Proyecto municipal polémico

Rechazo a un huerto en Diagonal Mar: "¿Comeremos fibras de amianto y partículas de diésel?"

El tejido asociativo de Sant Martí considera inadecuado que el Ayuntamiento de Barcelona cree un huerto comunitario en una zona con alto tráfico y con amianto pendiente de retirar

El consistorio garantiza que los alimentos serán salubres, pero no convence a los vecinos: "Si coges los tomates que allí crezcan, no sabrás qué te estás metiendo en el cuerpo"

A1-155284627.jpg

A1-155284627.jpg / RICARD CUGAT

Jordi Ribalaygue

Jordi Ribalaygue

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

¿Un menú a base de hortalizas cultivadas en la Diagonal? A priori, la sugerencia culinaria puede resultar chocante, pero en ningún caso es descabellada. Las obras para montar un huerto urbano en la parte baja de la avenida -a cuatro pasos del Fòrum- comienzan este mes no exentas de debate. En el distrito de Sant Martí, se discute si un terreno adyacente a una de las arterias por las que fluye más tráfico en Barcelona es el más propicio para plantar y cosechar alimentos.

El Ayuntamiento de Barcelona subraya que no se sembrará en la superficie, sino en unas mesas instaladas al efecto y con tierra apropiada. “No habrá ningún problema relacionado con la contaminación”, garantiza el consistorio. En cambio, buena parte del tejido asociativo de la zona coincide en opinar que la ubicación elegida no es para nada acertada.

Las entidades vecinales alertan, además, de que unas naves colindantes conservan paredes y techos forrados de uralita. Distan apenas 50 metros de la parcela que albergará el vivero y continúan infestadas de amianto, una potencial amenaza de futuros cánceres pulmonares y enfermedades respiratorias crónicas. En los últimos días, una gran placa de la sustancia insalubre clavada a un muro -visible desde la futura huerta- se ha cubierto con pintura aislante. La protección se revisará cada medio año. El ayuntamiento tiene pendiente derribar los envejecidos inmuebles; no obstante, no concreta cuándo se demolerán.

“¿Alguien piensa que es adecuado poner un huerto urbano en medio de la Diagonal, con la cantidad de contaminación que hay ahí?”, pregunta Mari Carmen García, miembro del Movimento Diagonal Mar. “La Diagonal está a tope de tráfico allí a ciertas horas. Pasaré por delante del huerto para ir a la gasolinera que hay al lado. ¿Las cuatro verduras que salgan se podrán comer? No tiene sentido”, resuelve.

El solar previsto para el huerto urbano que se ha utilizado como un estacionamiento en la zona de Diagonal Mar.

El solar previsto para el huerto urbano que se ha utilizado como un estacionamiento en la zona de Diagonal Mar. / RICARD CUGAT

El descampado -desangelado y sin asfaltar- ha ejercido de aparcamiento gratuito hasta la fecha. Ahora luce unos carteles que prohíben estacionar, aunque algunos conductores los ignoran. Son el preludio de la inminente transformación del descampado, que debe finiquitarse antes de fin de año. El ayuntamiento pagará 168.834,14 euros para adecuarlo.

“Me enerva con qué facilidad se tira el dinero para marcarse un tanto ecologista. Ahí solo se pueden poner cuatro bancos y poco más”, expresa el presidente de la Asociación de Vecinos de Front Marítim, Amador Monleón, que augura “poco éxito” al proyecto. “Hay demasiado tráfico. No iría para nada a plantar ahí”, aduce. “Es un gasto desorbitado y de dudosa utilidad. Otros huertos en Poblenou están vacíos o abandonados”, critica Enric Navarro, miembro de la plataforma ecologista Airenet.

Renuncia a administrarlo

La Asociación Cultural y Social Bac de Roda sugirió el solar seleccionado para alojar la huerta comunitaria. Ahora piensa que el emplazamiento no es conveniente. “Lo propusimos antes de saber el problema de la naves con amianto. No nos parece que tenga mucho sentido que haya un huerto ecológico justo ahí”, opone Manel Pascual, integrante del colectivo.

La entidad administraba el anterior huerto urbano del barrio, desmantelado para desplegar una zona verde. “Allí teníamos unas 90 parcelas que daban alimento a unas 150 familias. Tenemos una lista enorme de gente que esperaba para tomar parte. El huerto que quieren hacer ahora no tiene nada que ver, es mucho más pequeño. El ayuntamiento nos dijo que no había ningún otro espacio público posible”, afirma Pascual.

La asociación se plantea renunciar a competir para hacerse cargo del espacio. “Por el amianto y porque no nos gusta cómo se está gestionando -precisa Pascual-. No se ha visto voluntad por parte del ayuntamiento para hacer un proceso participativo ni nos gusta cómo se ha actuado con el amianto. Debería retirarse”.

Una escuela contra el asbesto

La escuela Fluvià está enfrente de los almacenes que conservan las planchas de uralita. Un estudio encargado por el ayuntamiento en 2021 detectó polvo de amianto en suspensión en las inmediaciones del centro. “Tenemos 3.000 metros cuadrados de amianto delante del colegio”, calcula Dunia Ramiro, miembro de la asociación de familias de alumnos (AFA) del Fluvià. “Avisamos al Consorci d’Educació de Barcelona y al ayuntamiento hace más de un año para que los retiraran, pero no nos hicieron caso. Queremos que se dejen de chapuzas y que saquen esa porquería”, apremia la madre. La Federació d’Associacions de Veïns de Barcelona (FAVB) también ha urgido al consistorio a retirar el asbesto de la zona. “No tenemos ningún compromiso”, apostilla Ramon Tur, integrante de la comisión contra el amianto de la FAVB.

Ramiro atestigua que se proveía de hortalizas en el huerto que se desmontó en el barrio. “Al nuevo no iría. Hay ahí tres carriles de bajada y otros tres de subida de la Diagonal, la pared con amianto... ¿Comeremos fibras de amianto y partículas de diésel? Si coges los tomates que allí crezcan, no sabrás qué te estás metiendo en el cuerpo”, teme.

Suscríbete para seguir leyendo