Sector en tranformación

Los futuros cruceros reducen dimensiones y se enfrentan al reto medioambiental

Más de 70 nuevas naves están en fase de construcción hasta 2027, de las que 13 serán para más de 5.000 pasajeros. Barcelona se esfuerza en captar a la flota más moderna como puerto base, porque es la menos contaminante

El crucero MSC Seaview en el Moll Adossat y los cruceristas visitan la ciudad.

El crucero MSC Seaview en el Moll Adossat y los cruceristas visitan la ciudad. / Ricard Cugat

Patricia Castán

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Tras más de una década marcada por el 'boom' de los megacruceros o grandes ciudades flotantes, con capacidad de hasta 7.000 pasajeros, las navieras parecen haber frenado la competición por el 'más grande y espectacular todavía', en pos de dimensiones más humanas. La industria tiene en construcción o inicio de proyecto 72 cruceros hasta 2027 de muy diverso tamaño y categoría, de los que solo 13 son para más de 5.000 viajeros, es decir un 18%.

Las razones de la nueva tendencia son variadas: los barcos más grandes tienen dificultad para atracar en muchos puertos pequeños y deben realizar muchas escalas con 'tenders' o pequeñas embarcaciones que lleguen a la costa, lo cual resulta aparatoso y pesado para el pasaje. Si se ciñen a puertos con más capacidad, corren el riesgo de propiciar masificaciones que generan conflictos como ha sucedido en Barcelona o Palma. Los gastos de construcción, mantenimiento y tripulación son exorbitantes y precisan de una alta ocupación (que puede derivar en tarifas 'low cost' si no se llena). Y aunque atraen a los cruceroadictos ávidos de novedades, pueden resultar excesivos para otros muchos usuarios que apenas tienen tiempo de situarse en estos gigantes en la semana que suele durar el itinerario.

La crisis del covid, que puso en evidencia que los macro comedores-bufets eran difícilmente compatibles con situaciones de pandemia y que el ratio por pasajero era igualmente clave para dar confianza al viajero, ha sido el último empujón para el redimensionamiento. Pero además, muchos usuarios valoran cada vez más la experiencia y la calidad de los servicios que la cantidad. Prueba de ello es el auge de los barcos de lujo de pequeña dimensión, que no pueden competir en volumen de actividades y atracciones, pero sí en servicio o gastronomía. De hecho, el 50% mitad de los proyectos en construcción son para menos de mil personas, y la mitad de estos, para menos de 500. Sumando todos los de 2.000 a 5.000 alcanzan un 28% del total.

Imagen aérea del 'Wonder of the seas', el mayor crucero del mundo, que inicia rutas cada domingo desde Barcelona.

Imagen aérea del 'Wonder of the seas'. /

El análisis viene a cuento de cara a plantear si la propuesta del Port, controlar el crecimiento a través de la infraestructura (no se puede pasar de siete barcos al día) y no del volumen de cruceristas, puede ser suficiente. Así, si la mitad de buques atracados son de dimensiones menores, el turismo que insuflan podría ser asumible sin añadir restricciones.

Previsión de 800 operaciones en 2023 y tasas

Este segmento representa, además, de un tipo de viajero que suele participar en excursiones más exclusivas y que en sus escalas no escatima gastos en cultura, compras y gastronomía. Lo excepcional del sector, además, es que permite una previsión exacta de las temporadas, ya que los atraques se contratan con mucha antelación. Así, para 2023 se sabe ya que habrá unas 800 escalas, una cifra parecida a la de este año. Resta saber cuál será su grado de ocupación.

El director de la Asociación Internacional de Líneas de Cruceros (CLIA) en España, Alfredo Serrano, advierte de el tamaño tiene una influencia directa en el volumen de cruceristas simultáneo que pueda o no recibir un puerto, pero en su defensa apunta que los barcos más grandes son los que más implementan medidas de sostenibilidad medioambiental para compensar su impacto. Están siendo los primeros en apostar por el gas natural licuado, tienen capacidad para desplegar sistemas de purificación de emisiones, plantas de reciclaje y otros procesos.

Además del debate sobre el modelo turístico, el Ayuntamiento de Barcelona tiene en el punto de mira el efecto contaminante del sector. En el informe presentado en julio se destaca que ningún concesionario ni operador ha optado por proyectos de reducción de impacto ambiental para acogerse a las bonificaciones que ofreció el Port. Su presidente, Damià Calvet, reitera que están "electrificando los muelles para reducir las emisiones de los cruceros, que hoy suponen menos de un 1% de las de la ciudad" y un 0,7% de óxidos de nitrógeno o NOx (menos que los ferries), y estarán en marcha en 2026, de manera que los cruceros se enchufen a la red, en lugar de mantener motores conectados durante su estancia. Los datos proceden del informe independiente realizado por Barcelona Regional.

Imagen de archivo del 'Seadream I' en Barcelona, con capacidad para poco más de un centenar de cruceristas.

Imagen de archivo del 'Seadream I' en Barcelona, con capacidad para poco más de un centenar de cruceristas. / Danny Caminal

El Port prima ser puerto base de la flota más moderna, pero ser menos contaminante. El 53% de esta temporada tienen menos de 10 años, recuerda. Y añade que el crucerista es el único turista que paga tasa turística sin pernoctar, y con recargo municipal: 2,75 euros si el barco está menos de 12 horas, y 4,75 si está más. Esa recaudación podría facilitar la logística para mejorar su encaje en la capital catalana.

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