Sector estratégico

El turismo de lujo regresa con fuerza a Barcelona pese al lastre de la inseguridad

Son viajeros que pagan más de 500 euros por noche de hotel, gastan un promedio de 600 al día, tienen una media de 45 años y buscan experiencias exclusivas

La oferta de alojamiento de cinco estrellas o gran lujo alcanza un total de 44 establecimientos y representa un 15% del total de las plazas de la ciudad

El restaurante Amar, en los bajos del Hotel Palace, este viernes.

El restaurante Amar, en los bajos del Hotel Palace, este viernes. / Ferran Nadeu

Patricia Castán

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Le llamaremos Míster Brown para preservar su intimidad, pero el resto de datos son reales. Llegó a Barcelona hace unos días procedente del norte de Europa, se alojó cinco días en un hotel de superlujo de Ciutat Vella, durante los cuales hizo una excursión con chófer privado a Girona para jugar a golf y de paso comer en un restaurante con estrellas Michelin, dedicó una jornada a recorrer las mejores tiendas del paseo de Gràcia, con cita concertada y facturas de tres ceros; pidió al conserje de su hotel una reserva diaria en los restaurantes de moda de la ciudad, contrató un mesa VIP en dos conocidos clubes nocturnos, donde gastó cada vez más de 5.000 euros... y suma y sigue. No es el perfil mayoritario del turista que llega a Barcelona, pero sí responde un segmento estratégico, que casi pasa inadvertido para la ciudadanía pero ostenta un gasto medio de 600 euros diarios que dobla el del resto de viajeros. Tras la pandemia, resurge con fuerza, pese a que el sector alerta de algunas amenazas para su crecimiento, empezando por la inseguridad y los robos.

Santa Eulàlia, una de las tiendas de lujo locales más solicitadas por los viajeros de alto nivel.

Santa Eulalia, una de las tiendas de lujo locales más solicitadas por los viajeros de alto nivel. / Ferran Nadeu

El turismo más sibarita se había frenado en Barcelona ya antes de la pandemia a causa de la tensión política. Se trata de un segmento que pudiendo elegir cualquier destino, busca seguridad, comodidades, y eventualmente evita zonas donde pueda encontrar huelgas, conflictos o movilizaciones que afecten a la movilidad, entre otras circunstancias. Luego la crisis sanitaria paralizó por completo su actividad y había dudas sobre su recuperación, que finalmente ha sido tan rápida y fulgurante como la del turismo de masas. Han jugado a favor también las campañas impulsadas en el último año por Turismo de Barcelona para conquistar al visitante premium.

En un momento en que el propio ayuntamiento cuestiona al turismo por la saturación que genera en Ciutat Vella, el foco suele ponerse en los ríos de visitantes en bermudas colapsando la Rambla o el metro. Por contra, hay un turismo pujante de lujo o alto estatus, mucho más invisible, no solo porque numéricamente esté muy por debajo, sino porque además sus pautas coinciden mucho más con la filosofía de descentralización que proclama la alcaldesa Colau. Ni guardan cola ante los iconos ni buscan actividades masificadas.

Mercados a distinto ritmo

El regreso de ese viajero estaba lleno de incertidumbres, porque mercados clave como el estadounidense aún no se han recuperado del todo, mientras que el ruso ha desaparecido y el asiático sigue fuera de juego por efecto del coronavirus y sus limitaciones viajeras. Sin embargo, gracias al moderado crecimiento del turismo nacional de alta gama (alcanza en torno a un 15% en lujo) y al vigor del europeo de alto poder adquisitivo (encabezado por británicos, franceses, países escandinavos e italia), la demanda y las cifras se han elevado.

Esa euforia se traduce, por ejemplo, en una demanda prioritaria de las habitaciones más amplias, con terraza o más elitistas, explica René Hoeltschl, director del novísimo Hotel ME, en la calle de Casp. Y agrega Andreas Oberoi, su homólogo hace apenas unos meses en el Hotel Arts, que sus 28 suites penthouse están actualmente súper demandadas. Por ellas se abonan entre 2.000 y 20.000 euros diarios, según tamaño y fecha. "Aún no tenemos el volumen de 2019, pero los precios sí están por encima", explica.

Hotel Monument, de gran lujo, en Mallorca con paseo de Gràcia.

Planta baja del Hotel Monument, de gran lujo, en Mallorca con paseo de Gràcia. / Ferran Nadeu

La ocupación en las categorías de 5 estrellas y de 5 estrellas gran lujo de Barcelona se sitúa en estos momentos por encima del 80% de media, pudiendo ser superior en las mejores ubicaciones. Las previsiones son buenas para todo el año, aunque con incertidumbres de cara a 2023, según la evolución de la economía. No obstante, la inflación no es un freno para la agenda viajera de estos perfiles, que en general no han sufrido secuelas económicas por la pandemia, tercia Julie Van De Kerckhove, directora del Barcelona Edition, junto a Santa Caterina.

El precio se ha convertido en un tema determinante para la hotelería de lujo, ya que ejerce de filtro del tipo de viajero. Así, pese a las superofertas que hubo que lanzar durante dos años para resistir la crisis de viajeros por la pandemia, se constata que cuanto más se cotizan las estancias más solvente es el tipo de huésped que se atrae a la ciudad. El abanico de tarifas oscila en función del tipo de habitación y la ubicación, pero diversos hoteles y el propio Gremi d'Hotels de Barcelona estiman que en estos momentos se abonan por encima 500 euros por noche. El gasto se traduce en un nivel de servicio muy alto, que puede comportar una equivalencia de un empleado por cliente. Y no solo en plantillas estables, sino también en una enorme red de proveedores locales implicados.

No perder el ritmo

La capital catalana tiene 22 hoteles de cinco estrellas y gran lujo que suman 3.379 habitaciones (no se incluye al Juan Carlos I, uno de los mayores, que sigue cerrado) y representan un 8,62% sobre el total de la ciudad, más otros 22 de cinco estrellas que alcanzan las 2.670 y suponen un 6,81%. En total superan el 15% de las plazas locales, tras años de continuo crecimiento que se detuvieron con el plan especial urbanístico de alojamiento turístico de Barcelona (Peuat). La nueva regulación limita a una pocas zonas periféricas las nuevas aperturas, de manera que no resultan interesantes para las marcas más elitistas, que priman la ubicación.

En este sentido, pese a que Barcelona sigue potente, Madrid ha realizado un esprint en los últimos años, facilitando la implantación de compañías que quedaron excluidas por la normativa barcelonesa, como Four Seasons. Ese y otros nuevos hoteles en la capital superan ya el precio medio de mil euros y han disparado el viajero de lujo, sobre todo americano. Para Manel Casals, director de la patronal, es toda una "contradicción" querer promover el turismo de calidad en la ciudad pero vetar a esta cadena. Sobre todo porque esas marcas ejercen de imán para grandes eventos, congresos o viajes de incentivos, coindicen todos los directores entrevistados.

Terraza del Hotel Edition, junto al mercado de Santa Caterina.

Terraza del Hotel Edition, junto al mercado de Santa Caterina. / Ferran Nadeu

¿Y qué caracteriza las visitas de estos viajeros de alto presupuesto? "Experiencias únicas, quieren conocer la cultura local en pequeños grupos o en privado, descubrir la gastronomía y hacer compras no solo de lujo, sino también con identidad", subraya Pascal Billard, director del centenario Majestic Hotel & Spa Barcelona, poniendo como ejemplo sus visitas a los talleres de escultores y artesanos destacados, o a pequeñas bodegas del territorio.

Más experiencias únicas

Para Van de Kerckhove, la gastronomía y la arquitectura son reclamos esenciales para este viajero, que pide exclusividad en sus experiencias. Pero la experta reivindica una "mayor calidad" en la oferta de servicios en el litoral, ya que pocos grandes destinos cuentan con playas como Barcelona. Ella y otros operadores defienden un 'beach club' exclusivo, por ejemplo, pero creen que la Copa América de Vela 2024 puede impulsar nuevas iniciativas.

Colas en la tienda de Louis Vuitton, en el paseo de Gràcia, este viernes.

Colas en la tienda de Louis Vuitton, en el paseo de Gràcia, este viernes. / Ferran Nadeu

Donde hay unanimidad es en la reivindicación de "más seguridad", ya que los continuos robos de relojes no solo afectan a la experiencia del viajero, sino a la imagen internacional que se proyecta. Hay más Mossos y esfuerzos, pero la realidad es que los hoteles tienen que advertir a sus viajeros, tratando de no alarmarlos. La inseguridad no es nueva, pero los robos son ahora más violentos, lamentan, acusando a grupos organizados y especializados.

Remei Gómez, al frente del Claris, señala que tan importante como la seguridad es la limpieza y el civismo. "Airbnb no ha ayudado", apunta, al atraer a determinados tipos de viajeros. Otra trinchera abierta es la del personal, que en el sector de servicios cuenta con menos manos desde la pandemia. "Ahora es sobre todo vocacional, porque supone esfuerzos", añade; sobre todo frente a los nuevos valores sobre la conciliación y las virtudes del teletrabajo, apostilla Casals.

Suscríbete para seguir leyendo