A un año de las urnas

Colau presenta candidatura cuando ve más débiles a sus rivales

Su entorno cree que ERC y el PSC lo tienen peor que hace cuatro años para plantar cara a Barcelona en Comú

El adiós de Artadi, que llevaba tres años asegurando que no renunciaría, alimentó la imagen de que la oposición pierda fuelle

Ada Colau entre sus opositores

Ada Colau entre sus opositores / EFE/Quique García

Toni Sust

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Algunas cosas solo se saben con el tiempo, y una de ellas es que antes de las elecciones municipales de 2019 miembros destacados del entorno de Ada Colau estaban convencidos de que las perderían, de que hasta allí llegaba el proyecto de la exportavoz de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), de que el independentismo se llevaría por delante a Barcelona en Comú. Ahora, lo ven mucho mejor.

No era un diagnóstico del todo erróneo, porque Colau no ganó, y lo hizo ERC por 5.000 votos. Pero salvó la situación con un desenlace inesperado, de la mano del PSC y del apoyo que prestó Manuel Valls para rentabilizar a la baja la inversión que sectores dominantes en la economía barcelonesa hicieron para tratar de desalojar a la alcaldesa. El exprimer ministro francés pudo decir a los que le financiaron que había hecho la mitad de su trabajo, frenar al independentismo.

Nuevas sensaciones

A diferencia de entonces, los que rodean a la alcaldesa creen que las municipales del 28 de mayo de 2023 se presentan como una cita mucho más propicia para ella. Y uno de los motivos de que eso sea así es que consideran que no tendrá delante rivales con mucho potencial. En algunos casos, ya no existen: la jefa de filas de Junts per Catalunya, Elsa Artadi, abandonó el ayuntamiento y la política, víctima de un agotamiento que explicitó emocionada: “No puedo más”. Su adiós ha alimentado la imagen de que los rivales de Colau no logran que sus tesis ganen peso.

Colau ve desdibujados al resto de candidatos potenciales, si bien algunos suponen una alternativa a tener en cuenta, como son el presidente del grupo de ERC, Ernest Maragall, y el del PSC, Jaume Collboni. Ambos, uno oficioso y el otro oficial, respectivamente, han sido sus socios durante este mandato, y ambos se ven con posibilidades de llevarse el gato al agua dentro de un año.

Maragall y los presupuestos

Los dos llevan un tiempo cogiendo distancia de Colau. Maragall, que ha respaldado de forma decisiva los asuntos más relevantes del mandato, empezando por los presupuestos, anunció en noviembre que ERC no apoyaría las cuentas de 2022. Y, efectivamente, los republicanos votaron en contra en el trámite inicial del proyecto.

Pero tan solo cinco días después, Maragall se vio obligado a comparecer para anunciar que rectificaba su posición y que facilitaría la aprobación de los presupuestos porque se veía obligado a hacerlo a causa del acuerdo entre ‘comuns’ y ERC en el Parlament para que prosperasen otras cuentas, las del Gobierno catalán.

No fueron buenos días para el republicano, que desde entonces ha intensificado su crítica. El ‘catalangate’ ha sido el último motivo de controversia: Maragall señaló a Colau tras conocerse que el espionaje planeó también sobre las negociaciones para la formación del gobierno municipal en 2019.

Los ‘comuns’ exigieron al republicano que rectificara. Más allá de estas polémicas, Maragall tiene delante dos cuestiones a tener en cuenta. Una, obvia, es la edad: tendrá 80 años cuando los barceloneses acudan a las urnas. Es algo que se le ha preguntado constantemente y ante lo que responde aludiendo a Joe Biden, 46 días mayor que él. Otro matiz, ya citado al principio: el apoyo al independentismo no parece mantener el vigor que tenía.

Collboni, pareja abierta

Collboni también ha cogido desde hace un tiempo distancia de Colau. Su relación en estos tres años ha sido correcta aunque de una frialdad evidente. Acordaron al principio del periodo blindar sus desavenencias para evitar los enfrentamientos del anterior. Eso ha permitido que la pareja no se rompiera, pero con el precio de dejar a la vista que es abierta. Cada uno ha tirado por su lado en cuestiones más que relevantes, como el discurso económico, y no solo en relación con la ampliación del aeropuerto, cuestión en la que tienen posiciones contrarias que han dejado claras en varias votaciones.

Collboni es ahora el candidato principal, a falta de conocer los nombres que acaban presentándose a las municipales, de los que consideran que la ciudad ha dado la espalda a la iniciativa económica. Dicho de otro modo, es el candidato de orden en cuestiones como el turismo, la apuesta empresarial. Incluso en relación con la política de movilidad el PSC dio un paso al costado, al matizar su apoyo a los ejes verdes que proyecta el consistorio.

A primera vista, Maragall está mucho más cerca de Colau en cuanto a proyectos, y un pacto de futuro entre Bcomú y ERC no resultaría nada extraño. Aunque quedaría por resolver quién ostenta la vara de mando, incluida aquella opción

Bou, Guilarte, Parera

Collboni y Maragall parecen confirmados como alcaldables, salvo sorpresas considerables. También algunos candidatos de fuerzas con menos peso. Eva Parera, por Valents, y Luz Guilarte, por Ciutadans, tienen encarada la opción de repetir. Josep Bou, del PP, lo tiene mucho más crudo. Con Pablo Casado, su gran avalador, fuera de carrera, lo tendrá mucho más crudo.

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