Movilidad

El puerto estrena el primer vehículo autónomo de Barcelona

Un pequeño bus eléctrico, que lleva a bordo un operador de seguridad, realizará un recorrido de 1,9 kilómetros por calles en las que compartirá espacio con coches, peatones y ciclistas

bus eléctrico puerto

bus eléctrico puerto / Marta Vidal /ACN

Carlos Márquez Daniel

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El 30 de mayo de 2022 es una fecha que irá cogiendo categoría histórica con el paso de los años. Será el primer día en el que un vehículo autónomo circule por la ciudad. Sucederá en el puerto de Barcelona y estará de pruebas durante cuatro semanas, con un recorrido de 1,9 kilómetros que incluye zonas de tráfico urbano. Este pequeño bus eléctrico transportará a personal portuario desde el muelle de Sant Bertran hasta el World Trade Center, tiene capacidad para ocho personas y una de ellas tendrá que ser un operador de seguridad que tomará los mandos cuando haya un imprevisto.

El desembarco de esta tecnología en la ciudad no es poca cosa. Y, seguramente, marcará un antes y un después, porque hasta la fecha se hablaba de vehículos automatizados, asistidos, no tanto de la posibilidad de que vayan solos. Aunque se trate de una infraestructura y unas calles de escaso tráfico, el bus del puerto demostrará hasta qué punto la movilidad autónoma es una posibilidad fiable. Y de futuro: según la consultora Price Waterhouse Coopers, en 2030 cerca del 40% del kilometraje en carretera se realizará en coches sin conductor.

autobús autónomo Estocolmo

El autobús autónomo de Järfälla, a 20 kilómetros de Estocolmo / Carlos Márquez Daniel

A ello hay que sumarle todo el esfuerzo que ya se está haciendo con la distribución urbana de mercancías. Sin ir más lejos, para junio está prevista una prueba piloto en Esplugues de Llobregat, donde un robot autónomo realizará entregas desde el mercado de Can Vidalet. La paquetería urbana representa cerca del 20% del tráfico, el 30% de la ocupación de las calles y el 40% de las emisiones contaminantes; así que el margen de maniobra y mejora es inmenso. Más aún si se tiene en cuenta que, según un estudio del RACC, la mitad de los transportistas van por la ciudad con la furgo medio vacía.

Ambición futura

Como sucede con el bus del puerto, también el reparto empieza con distancias cortas, en espacios más o menos controlables que, con el tiempo, permitan adquirir experiencias, las buenas y las malas, para expandir la idea a ámbitos más ambiciosos y populosos. El proyecto portuario fue presentado el martes por el presidente del Port de Barcelona, Damià Calvet, y la directora general de Transports i Mobilitat de la Generalitat, Mercè Rius. Les acompañaron los responsables de la empresa que ha hecho posible el ingenio, Pendel Mobility, que ha echado mano de un vehículo de fabricación francesa de la compañía EasyMile.

Robots para el reparto de la última milla

El robot que ha salido de la factoría UPC y el ’hub’ Carnet, el pasado lunes, en Esplugues de Llobregat / Carlos Márquez Daniel

Además de compartir espacio con coches y otros actores de la vía pública, el autobús tiene en sus casi dos kilómetros de recorrido dos rotondas y cuatro semáforos. Es decir, una pequeña cata de lo que cualquier vehículo autónomo se encontrará en la trama urbana cuando la ciudad esté preparada y la ordenanza de circulación haya puesto negro sobre blanco cuáles son los derechos, los deberes y, sobre todo, los límites de los autos que no tengan a nadie al volante. O que, directamente, no tengan volante, como es el caso. En el pequeño bus del puerto, el operador de seguridad dispone de un mando parecido a un 'joystick' con el que comandar la máquina solo cuando hay un imprevisto que el 'software' no sabe asimilar. Ejemplo: un coche parado en doble fila. Para sortearlo, la inteligencia artificial se sienta en el banquillo y el 'conductor' se hace cargo de la situación.

'Joystick' para controlar el bus autónomo en el caso de que sea necesario

'Joystick' para controlar el bus autónomo en el caso de que sea necesario / Carlos Márquez Daniel

El proyecto piloto del Port de Barcelona forma parte del plan de la Unión Europea Ride-to Autonomy (R2A), que tiene el objetivo de demostrar que es posible la integración de las lanzaderas autónomas en el sistema de transporte de las ciudades. Diez urbes tienen en marcha sendas pruebas para testar el funcionamiento del autobús autónomo en diferentes territorios y situaciones con el objetivo de proporcionar directrices para que otras metrópolis puedan aplicar esta tecnología. El proyecto analiza el funcionamiento del sistema, desde aspectos como la seguridad y el impacto ambiental, así como su integración multimodal en la red de transporte. También se estudia la respuesta individual y pública y el potencial socioeconómico de los servicios.

Cambios normativos

En Barkarby, distrito de la ciudad de Järfälla a escasos 20 kilómetros de Estocolmo, tienen los mismos autobuses desde hace cuatro años. Son tres los vehículos autónomos que en este caso circulan por las calles de este barrio, con sus decenas de sensores y mapas descargados. Lo hacen a demanda y los vecinos pueden solicitar el servicio, que es gratuito, a través de una aplicación móvil. En todo este tiempo de funcionamiento, los buses no han tenido ni un solo accidente de circulación. Al igual que en el puerto de Barcelona, en Suecia circulan con un operador a bordo.

La empresa privada que lo gestiona está a la espera de que el país actualice la normativa de manera que el vehículo puede circular sin vigilante. Y que, en el caso de requerir asistencia, las correcciones se hagan de manera remota. No han sufrido ni un siniestro pero sí muchos sustos: ante cualquier imprevisto, el bus frena en seco, sin matices, y más de un viajero se ha ido al suelo. Ahora imaginen todo lo que sucede en las calles de Barcelona. La locura para un ordenador. Mucho por hacer.