Historia popular

Clive Booth, el Sócrates inglés de las calles de Barcelona

Vecino de la capital catalana desde 1977, Booth lleva media vida sacudiendo conciencias de barceloneses y turistas a través de los provocadores carteles que pasea por la ciudad

El Centre Cultural La Bòbila de L'Hospitalet dedica hasta el 15 de julio una retrospectiva a este particular artista social con motivo de los 35 años del festival 'L'H Art Viu', en el que participó

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A1-151899518.jpg / ZOWY VOETEN

Helena López

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Anda erguido y mirando hacia adelante. Cubre su cabeza con su característico bombín, sobre el que muestra el mensaje: “detector de adictos al móvil”. Cartel escrito de su puño y letra, como los cientos que lleva más de 40 años pensando, haciendo y, sobre todo, paseando por Barcelona, ciudad a la que llegó en 1977 y a la que ama. "Este es el cartel que ha tenido más éxito de todos estos años. La gente lo mira y algo les pasa en el cerebro. Uno lo señala, otro comenta algo…", explica Clive Booth, el señor inglés -en junio cumplió 73 años- al que todo barcelonés ha visto alguna vez -o muchas- provocando al viandante con sus peculiares performances, ya sea en la Rambla, en el metro, en la plaza de Sant Jaume o frente a la catedral.  

Clive Booth, hace unos días en L´Hospitalet.

Clive Booth, hace unos días, en la plaza de la Bòbila de L'Hospitalet. / ZOWY VOETEN

Basta con observar un rato sus paseos a una distancia prudencial para confirmar que su 'detector de adictos al móvil' no deja indiferente a prácticamente nadie. "Los que no me ven son precisamente los que más pegados van al teléfono, pero para eso tengo técnicas", cuenta el particular artista callejero mientras hace sonar la bocina que sujeta en la mano (junto al bombín y los carteles, otra de sus principales características).

"¡Taxi!"

Y esa no es su única estrategia, aunque sí la que más botes ha provocado. "En el metro tengo otra que funciona muy bien. Cuando va llegando levanto el brazo y grito “¡Taxi!” y la gente levanta la mirada del móvil, me mira y se ríe. Detectan una presencia interesante. Además, ¡siempre para y hay espacio para todos! Y, si a alguien no le gusta, no entra en el mismo vagón que yo y ya está", prosigue el artista social, muy preocupado por el aislamiento social que genera el móvil en la vía pública.

Clive Booth en la Rambla hace décadas, cuando empezó su andadura barcelonesa.

Clive Booth en la Rambla hace décadas, cuando empezó su andadura barcelonesa. / ZOWY VOETEN

El metro es uno de los escenarios más habituales de este profesor de inglés al que los que le conocen desde hace muchos años definen como el payaso filósofo. "Otros me dicen que soy como Sócrates, porque hago pensar a la gente", señala con evidente orgullo, sentado sobre la repisa de una ventana del Centre Cultural La Bòbila de L'Hospitalet, donde hasta el 15 de julio le dedican la retrospectiva 'Clive Booth. Artista social. Barcelona 1987-2022. 35 anys del festival L'H Art Viu', comisariada por Etel Reis y con retratos de Booth del joven fotógrafo documental Marc Asensio.

"Empecé pintando en la plaza del Pi, pero no vendía nada y nadie se interesaba; así que me aburrí y decidí hacer cosas por la calle"

Nació en Bridgnorth, en Inglaterra, en 1949 y se instaló en Barcelona en 1977, atrapado por la vida de la Rambla. "Empecé pintando en la plaza del Pi; pero no vendía nada, nadie se interesaba, así que me aburrí y decidí hacer cosas por la calle, sin saber cómo, y empecé con mis mensajes", rememora.

Detalle de la exposición sobre la obra de Clive Booth en La Bòbila de L'Hospitalet.

Detalle de la exposición sobre la obra de Clive Booth en La Bòbila de L'Hospitalet. / ZOWY VOETEN

No recuerda cuál fue exactamente el primero, pero recuerda uno importante. "En los 80, con la crisis económica, el tráfico se volvió muy agresivo. Los coches aparcaban en las aceras, iban muy rápido, producían un volumen de ruido insoportable... Me colgué un cartel en la espalda que ponía 'Calleu', y paseaba con él y con esponjas en las orejas", relata.

"Para los señores de la ciudad, Barcelona no es más que una granja; un negocio, donde el ganado son los turistas"

El vínculo del artista con L'Hospitalet fue cuestión de azar. Llevaba poco tiempo en Barcelona cuando vio la convocatoria del festival 'L'H. Art Viu' y se apuntó. "Era un mes dedicado al arte urbano en el que los artistas creaban en las calles de la ciudad. Yo, como lo que hacía era ir por la calle haciendo cosas, como ahora, procuré hacer fotos, algo que nunca hago, pero documentar todas las acciones, por eso tengo este material", explica mostrando el típico álbum de fotos familiar, pero lleno de imágenes de un joven Booth dialogando con vecinos muy distintos en diferentes puntos de L'Hospitalet, de Bellvitge a La Florida.

"Contesto preguntas"

A partir de esa conexión con la ciudad, la comisaria de la exposición pensó en dedicarle una exposición en La Bòbila, con la excusa de los 35 años del festival. Y como, al margen de aquellas, Booth prácticamente no tiene fotografías de su obra, tan presente en las calles de Barcelona pero a la vez tan etérea, contactaron con el fotógrafo Marc Asensio para que le siguiera e hiciera las fotos para la exposición. "Como mi escenario es la calle, actúo en todas partes, hicimos las fotos en L'Hospitalet, como guiño a la ciudad que nos invitaba", prosigue el artista mientras señala algunas de las fotografías de la muestra, para la que rescribió algunos de los carteles más significativos su dilatada carrera, como su mítico "Contesto preguntas".

Hacerse y hacer preguntas de forma colectiva es lo que Booth lleva toda la vida haciendo. "Mi objetivo es generar un diálogo con el público, que la gente se acerque y me hable -resume-; por eso he llevado tan mal la pandemia, porque la gente ha cogido miedo"

¿Quién es el loco?

Si en los 80 uno de los problemas sobre los que Booth quería hacer reflexionar eran los coches, en la actualidad está muy centrado en el impacto del turismo. "Hay turistas que leen mis reflexiones y me dan la razón. Para los señores de la ciudad, Barcelona no es más que una granja; un negocio, y el ganado son los turistas. Desde mi punto de vista hay una profunda falta de amor por Barcelona por parte de las personas bien situadas de la ciudad, que cada fin de semana se van a su segunda residencia y Barcelona para ellos es simplemente el lugar en el que ganan dinero", apunta el autor del cartel 'Estoy mucho más loco que tú', otro de sus favoritos. "Cuando la gente lo lee en voz alta y dice 'estoy mucho más loco que tú' yo les respondo 'No, no, yo estoy más loco' y es muy divertido".

Entre las incontables anécdotas que ha ido recopilando en estas décadas, Booth, quien, muy a su pesar, se ha convertido también en atracción turística, comparte una de las recientes en una instalación que ha llamado Detox box, que es un 'aparato' de desintoxicación para la adicción al móvil. "Hace dos o tres semanas, vino un señor que me dijo que ya estaba pensando que por qué había venido a Barcelona, que la estaba encontrando decepcionante. Resulta que él es antropólogo y, al ver mi instalación, le encantó. Porque era alguien que estaba haciendo algo sobre lo qué le sucede a los seres humanos en este momento", cuenta el hombre, a quien le encantaría que más personas siguieran sus pasos. "Llevo 40 años haciendo mis cosas por las calles de Barcelona y nadie se ha atrevido a imitarme. ¿Qué pena, no? Yo les digo, 'coge el mocho y friega la calle, friégala, solo es fregar, y dicen, 'Ay, no no'. Hay un problema de pánico escénico en nuestros espacios públicos", concluye.

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