Polémica turística

Barcelona potencia ser puerto base y acoger cruceros de nueva generación

Seis de cada 10 operaciones empiezan o acaban en la ciudad, que este año contará con 12 barcos recién construidos

El crucero más grande del mundo inicia rutas cada domingo en Barcelona.

El crucero más grande del mundo inicia rutas cada domingo en Barcelona.

Patricia Castán

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La nueva cruzada de Colau contra el sector crucerístico ha sorprendido no solo al Port de Barcelona sino también a algunos operadores, en tanto que la infraestructura se ha volcado desde hace unos años --cuando el crecimiento llegó a ser de dos dígitos-- en la estabilización de las cifras, la desestacionalización de la actividad (atrayendo rutas de invierno), en acuerdos con administraciones, implantación de medidas que reduzcan el impacto medioambiental y encaje de tasas turísticas para los pasajeros.

Este año se esperan unas 800 escalas (entre barcos que inician ruta o que solo visitan el puerto por unas horas), en la línea de los años previos a la pandemia, siendo mayo (con 125) uno de los meses álgidos, como siempre. Se desconoce, sin embargo, cuál será el volumen de viajeros, dado que los barcos están navegando en muchos casos en torno al 75% de ocupación, a la espera de recuperar a una parte de los usuarios y una mayor movilidad internacional. Sin embargo, tras la desaparición de casi toda la actividad en 2020 y 2021, la presencia de megacruceros en el Port ha adquirido protagonismo, a un año de las elecciones y tras las limitaciones impulsadas por Palma de Mallorca.

El puerto ha subrayado este martes en su carta de respuesta a la alcaldesa que está cumpliendo con todos los acuerdos de 2018 para concentrar la actividad en el Moll Adossat y liberar otros muelles más próximos (y pequeños) al centro urbano. También tiene en marcha el plan de electrificación (presentado ya internacionalmente en la reciente feria sectorial de Miami) para que los buques se puedan conectar a la red eléctrica en lugar de mantener algún motor en marcha durante los atraques, aunque no será posible utilizar está opción hasta 2026.

Renovación de flotas y masificación

Mientras tanto, Barcelona prima la contratación de llegadas de buques de nueva generación, que son mucho menos contaminantes porque incorporan sistemas de filtrado de emisiones contaminantes (sobre todo óxidos de nitrógeno), así como políticas medioambientales mucho más activa. Este año el 53% de las escalas serán de barcos con menos de 10 años, lo que supone un efecto menos nocivo. Incluso habrá una docena buques recién estrenados (algunos de ellos con múltiples llegadas), con nuevos operadores como Virgin y Ritz-Carlton. En este apartado se incluyen los que utilizan gas natural licuado, un carburante más limpio.

Fuentes del sector también precisan que los más de tres millones de teóricos 'cruceristas' contabilizados en 2019 no equivalen a personas, ya que en muchos casos quienes embarcan y desembarcan son los mismos (hay más rutas que empiezan y acaban en la ciudad, que las que solo se inician o finalizan), aunque se contabilizan como movimientos diferentes. El Port calcula que el 60% de la operativa es como puerto base (en una de esas situaciones), que es cuando resulta rentable para la ciudad porque implica pernoctaciones, alto gasto y un turismo menos intensivo, esta política va en sintonía con el área municipal de Turismo, que gestionan los socialistas.

Sobre los pasajeros en escala (visitas de unas horas), resulta casi imposible cuantificar cuántos se despliegan por la Rambla o masifican el centro, que es uno de los pecados del sector. Hasta la pandemia, lo habitual era ver a decenas de autocares recoger a los cruceristas para visitas organizadas (desde el parque Güell a Montserrat o Sitges), sin olvidar que una parte se quedan a bordo tomando el sol. Se confunden, además, con los miles de viajeros que llegan con trenes de Rodalies desde toda la costa a pasar el día.