Quo vadis Barcelona

Guim Costa, arquitecto decano del COAC: "El Eixample es la zona que más necesita repensar su futuro"

Es el nuevo decano del Col·legi d’Arquitectes de Catalunya, en sustitución de Assumpció Puig, la primera mujer en ocupar el puesto. Asegura que el futuro urbanístico de Barcelona pasa por hacer la retícula de Cerdà más eficiente, sostenible y vivible, y reivindica la soluciones mediterráneas frente a las imposiciones que llegan del norte.  

Guim Costa, arquitecto decano del Col·legi d'Arquitectes de Catalunya (COAC)

Guim Costa, arquitecto decano del Col·legi d'Arquitectes de Catalunya (COAC) / Ferran Nadeu

Natàlia Farré

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¿Cuál es el futuro urbanístico de Barcelona? El modelo de Cerdà para el Eixample fue un modelo basado en el higienismo, favoreció una ciudad más saludable. Ahora estamos en una situación parecida, necesitamos buscar la ciudad saludable pero ya no tenemos campos alrededor para crecer, sino que está todo edificado. Hay que ver cómo la retícula de Cerdà, prácticamente única en el mundo y que es una gran ventaja, la hacemos más eficiente, sostenible y vivible. A partir de aquí hay que trabajar en ver cuál es el modelo de futuro, pero Barcelona parte de una posición muy favorable porque es una ciudad muy densa con un transporte público bueno, aunque mejorable, y con un buen clima. 

El coche es un gran invento pero tenerlo o no tenerlo ya no es una cuestión de libertad individual sino de solidaridad y más en una ciudad tan densa y concentrada como Barcelona

Y ¿cómo debe ser este modelo? La Agencia de Ecología Urbana lleva 20 años pensando Barcelona, no tanto desde el punto urbanístico o arquitectónico sino de indicadores de acústica y contaminación, aspectos que marcan la ciudad de una forma muy clara. Diría que el modelo de Barcelona tiene que ser una combinación de estos indicadores y de estudiar cómo deben ser los espacios públicos. La sección de calle de 20 metros del Eixample no se pensó para que pasaran cuatro líneas de coches sino para que entrara el sol. El coche es un gran invento pero ya no es una libertad individual sino que tenerlo o no tenerlo está relacionado con la solidaridad común y más en una ciudad tan densa y concentrada como esta. 

¿Las ‘superilles’ son una buena solución? Se está redibujando Barcelona a partir de la retícula de Cerdà, es evidente que la ciudad no es solo eso pero el Eixample es la zona que más necesita repensar cómo debe ser el futuro. El modelo de las ‘superilles’, que deriva de diferentes gobiernos municipales y por lo tanto no es la idea de un político sino una idea de ciudad, se está empezando a aplicar de una manera nada fácil porque es un modelo bastante cerrado. Hay urbanistas y arquitectos que no están de acuerdo, otros que sí, y otros que sí pero que no comparten como se está aplicando. Es un momento de ebullición. Posicionarse es complejo pero lo que está claro es que hemos de ir hacia una ciudad sostenible y eficiente, en la que se pueda llegar andando a los servicios básicos, esté garantizada la alimentación de proximidad y tenga una buena movilidad pública. 

Miramos demasiado al norte de Europa para los temas de sostenibilidad y hemos de reivindicar más el arco mediterráneo, saber dónde estamos y qué clima tenemos, diferente al nórdico

Se habla mucho de lo hecho en París, ¿es un ejemplo a seguir? Barcelona lo está haciendo muy bien, de hecho, está siendo referente, es un modelo que atrae muchísimo. París se ha sabido vender muy bien pero tiene tantos o más problemas que Barcelona con la movilidad y el urbanismo táctico. Miramos demasiado al norte de Europa para las cuestiones de sostenibilidad y hemos de reivindicarnos más, saber dónde estamos y qué clima tenemos, diferente al nórdico. En el caso de las casas sostenibles Europa nos dicta las directrices de cómo tenemos que construirlas, pero hemos de tener más peso desde el arco mediterráneo para decir cómo son nuestras casas sostenibles, algo que tiene mucho que ver con la ventilación cruzada y con la cubierta catalana, o las galerías del Eixample, un ejemplo de sostenibilidad tremendo, mucho mejor, a veces, que una bomba de calor entálpica o las placas solares. 

Parece que le preocupan las directrices que llegan con los fondos Next Generation. El problema es que llega mucho dinero en un plazo corto y hay que ver cómo aplicamos las directrices de eficiencia energética sin estropear de manera rápida el entorno arquitectónico. Hemos de ser muy cuidadosos en cómo actuamos sobre esta arquitectura de calidad con criterios eficientes para no poner en riesgo un patrimonio por unas directrices que no tengo claro que sean necesarias aquí. Si tenemos una fachada modernista o noucentista hay que priorizarla y poner el aislante por dentro aunque cueste más. 

Los grafiti cada vez son más desagradables, cuando pasas por una calle estrecha de Ciutat Vella te agreden mucho y te dan ganas de huir

El patrimonio también sufre con la plaga de grafitis. ¿Alguna solución desde la arquitectura? Algunos grafitis se entienden pero otros son solo firmas totalmente destructivas. Cada vez es más desagradable, cuando pasas por una calle estrecha de Ciutat Vella te agreden mucho, cansa y te dan ganas de huir. Entre todos deberíamos hacer un esfuerzo por poner persianas transparentes realizadas con perfiles metálicos que permiten pasar el aire y protegen igual a la vez que impiden las pintadas y los interiores de las tiendas se incorporan al espacio público. 

¿Por qué es tan importante que en 2026 Barcelona sea capital de la arquitectura? Pondremos Barcelona de nuevo en el mapa de la arquitectura global, y podemos conseguir que se sitúe como ciudad referente para debatir de arquitectura y urbanismo. Hay una generación de arquitectos entre 30 y 50 años con una gran capacidad de trabajo y mucha creatividad que necesitan demostrarlo. No hay encargos públicos y hay pocos concursos, y tenemos una escuela muy potente que necesita florecer. La capitalidad puede ser un gran escaparate para ellos.  

Con la capitalidad de 2026 pondremos de nuevo a Barcelona en el mapa de la arquitectura global

¿Cuáles son las demandas principales del sector? Que haya acción política con calendario y presupuesto para hacer espacio público de calidad y vivienda de calidad. La vivienda debería estar asegurada por ley, como lo está la sanidad y la educación. Y sobre todo ser conscientes de donde estamos, en el mediterráneo, no en el norte de Europa. La buena arquitectura es saber integrarse en el lugar, desde el punto de vista funcional y social. 

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