Iniciativa popular

Tast a la Rambla: algunas de las tapas que más triunfan

La feria gastronómica regresa con fuerza para dar a conocer la cocina de 38 restaurantes y para que el eje turístico reconecte con los barceloneses a golpe de sabores

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Patricia Castán

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Ver a los paseantes comer a dos carrillos, sin mascarilla, con alegría y con la suficiente curiosidad para recorrer los 38 puestos de degustación del Tast a la Rambla era este jueves inaugural la viva prueba de que Barcelona ha regresado al 2019 como si nada hubiera pasado. Barceloneses y turistas andaban husmeando, probando y disfrutando una feria gastronómica que organizan Amics de la Rambla y Grup Gsr cumpliendo la doble misión de mostrar lo que se cuece en algunos fogones locales, y propiciar una excusa para que bajen a la Rambla incluso los que odian la calle más concurrida de la ciudad. Hasta el día 6 tendrán la oportunidad descubrir tapas y vinos y cavas en el multitudinario encuentro.

Ambiente en el primer día del Tast a la Rambla.

Ambiente en el primer día del Tast a la Rambla. / RICARD CUGAT

El chef Chema Martínez (ex Inòpia) ejemplificaba lo que debería de ser (y no siempre es) el despliegue culinario. El 'crack' de la Bodega Amposta ilustraba sobre la receta y particularidades de su sublime bomba de meloso de ternera con jugo del asado, a pie de barra, ante todo aquel que sucumbía al platillo. "Es la misma receta que hacemos en la bodega, pero en lugar del picante ofrecemos el aceite aparte, con el caldo del asado y verduras con vino tinto, y una cocción a fuego lento", señalaba. Uno de los hermanos titulares del exitoso local de La Font de la Guatlla, Josep Barragán, añadía que han pasado dos semanas elaborando las 5.500 raciones que despacharán, recién fritas y con genuina ilusión, estos días.

Elegir las mejores tapas el día del debut precisaría de un estómago XXL o un jurado con horas de dedicación. Así que aquí damos cuenta de algunas de las más celebradas por los comensales, o más destacadas por su elaboración y/o sabor, con todas las limitaciones que implica servir a miles de comensales a diario.

La presidenta del Parlament, Laurà Borràs, probando unas tapas.

La presidenta del Parlament, Laurà Borràs, probando unas tapas. / RICARD CUGAT

Hay bocados siempre seguros como el canelón de asado con trufa de Gaig Barcelona, pequeño pero matón. Hay presencias meritorias como las de Amar, el nuevo templo gastronómico de altos vuelos (Hotel Palace) que atrapa su cocina de mar en una tapa de fideos melosos de sepia y costilla (Rafa Zafra y Gonzalo Hernández). O explosiones de sabor como el taco de carnitas, kimchi y mayonesa de sriracha de Anormal Plaza que el mismísimo Jon Giraldo presentaba con pasión.

De los bocados a los platillos

Jesús Saura era uno de tantos 'foodies' atraídos por la idea de probar hasta reventar. A razón de cinco euros la tapa. "Lo más difícil es elegir, porque hay muchos con pan, bao o tostadas que llenan pero te impiden degustar más", rumiaba. "Este está buenísimo", aludía a la poderosa coca de tomate, sardina ahumada y papada con alioli y piparras de Teòric Taverna Gastronómica (uno de los imprescindibles). También brilla el Pepito de Casa Guinart, donde el fricandó se desborda del panecillo, pletórico de salsa con horas de fuego, con el añadido de una digestiva guindilla. Sin perder parada en Cecconi's, que adapta sus míticos spaguetti cacio e pepe al formato rigatoni, con montaje (más de mil al día) in situ por sus artífices. O con el tartar de salmón rojo de Alaska de Jordi Esteve de Nectari.

Choux de té verde de la pastelería Takashi Ochiai.

Choux de té verde de la pastelería Takashi Ochiai. / RICARD CUGAT

El chef Carles Abellán, recién llegado del concierto de los Rolling Stones en Madrid, explicaba a este diario que ha optado, con humildad, por unas bravas con su salsa especial (Tapas 24) para asegurar una ejecución perfecta en un evento tan multitudinario, que llega en un momento en que el sector está tan huérfano de personal. Escoger postre puede ser aún más duro, ante tanta rivalidad chocolatera. Para romper, un final verde como el de Takashi Ochiai.

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