Conflicto turístico

Un 'superanfitrión' de Airbnb en Barcelona denuncia su expulsión de la plataforma

El hombre alojó a una pareja que creía haber reservado un piso en lugar de una habitación y no lo dejaban entrar en su propio hogar

Tras la intervención de los Mossos, el portal ha bloqueado la cuenta de este jubilado que había hospedado a 160 viajeros con máxima puntuación

José Luis Samaniego, muestra la habitación que alquila y el baño contiguo, en su domicilio del barrio del Camp de l'Arpa del Clot.

José Luis Samaniego, muestra la habitación que alquila y el baño contiguo, en su domicilio del barrio del Camp de l'Arpa del Clot. / RICARD CUGAT

Patricia Castán

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Hasta el 25 de julio pasado, José Luis Samaniego era lo que Airbnb llama entusiastamente un "superanfitrión". La plataforma los define así: "Los superanfitriones hacen lo imposible por ofrecer a los viajeros una experiencia excepcional y son un gran ejemplo de hospitalidad. Podrás identificarlos fácilmente gracias al distintivo que aparece en sus anuncios y perfiles". Este vecino del barrio del Camp de l'Arpa del Clot se convirtió en uno de ellos a los pocos meses de darse de alta, en 2017, cuando decidió alquilar una habitación en su piso por días a turistas. Pero desde hace poco no solo no es 'superanfitrión', también lo han expulsado de la web, tras vivir un rocambolesco episodio con unos clientes que no solo le han provocado crisis de ansiedad, sino que le han dejado sin esta fuente de ingresos.

Este exfuncionario del Estado y de la Generalitat retirado contaba hasta hace un mes con una puntuación de 4,94 sobre 5. Algo muy meritorio en un sector donde un pelo en el baño o unas migas en el sofá pueden traducirse en una mala nota o una crítica furibunda que leerán viajeros de todo el mundo en internet. Pero José Luis, de 64 años, había alojado a unos 160 y recibido un total de 145 evaluaciones sobresalientes, logrando la distinción "por recibir a los viajeros con los brazos abiertos". Hasta ese día fatídico.

Aquel lunes cruzó el umbral de su casa un tal David, que se había registrado días antes en Airbnb solo con un teléfono y una dirección de correo y no acreditó identificación ni procedencia (ni tenía valoraciones previas como huésped), junto con una mujer. Al anfitrión le inquietaba esa circunstancia, pero tras la sequía por la pandemia tenía necesidad de esa inyección económica y pensó que "tenía que confiar, todos hemos pasado por una primera vez". Enseguida que lo vio le dio mala espina. "Era muy corpulento, agresivo y violento", lo define, por su gestualidad y gritos.

El superanfitrión expulsado, en la cocina de su domicilio, donde alquilaba una habitación a través de Airbnb.

El superanfitrión expulsado, en la cocina de su domicilio, donde alquilaba una habitación a través de Airbnb. / RICARD CUGAT

La pareja peinó todo el piso, incluso entrando en la habitación de Samaniego, "tocando todo y probando luces". "No me había pasado nunca, no comprendía nada", relata a este diario. Pero no lograban entenderse porque solo hablaban alemán y parecían molestos con su presencia. Posteriormente, supo que David estaba convencido de haber alquilado un apartamento completo pese a que el anuncio decía bien claro que era una "habitación privada en un apartamento". Otro dato era fundamental: el precio, en pleno julio eran 45 euros por noche con desayuno para dos. Nadie ofrece desayuno si no se trata de alojarse en casa de un anfitrión.

Airbnb hizo una primera mediación telefónica, con el compromiso del huésped de quedarse los ocho días y "portarse bien", según detalla José Luis en la denuncia que ha puesto en los Mossos d'Esquadra, mientras su abogado estudia la interposición de una inminente demanda.

Les dejó hasta fumar

Esa noche ya optó por llegar tarde a su propia casa para evitar roces y por "ceder en todo lo posible" para facilitar lo que tenía que ser una singular semana de convivencia. Les dejó utilizar la cocina (normalmente no incluida), les dejó hasta fumar. Les dejó listo el desayuno por si al día siguiente madrugaban.

Por la mañana oyó mucho ruido y esperó a salir, pero al rato le enviaron un mensaje sobre un problema de agua en el inodoro que le hizo volver. "El lavabo funcionaba perfectamente", explica. Decidió cenar fuera, y al volver a su piso ya no pudo entrar porque la llave estaba echada por dentro y el huésped le grito "no" desde el interior, antes de bramarle algo que no entendió. La noche del 26 fue de pesadilla para este vecino, tratando de comunicar en vano con el personal de Airbnb, sin que nadie hablase español en la franja nocturna, asegura en la denuncia. "Pasé la noche en un banco en la calle, y luego en una cafetería. Me quedé sin batería". Por fin pudo comunicarse en un precario inglés, pero sin solución a su caso.

En un estado "desesperado" de nervios, optó por pedir a los huéspedes que se fueran, y anunció que acudiría con la policía. Aunque no se les podía desalojar, los Mossos hicieron el acompañamiento para que pudiera acceder a su casa, y finalmente aquellos optaron por marcharse. Así lo informó Airbnb a este diario entonces. "El incidente ha quedado resuelto" y la pareja iba a ser realojada. Pero la sorpresa llegó poco después, cuando tras un cruce de evaluaciones negativas (a él lo calificaron de "voyeur" por estar en su domicilio, y de borracho, se lamenta), la plataforma lo bloqueó. Hace unos días le comunicaron que su cuenta no será reactivada y no podrá recurrir la decisión. El caso se cierra.

"Estoy hundido, me siento impotente porque yo no tengo la culpa de que estos huéspedes no entendieran dónde venían y haya sido tan difícil comunicarse con Airbnb". En la denuncia policial carga contra el personal de seguridad y atención al cliente que le atendió (firman con un nombre de pila, sin apellido...) y contra cargos directivos. Reclama también daños y perjuicios.

Airbnb explica a EL PERIÓDICO que la expulsión se debe a su reglamento de seguridad, sin poder dar más detalles por "protección de datos" de las partes. José Luis, que había cambiado a partir de agosto su estancia para un mínimo de 31 días, tras la prohibición de las habitaciones por días y el anuncio de sanciones por parte del ayuntamiento, ha perdido las reservas. Unos señores franceses anulados le escribieron porque en base a sus puntuaciones previas querían ir por su cuenta. Así sucedió hace unos días. Y Samaniego enseña la carta de agradecimiento, reivindicando que sigue siendo un gran anfitrión.

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