante tres noches, por encima de las 2,5 jornadas de promedio en 2019. Los datos son del mes pasado y proceden de los informes del Observatori del Turisme a Barcelona, que plasman los resultados de los sondeos con los que el ayuntamiento pulsa cómo los visitantes evalúan el estado de la ciudad.

Las últimas encuestas completas, de 2021, revelan una percepción positiva a grandes rasgos de la urbe, aunque hay matices: la arquitectura (9,22 puntos sobre 10), la cultura (8,83) y el clima (8,53) merecen las notas más altas, aspectos como la seguridad (7,79), las playas (7,64) o la limpieza (7,51) reciben un notable discreto y la peor puntuación se la lleva el ruido. La prevención de esa molestia en Barcelona merece un 6,68 para los turistas entrevistados, un aprobado algo más bajo que el 6,89 obtenido en 2019. El dato hace intuir que los visitantes sienten que la ciudad es algo bulliciosa, un problema que ha originado protestas recientes en distintos barrios de Barcelona. A su vez, el ayuntamiento ha avanzado el cierre de terrazas, restaurantes y comercios en algunas calles para tratar de atajar las quejas. 

A la vez que la impresión sobre el ruido ha empeorado de forma tenue, se intuye que los turistas también perciben las dos principales inquietudes que los vecinos señalan en el barómetro del ayuntamiento como los mayores problemas de la ciudad: la delincuencia y la suciedad. En todo caso, la apreciación de los visitantes resulta más benévola que la de los barceloneses. El aprobado que dispensaron a la limpieza en 2019, con 7,81 puntos, se revalidó en 2021 con una pérdida de 30 décimas. En cuanto a la seguridad, cayó por debajo del 8 al ceder 26 décimas, aunque se ha empezado a rehacer en el estudio de opinión de agosto de 2022, al escalar a 7,87 puntos. Los viajeros consultados el mes anterior concedieron un 8,68 de valoración general a la ciudad, un notable alto, aunque inferior al 8,78 otorgado en 2019. "Se mantiene en niveles altos", destacan fuentes de Turisme de Barcelona.

Más jóvenes y más gasto

Aunque todavía se contabilizó un 23,7% de visitantes menos entre enero y agosto que en 2019, el retorno a la rutina prepandémica ha devuelto al turismo a sus rasgos habituales en Barcelona, pero ya se atisban algunas variaciones. En ese sentido, sobresale que la edad promedio de los turistas se ha rejuvenecido y que, de media, gastan más que antes de la crisis sanitaria. 

A tenor de los estudios del Observatori del Turisme, cada visitante desembolsó 86,24 euros de media por jornada el pasado agosto en Barcelona. La cuantía es superior a los 75,23 euros de promedio que los viajeros sufragaban por cada día de estancia en el mismo mes del verano de 2019, antes del declive por la alarma internacional por el coronavirus. El dispendio total por estancia crece de 972 a 1.047 euros. "Respecto a 2019, sube la partida en cultura del 18,2% al 20,9% y en gastronomía, del 43,7% al 47,5%. Por lo tanto, busca cultura y aprecia la buena gastronomía", resalta Turisme de Barcelona.

Aparte, el 65,1% de quienes se desplazaron a la urbe en agosto tenían menos de 35 años, una proporción superior a la de 2019, cuando representaban el 52,2% del total. A su vez, el turismo sénior ha decaído: los mayores de 55 años sumaban el 13,1% de los visitantes en la ciudad hasta hace tres años, mientras que el mes pasado decayeron al 6,1%.

El presidente del Gremi d’Hotels de Barcelona, Jordi Clos, confirma que “el mercado turístico ha cambiado un poco” en Barcelona. “El cliente español ha aumentado respecto a 2019, a pesar de que ya tenemos precios más altos que durante 2020 y 2021. Por el contrario, el mercado ruso y buena parte del asiático está parado pero, en cambio, hemos recuperado el americano y sube el italiano, que estaba por debajo del francés y el inglés. También han cambiado algunos hábitos, por ejemplo ha subido mucho la reserva de última hora”, desgrana. Además, el alojamiento en plazas hoteleras ha crecido un 10,5% en detrimento de los apartamentos turísticos, que disminuye un 13,3%, según Turisme de Barcelona.

En todo caso, Clos no ve grandes diferencias entre la capacidad económica que acreditaban los huéspedes en 2019 con los que ahora han elevado la ocupación hotelera a su listón habitual en los últimos meses, alrededor del 85% de las plazas disponibles. “Estamos recuperando el escenario de 2019, tanto en perfil de cliente como en su poder adquisitivo. La falta de clientes rusos, que tenían un nivel de gasto muy alto, ha sido compensada por el español, que realiza un consumo diferente”, distingue. 

El impacto de la inflación

El presidente del Gremi d’Hotels recalca que el “cambio brutal” en la clientela se dio a partir de la explosión del covid en marzo de 2020 y hasta el pasado abril, cuando comenzaron a recobrarse los parámetros previos a la expansión del virus. “Despareció el turismo de negocios y apareció un mercado que no teníamos, español y de bajo nivel económico, porque los precios en la ciudad se situaron entre un 40% y un 50% por debajo de los de 2019. En cuanto hemos subido precios y hemos vuelto a la tendencia de antes, ha desaparecido el cliente que dormía en un cinco estrellas por 140 euros, porque ahora vale 280 o 300 euros”, aduce. 

En contraste con el último verano antes de la pandemia, el precio de las plazas hoteleras se ha disparado un 15% durante la temporada alta en Barcelona. Clos achaca el encarecimiento a que se han repercutido los incrementos del coste del combustible y los productos básicos. “Ha marcado el cambio del perfil del turismo que hemos tenido en los dos últimos años, pero es un aumento que se ve en todos los hoteles de Europa”, matiza el hotelero, que pronostica que la inflación perjudicará a los establecimientos de la capital catalana, ahora aún en remontada: “Los últimos meses han sido buenos y octubre pinta bien, así que el incremento de costes aún no ha afectado, pero acabará pasando. No pasará tanto en el turismo económico, pero sí se notará un poco en el de ocio y el de fin de semana”.

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