EN EL RAVAL

La Antiga Massana entra en campaña

Los colectivos que okupan la vieja facultad tras el mercado de la Boqueria presionan al Ayuntamiento de Barcelona para firmar una concesión "al estilo Can Batlló" que asegure el futuro de su proyecto social

El espacio fue okupado la noche de Sant Joan de hace dos años para repartir alimentos entre los vecinos más vulnerables del Raval cuando el barrio se rompió tras el estallido de la pandemia

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A1-149498067.jpg / JORDI COTRINA

Helena López

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El canto de los pájaros que hacen nido en el agradable patio y vida sobre su característica palmera se escucha de fondo durante toda la grabación de la charla con Elena Martín, portavoz de la campaña, casi como la prueba definitiva de que no exagera. La Antiga Massana, okupada la noche de Sant Joan de hace dos años, se ha convertido en un oasis en el corazón del denso Raval. "Nosotras mismas estamos sorprendidas de todo lo que ha nacido aquí", resume Martín, una de las personas que forma parte del rico y diverso tejido comunitario del barrio que en el minuto cero de la declaración del estado de alarma se reunió de urgencia para organizarse, semilla de lo mucho que ha venido a continuación.

"Temíamos la que se nos venía encima. Sabíamos que había mucha gente en el barrio que quedaría totalmente desprotegida, fuera de todas las ayudas, que en aquel primer instante desconocíamos cuáles serían. A mí las primeras que me vinieron a la cabeza fueron las chicas de Robadors, con las que tenemos mucho trato. Y la gente que recoge chatarra y la gente que estaba trabajando en negro en los restaurantes, que tenemos a mucha en el Sindicat d'Habitatge del Raval (SHR)… De ese encuentro nació la red de apoyo mutuo, lo más urgente era asegurar la alimentación de las familias. Primero estábamos en La Galera, pero era evidente que el local era demasiado pequeño para hacer frente a una urgencia como aquella", recuerda la activista sentada en una mesa en el patio, junto a una pizarra en la que se muestra el horario de actividades y talleres que se ofrecen en el espacio.

Dos vecinas camino a la entrega de alimentos en el patio de la Antiga Massana, en el Raval.

Dos vecinas camino a la entrega de alimentos en el patio de la Antiga Massana, en el Raval. / JORDI COTRINA

En aquel contexto, marzo del 2020, lo primero que hicieron fue recoger comida de los restaurantes, todo lo que les sobraba cuando se vieron obligados a cerrar, así como de la Boqueria, mercado con el que han tenido siempre una relación estrecha que todavía mantienen. Con el paso de los días fueron surgiendo otras necesidades y, como los grupos de apoyo de otros barrios, y se fueron adaptando a ellas, como la necesidad de material escolar.

Suma de colectivos

"Servicios sociales estaba desbordado en ese momento, hablamos de las primeras semanas de la pandemia, y nos mandaban a gente a nosotros. En ese marco empezamos a pedir al ayuntamiento que nos cediera un local, pero no teníamos NIF y eso lo complicaba todo. Sí había varios colectivos juntos en aquel momento, entre ellos el SHR, pero no éramos una entidad", prosigue Martín mientras va saludando a las personas que van entrando al edificio, cuya fachada, en la Gardunya, la plaza trasera de la Boqueria, es fácilmente reconocible por el estridente rosa marca SHR.

Fue entonces cuando, la semana pasada se cumplieron dos años, entraron en este antaño señorial espacio, que sabían que hacía tres años que estaba vacío, tras el traslado de la facultad a las nuevas instalaciones. "Entonces sí nos llamó el ayuntamiento, el propietario del edificio, y hablamos, pero no nos ofrecieron nada en firme", prosigue la portavoz del proyecto.

Entrega de alimentos de la Xarxa del Raval en la Antiga Escola Massana, un sábado de junio.

Entrega de alimentos en la Antiga Massana, un sábado de este mes de junio. / JORDI COTRINA

Cuando entraron el recinto estaba lleno de escombros. "Hicimos una brigada y lo limpiamos todo", señala. "Desde el primer momento vimos que este patio abierto justo a la entrada, frente a la Boqueria, era perfecto para la entrega de los alimentos", prosigue Martín.

En un primer momento en el espacio se instalaron el SHR y la red de alimentos, pero pronto fueron nacieron otros proyectos. A partir del servicio de ludoteca que se ofrecía todos los miércoles durante la asamblea del Sindicat d'Habitatge nació la ‘escoleta’, que ahora funciona todo el curso tres tardes por semana. "Cuando no tienes recursos, el verano se hace muy largo. El ayuntamiento beca 15 días de ‘casal’, pero ¿y el resto, ¿qué? De ahí nace el 'casal' de verano. De hablar con las familias del SHR y de la red de alimentos y ver que hay muchas otras necesidades además de la vivienda y los alimentos", relata Martín, quien también pone en valor el trabajo del gimnasio popular, otra de las actividades que llenan de vida el espacio.

Nuevas realidades

Con el paso del tiempo, la red de alimentos ha cambiado. "Ya no es algo tan asistencialista. Los mismos que se llevan comida a casa hacen el reparto. Van con el carrito por el Raval recogiendo los productos y después los reparten aquí. Hay varias personas de la comunidad filipina muy vinculadas al proyecto, un colectivo que normalmente no pedía allí ayuda y eso ha sido un cambio positivo. De hecho, ahora los carteles que estamos haciendo para la campaña de la Massana son también en tagalo", explica.

Vista general del patio de la Antiga Massana.

Vista general del patio de la Antiga Massana. / JORDI COTRINA

La campaña de la que habla tiene un objetivo claro: quieren regularizar su situación y firmar una concesión del espacio por parte del Ayuntamiento de Barcelona al estilo de Can Batlló (en marzo del 2019 sellaron una cesión por 50 años). Desde los colectivos que okupan la Antiga Massana tienen claro que "se trata de una cuestión de voluntad política" y están presionando para alcanzar ese acuerdo en los próximos meses, antes de que las elecciones municipales del año próximo, por lo que pueda pasar.

Proyecto polémico

"El actual consistorio nos dice que no nos preocupemos, pero estamos en falso. Queremos un compromiso firme, firmado, antes de acabar el mandato. Una concesión. Mira lo que pasó en La Ingobernable, en Madrid", apunta la portavoz del colectivo, cuyos miedos están también fundamentados en un proyecto del ayuntamiento de junio del 2021que prevé tirar la pared rosa de la entrada, el patio de la palmera y conectar los jardines de Rubió i Lluch con la Gardunya, es decir, con la Boqueria.

“Al margen de que nos afecta porque llevar a cabo ese proyecto significaría nuestra expulsión, a nuestros ojos este un proyecto gentrificador", resume Martín.

"Ni calendario ni presupuesto"

Una portavoz municipal apunta que el recinto del Hospital de Sant Pau i la Santa Creu -al que pertenece la Antiga Massana- está pendiente de un plan director, en en que se tienen que poner de acuerdo las diferentes administraciones, para establecer los usos de los más de 10.000 metros cuadrados. "En estos momentos no hay ni calendario ni presupuesto para este proyecto", señala la misma voz sobre el polémico proyecto de conexión de los jardines.

Fuentes municipales insisten también en que "el distrito es partidario de que las actividades que se llevan a cabo aquí tengan un espacio en Ciutat Vella, y por eso estamos abiertos a acompañar el proyecto para encontrar alternativas viables".

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