Nueva etapa

El Glaciar de la plaza Reial estrena etapa al filo de su centenario

El histórico local, que forma parte del catálogo de emblemáticos, ha cambiado de manos y recuperado la actividad gastronómica

Tras mejorar su estética respetando sus elementos protegidos, preparan actividades para festejar a lo grande sus cien años

Interior de la renovada barra del centenario bar Glaciar.

Interior de la renovada barra del centenario bar Glaciar. / Manu Mitru

Patricia Castán

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Hace cien años en el Grand Café Restaurant Glacier se comía Marmita a la alemana, Salmón a la crema, Poularda a la casera, o Peras a la chantilly, según reza un menú festivo de la época. Desde hace unos días, los barceloneses y visitantes que se acerquen al carismático Glaciar de la plaza Reial pueden degustar una buena "esqueixada de bacallà", unas albóndigas con sepia o incluso el milagro de una rica paella (casera) del 'senyoret' en versión individual en el corazón turístico de Barcelona a un precio asequible. En medio ha habido muchas etapas, entre el éxito y el desastre. Pero acaso lo que marca el nuevo ciclo que afronta el célebre bar desde hace apenas un par de semanas es la recuperación de la gastronomía como pilar, junto con la mítica barra de bar donde copas y cócteles alegran ya sus noches.

El Glaciar, que en el franquismo castellanizó su nombre, podría haberse ido a pique como tantos locales emblemáticos que --sobre todo-- en Ciutat Vella no han resistido la crisis, el azote de los alquileres o la falta de relevo generacional. Pero justo cuando Rafa González y Christian Alary emprendían la retirada el año pasado, aparecieron en escena Javier Lluch y Thais Ivern. Estos dos socios habían dejado el mundo de la publicidad dispuestos a reinventarse en el ámbito de la hostelería creando La Pomada Grup con el apoyo de un "fondo inversor de 'friends and family'", relatan. La pandemia, que lastró tantos negocios, se saldó con traspasos y alquileres asequibles en pleno centro de Barcelona, dándoles una "oportunidad" única de despegar con localizaciones estratégicas antes impagables y el presunto reto de "dignificar" las opciones gastronómicas en Ciutat Vella, donde tantas veces se maltrata el estómago del turista.

Aniversario y retos

De entre todas las resucitaciones que han practicado en apenas unas semanas, acaso el Glaciar sea la niña de sus ojos. Con un historión a sus espaldas y el gancho añadido de afrontar su centenario en septiembre. La hemeroteca ('La Vanguardia') sitúa las primeras menciones al Grand Café Restaurant Glacier en 1886, cuando el propietario del Restaurant Martín realizó unas mejoras y dio este nombre al salón del primer piso del edificio donde despachaban helados, almuerzos y comidas. Pero el Bar Glacier como tal fue noticia como novedad de la Rambla en 1922, obra del arquitecto Ignacio Bruguera. Allí viviría una breve etapa hasta su traslado al número 3 de la plaza Reial en 1929, donde la prensa de la época alude a su "cocina esmeradísima".

De su encaje en la sociedad de la época da fe el hecho de que acogiera (una sola vez, por aforo) la entrega del Premio Nadal a Carmen Laforet en 1949, o que esa década y la de los 50 fuera punto de encuentro de los asiduos al Liceu tras las funciones. Allí podían devorar desde un buen helado (una de sus virtudes originales y que le dieron nombre) hasta unas ostras o un resopón previo a la vuelta a casa. Pero con los años el local perdió carácter burgués y alentó las tertulias de escritores de la época, hasta el punto de que en 1967 arropó la presentación en sociedad de Gabriel García Márquez de la mano de la agente Carmen Balcells.

La terraza del popular establecimiento, este lunes por la tarde.

La terraza del popular establecimiento, este lunes por la tarde. / Manu Mitru

Seguirían algunos años de caída, por mala gestión o coincidiendo con la degradación del entorno, cuando la mala vida y las drogas ahuyentaron a los visitantes barceloneses de la zona. Entre otros movimientos, en 1971 un empresario paquistaní lo arrendó y "se deshizo de la decoración original" para hacer un bar moderno de la época, según se explica en su ficha de la Ruta dels Emblemàtics. Forma parte del catálogo del patrimonio histórico-artístico y paisajístico de los establecimientos de Barcelona elaborado por el ayuntamiento en 2016, con la categoría E2 de "establecimientos de interés" y elementos protegidos como su carpintería exterior o la barra de mármol.

En 1978 se reabrió tras ser redecorado por el arquitecto Joan Martínez Manent, que pasó a regentarlo hasta dar el relevo a finales de los 90 González y Alary, quienes durante más de dos décadas lo explotaron como bar y bocadillería. Pero en incluso en estos últimos periodos ha seguido haciéndose un hueco en la historia y memoria local, sea encendiendo el ánimo de varias generaciones a ritmo de chupitos y brindis estudiantiles, o siendo escenario de películas como 'Libertarias' (1996) y 'Salvador' (2006), por no hablar de todas las menciones que acuñado en la literatura.

En otoño quieren festejar esa trayectoria centenaria con una gran fiesta popular, una exposición y otras sorpresas aún en el tintero, avanzan.

Para el 'boomer'

La Pomada quiere que en el Glaciar ahora se pueda comer y cenar bien, y tomar una copa hasta las 3.00 horas (2.00 en la terraza). Algunas veces con música en vivo, siempre con una carta de proximidad (vinos y productos de la región) y mucho respecto al pasado de la casa. Buscan reconquistar con esas herramientas al cliente local 'boomer', el que hizo EGB y acuña grandes recuerdos juveniles en la zona. También atraer al viajero que no se conforme con comer en el centro sin exigir un buen recuerdo de la experiencia.

Entre los otros locales relanzados o impulsados por estos empresarios figuran Poca Solta y El Tros de la Rambla (en rambla de Catalunya), La Taverna del Coure (en Argenteria) y muy pronto Pirineus (en la calle de Duran i Bas, en pleno Gòtic), donde despacharán desayunos de 'forquilla', avanzan.

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