Radiografía

Las mujeres ya superan a los hombres entre los trabajadores de Barcelona

La ciudad alcanza su particular Everest de afiliados a la Seguridad Social, un éxito que no debería eclipsar que el músculo laboral es mayoritariamente femenino

Carles Cols

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Barcelona cerró el pasado mes de abril con la cifra de afiliados a la Seguridad Social más alta de su historia, 1.164.964 altas. Es este un Everest laboral que supera la anterior cima, hollada en noviembre de 2021, entonces con 1.150.992 personas. Se dijo hace un par de meses: de la ciudad se dice que retrocede, que es decadente, que cualquier tiempo pasado fue mejor, vuelan los cuchillos pero las cifras oficiales de empleo y paro afirman justo lo contrario. Incluso la última cifra de paro, la de mayo, con 60.951 desocupados, tiene lejanos antecedentes. Hay que retroceder a junio de 2008 para encontrar un registro menor. Este nuevo récord de afiliaciones, sin embargo, no debería eclipsar un dato de más profundo calado sociológico. Las mujeres son ya, de forma estable, no esporádica, la principal fuerza laboral de la ciudad. La diferencia salaria entre ellos y ellas sigue ahí y, preocupantemente, existe incluso entre los más jóvenes, los que recién se incorporan al mercado la botal, pero de fondo, lo anunciado, desde finales de 2020 y de forma ininterrumpida trabajan en Barcelona más mujeres que hombres.

Esta inmersión en las estadísticas oficiales requiere primero aclarar que hay dos maneras distintas de aproximarse a los datos. Se puede, por una parte, tomar como universo la población censalmente barcelonesa, es decir, la empadronada como tal, o, por otra, la población que trabaja en la ciudad con independencia de cuál sea su domicilio. Tanto da. En uno u otro caso, la fotografía es la misma: más mujeres que hombres.

Vayamos a por el primer grupo, el de los barceloneses de padrón. La última cifra disponible es la del último trimestre de 2021. Entonces, tenían empleo 396.000 barcelonesas. Ellos eran 375.000. Se podrá argüir que no es extraño si se tiene en cuenta que en Barcelona viven más mujeres que hombres, 857.000 contra 778.000, pero eso no es una novedad. Es así hoy, hace 10 y hace 20 años. El peso demográfico de las mujeres es mayor que el de los hombres desde hace décadas, pero lo es más, sobre todo, con la edad, hasta llegar a esa cota de los centenarios. Hay cinco mujeres que superan el siglo edad por cada hombre que supera esa frontera de la longevidad.

Por eso, la cifra interesante es la de la población activa, es decir, la de mayores de 16 años que trabajan o buscan empleo. Incluso en ese apartado la balanza se inclina a favor de las barcelonesas. Son 427.000, frente a 399.000 hombres.

Segundo grupo. Afiliados a la Seguridad Social, con independencia del lugar de residencia. Barcelona es, en este capítulo y de forma histórica, excedentaria en puesto de trabajo. Oferta más empleos de los que puede cubrir su población activa. El tránsito de ese medio millón de vehículos que cada día entra en la ciudad es la forma más visible de evidenciar ese fenómeno. La cuestión es que también desde este enfoque, la balanza se inclina a favor de las mujeres.

En cierto modo, que desde hace más de un año la fuerza laboral de Barcelona sea femenina es lo lógico y natural. Lo anómalo, en realidad, era que no sucediera antes, como si eso solo fuera posible en tiempos de guerra, con ellos en el frente y ellas en las fábricas. Según Maria Jesús Calvo, responsable del departamento de estadística del Ayuntamiento de Barcelona, la corriente de fondo que reflejan esto datos es que tal vez se haya puesto fin parcialmente al hecho de que parte de la población femenina de la ciudad entraba y salía del mercado laboral en función de las circunstancias personales y sociales.

Es un avance. Sin embargo, cojo. El salario medio anual de los barceloneses afiliados a la Seguridad Social fue en 2021 de 30.595 euros, apenas 700 euros más que en 2016. El problema es, como es sabido, la brecha salarial, por una doble razón. La primera es la cuantía. Los hombres ganan más que las mujeres, 33.534 euros contra 27.661. No por sabido, no deja de ser grave. Pero la segunda razón es, tal vez, más reveladora aún. Esa brecha no es solo una herencia del pasado. Existe incluso para los recién incorporados al mercado laboral. Los hombres menores de 25 años, aunque con salarios que impiden la independencia económica plena en una ciudad cara como Barcelona (el bruto anula fue de 13.622 en 2021), ganan al año 1.500 euros más que ellas.

La brecha, con todo, es más significativa en otro capítulo estadístico. La población extranjera de Barcelona (un 30% de los residentes, 480.000 personas, han nacido en otro país) gana de media unos 10.000 euros menos al año que la española. Es una diferencia mayúscula. 32.531 euros fue el salario medio de los barceloneses con pasaporte español en 2021. 22.667 fue el de los extranjeros. Pero dentro de este segundo grupo también hay notables diferencias en función de la procedencia de cada cual.

Los extranjeros residentes en Barcelona procedentes de países de la Unión Europea se acercan mucho al sueldo medio de los españoles. Es un grupo, claro, muy heterogéneo, porque abarca desde empleados de empresas de la Europa más rica a rumanos y polacos, estos, probablemente en lo más bajo de la escala salarial.

A partir de ahí, los sueldos decaen. Cobran menos los europeos extracomunitarios , menos todavía los residentes originarios de América latina y, en última posición, la fuerza laboral del resto del mundo, que gana, de media, menos de la mitad que un español. Estas últimas cifras no deberían, en cualquier caso, invitar a sacar conclusiones precipitadas. Lo cómodo es asociar a la inmigración con un nivel de formación más bajo y, consecuentemente, una menor retribución económica. No es ese el retrato que ofrecen las estadísticas oficiales.

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