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Trapero nunca será político

Su manera de pensar, de gestionar, de liderar y de afrontar determinados problemas está en las antípodas de lo que piensan buena parte de los políticos

El conferenciante Trapero en Casa Seat

El conferenciante Trapero en Casa Seat / Manu Mitru

Joan Vehils

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Al mayor de los Mossos d'Esquadra Josep Lluís Trapero hacía tiempo que no lo escuchábamos en público. Su reaparición fue en una conferencia en Casa Seat, organizada por este diario y bajo el título ‘Liderazgo en tiempos de crisis’. Levantó expectación y algunos nervios, pero Trapero tiene claro de lo que quiere hablar y de lo que no. Explicó, eso sí, algunas de sus experiencias centradas en la manera de liderar en tiempos convulsos un cuerpo formado por más de 17.000 'mossos'. Trapero es un policía que comunica bien, tiene buena voz y acumula una larga experiencia a sus espaldas. Quizá por ello algunos intentan acercarse a él para llevárselo a la política. Y digo acercarse, porque cuando Trapero detecta que alguien se le aproxima con este tipo de intenciones, lo corta de raíz.

Al inicio de su ponencia explicó que se sentía más nervioso que antes de su declaración en la Audiencia Nacional. Sin embargo, tras escucharlo, no tengo ninguna duda que no será su última conferencia sobre liderazgo. Una posibilidad que ya apuntó Jaume Lanaspa en el turno de preguntas. Quizá triunfe como conferenciante, pero nunca será político. Su manera de pensar, de gestionar, de liderar y de afrontar determinados problemas está en las antípodas de lo que piensan buena parte de los políticos. Los presentes valoraron positivamente la ponencia y eso que estaban los publicistas Lluís Bassat y Enric Jové, el CEO de Nedgia, Narcís de Carreras, el vicepresidente del FC Barcelona y de Audax, Eduard Romeu, y otros buenos comunicadores como el 'conseller' Argimon o el doctor Clotet. Al final, el director de El Periódico, Albert Sáez, en una de esas magníficas glosas que ya nos tiene acostumbrados, destacó que el liderazgo se demuestra dando sentido y dirección a la gente para lograr una mejora y eso, Trapero lo había logrado. Le bautizó como ‘Conferenciante Trapero’ y se acabó el acto. Bueno, pues muy bien, pues adiós.

El banquero Josep Oliu llegando al Liceu

El banquero Josep Oliu llegando al Liceu / Joan Vehils

Estreno en el Liceu

El día antes me acerqué al estreno de 'Norma' en el Liceu. Subiendo por la Rambla y a la altura de la comisaría de la Guardia Urbana dos agentes salen corriendo. Por una vez, no se trataba de un robo. Una señora que andaba despistada y hablando con el móvil tropezó, soltó la correa del perro y este salió por piernas… En fin. En la puerta del Liceu contrasta la imagen de dos turistas sin camiseta observando la llegada de los primeros espectadores. Unos lo hacen con corbata, como el presidente del Banc Sabadell, Josep Oliu, un apasionado de la ópera; otros, pese al calor, con la mascarilla FP2 y algunas con elegantes vestidos, como la ex 'top model', Ariadna Canaletas. El presidente Salvador Alemany siempre llega con el tiempo suficiente para dar la bienvenida a algunos fieles. En el exterior, los mossos permanecen atentos a la espera de una política importante que al final no aparece… No se lo perdieron la a arquitecta Benedetta Tagliabue, el actor Francesc Orella o el abogado Carlos Cuatrecasas. Llegaron a la carrera el 'president' Artur Mas y su esposa. Eso sí, el que más apuró fue el teniente de alcalde Jordi Martí, que entró de milagro. Al salir, uno de los habituales me reafirma que la soprano Marta Matheu está inconmensurable. Respecto a la escenografía de Àlex Ollé hay diversidad de opiniones. Pueden verlo hasta el próximo domingo.

Juan Antonio Caparrós con una bandejas de sus fantásticas gambas

Juan Antonio Caparrós con una bandejas de sus fantásticas gambas / Joan Vehils

Las gambas de la Barceloneta

Más abajo del Liceu hay vida y mucha vida. Sobre todo, en la sede del Sindicato de Estibadores de la Barceloneta donde cada año organizan una gambada. Me llama Juan Antonio Caparrós, el pescador más conocido del barrio, y no falto a la cita. Allí nadie duda que las gambas de la Barceloneta son tanto o más buenas que las del resto toda la costa. Como tampoco hay duda de que el oficio de pescador es muy duro. "Cada día cuesta más encontrar pescadores. Trabajamos muchas horas y se gana poco dinero", cuenta Caparrós tras explicar que a los 11años ya salía a pescar con su padre. Ahora, su hija Cristina, licenciada en Químicas, es quien trabaja para evitar la extinción de la cultura marinera en el barrio y la ciudad. Promueve la Asociación Cap a Mar y gestionas las espectaculares cestas de pescado fresco de La Platjeta. Pues eso que en la Barceloneta hace 25 años había 100 barcas y ahora solo quedan 23.

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