'Rickshaws' conflictivos
Barcelona prohibirá los bicitaxis durante medio año en la Sagrada Família, el corazón del Eixample, Paral·lel, parque Güell y Camp Nou
El Ayuntamiento vuelve a reclamar a la Generalitat que vete la actividad relacionada con estos vehículos, pero Territori dice que no es un asunto que competa al Govern
Carlos Márquez Daniel
Periodista
Periodista especializado en Barcelona. En 'El Periódico' desde principios de siglo. Los últimos 15 años, dedicados a la información local: movilidad, urbanismo, infraestructuras, política municipal, barrios, área metropolitana y medio ambiente. Colaborador habitual en los programas de televisión 'Planta Baixa' (TV3) y 'Bàsics' (Betevé).
Carlos Márquez Daniel
Sin licencia, sin seguro y sin tarifas legales. Los bicitaxis de Barcelona siguen operando a pesar de tratarse de una actividad al margen de la ley, sin hueco en la normativa, ni municipal ni autonómica, y aprovechándose, en el fondo, de un palmario vacío administrativo. El ayuntamiento lleva ya varios años tratando de acotar el negocio de los denominados ‘rickshaws’ o ‘trixis’, pero ahí siguen. Ya tienen limitado su margen de maniobra en Ciutat Vella y Sant Martí, y a partir de agosto, y durante seis meses, tampoco podrán circular por el entorno de la Sagrada Família, el corazón del Eixample, el Paral·lel, el parque Güell y el Camp Nou.
El ayuntamiento, o como mínimo la parte consistorial que controla el PSC, no acaba de dar con la tecla para borrar del mapa los bicitaxis. “Barcelona no es Bombay”, llegó a decir el primer teniente de alcalde, Jaume Collboni, que ya en 2019 instó a la Generalitat a prohibirlos al ser la institución competente en materia de transporte de viajeros. Un portavoz del Departament de Polítiques Digitals y Territori, no obstante, explica a este diario que no es un tema que tenga que ver con ellos. “Nada que decir al respecto”, sostiene la misma voz, dejando claro que el Govern no tiene previsto entrar en ese barrizal. El consistorio, sin embargo, asegura estar en conversaciones con la Generalitat “para que regule este tipo de actividad económica”.
La novedad, al margen de la pugna administrativa que es a la vez una luz de esperanza para estos ‘riders’, es que el ayuntamiento ha aprobado inicialmente un decreto que veta “la circulación de los vehículos de movilidad personal (VMP) tipo C1 que realicen una actividad económica en distintas zonas de la ciudad”. El trámite debe pasar ahora el periodo de exposición pública, con lo que se espera que el medio año de vigencia empiece en agosto. Las zonas se han elegido pensando básicamente en los turistas, los principales clientes de estas bicicletas colectivas.
Laia Bonet, tercera teniente de alcaldía y concejala de Movilidad, sostiene que los bicitaxis “no responden al modelo de movilidad ni al modelo turístico que queremos para la ciudad”. “Generan molestias de circulación, problemas de seguridad (son ya varios los incendios causados en plantas bajas del Raval por la recarga de las baterías de estos ciclos) y son una competencia desleal del taxi”, añade la edila socialista, que insta a la Generalitat a que “haga su trabajo” y prohíba esta actividad, cosa que, a la vista de lo declarado por Territori, no está previsto que suceda por ahora.
Primero, Ciutat Vella
El primer movimiento municipal contra los bicitaxis se llevó a cabo en verano de 2016 en Ciutat Vella, cuando se limitó el movimiento de estos vehículos a un par de rutas muy concretas, siempre en arterias anchas, como Colón, Picasso, Lluís Companys, Pujades o Circumval·lació. Tres años después se hizo lo propio en Sant Martí, permitiendo solo cuatro trazados a través de Marina, Meridiana, Diagonal y rambla Prim.
Esas restricciones quizás despertaron la picaresca de los jóvenes conductores de ‘rickshaws’, que empezaron a buscar lugares alternativos alejados de las zonas prohibidas, amén de hacer el agosto en los grandes acontecimientos nocturnos, cuando el taxi escasea y el metro quizás ya ha cerrado sus puertas. En el Primavera Sound de este año, por ejemplo, decenas de bicitaxis se hicieron carne en el Fòrum, donde pedían hasta 40 euros para llevar a los viajeros al centro de la ciudad.
Según detalla el consistorio, la ordenanza de circulación de peatones y vehículos obliga a los ‘trixis’ a estar inscritos en un registro municipal. Pero esta medida solo implica su identificación, sin que ello acredite licencia de transporte alguna. Es decir, no pueden llevar a personas y cobrarles por ello. La Guardia Urbana ha llevado a cabo varios dispositivos específicos para controlar a los bicitaxis. En un solo día, el 9 de agosto de 2021, se denunció a 164 conductores de estos taxis a pedales.
Entre enero y junio del año pasado, la policía local llegó a inmovilizar a 255 de estos vehículos. De hecho, a finales de junio el ayuntamiento mandó una carta a los conductores reclamándoles la correspondiente licencia, a sabiendas de que no la tienen porque no existe. Desde entonces, su presencia en las calles ha disminuido notablemente, entre otras cosas, porque si les requisa el bicitaxi, no bastará con pagar la multa: deberán presentar un permiso de transporte que no tienen ni tendrán.
Más duros
Hace poco más de un año, el propio ayuntamiento informaba de que se estaba trabajando junto a la Dirección General de Tráfico (DGT) para dar forma a una normativa que regule el uso comercial de ‘rickshaws’ en las ciudades. A día de hoy, sin embargo, y con afirmaciones como “Barcelona no es Bombay”, la única negociación que se otea en el horizonte es la de cómo echar de la ciudad a estos vehículos.
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