MEMORIA POPULAR

La Barceloneta celebra con orgullo a sus vivos y a sus muertos

Vicens Forner exhibe en el exterior del centro cívico 100 rostros de vecinos que "se han dejado la piel por el barrio"

Como dice Cesca Camps, una de sus protagonistas, "tras cada una de estas fotos hay un libro por escribir"

Helena López

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Ana Chaler, famosa en la Barceloneta por haber hecho de doble de la mismísima Ava Gardner, fuma con estilo un cigarro de liar en la rampa de acceso del centro cívico. Es mediodía de un jueves, este, día del taller de habaneras, uno de los muchos de la abarrotada agenda de las señoras del barrio. "No solo aparezco en 'La noche que no acaba', de Isaki Lacuesta, metiéndome desnuda en la playa de S'Agaró, también salgo en un anuncio de Estrella Damm", prosigue orgullosa esta vecina de la Barceloneta de 78 años espectacularmente llevados. Su rostro es uno de los 100 que conforman la exposición 'Retrats Barceloneta', del fotógrafo oficial y oficioso del barrio, Vicens Forner, cuya imagen aparece también en uno de los plafones colocados desde este jueves y hasta el 23 de junio en el muro exterior del centro cívico.

Chaler explica que no le costó nada meterse en el agua en pleno mes de febrero para el rodaje porque está acostumbrada a bañarse "en el club" en invierno y en verano. Fue retratada por Forner junto a su buena amiga Cesca Camps, quien se presenta así: "Cada una de las mujeres que estamos aquí somos un libro por escribir". Vaya si lo son. Y no solo eso, ambas, junto a su también amiga y vecina Carme Berga, han escrito y publicado un libro titulado 'Dones anònimes o dones amb nom? Històries de la Barceloneta'.

Barrio de poetas

No son las únicas que escriben. Por estas tierras no solo tienen mucho que contar, sino que tienen también muchas ganas de contarlo. Carme Benavent Mas, otro de los 100 rostros seleccionados por Forner de entre los 5.000 retratos de vecinos de la Barceloneta que atesora en su archivo personal, escribe y recita poesía, "una vez al mes en el Cafè de l'Òpera, en la Rambla", cuenta. Regentó durante años una carnicería en el mercado, aunque una de sus grandes pasiones es hacer de modista. A los 87 años, la mujer maneja su 'smartphone' con una agilidad que asusta, del que muestra ilusionada los disfraces que durante 15 años diseñó y elaboró para los carnavales del 'Casal de la gent gran'. "Eran la envidia del barrio", cuenta con una sonrisa pícara la mujer, quien dice que sabe que no vivirá mucho tiempo más, pero el tiempo que lo haga lo hará disfrutando.

Habaneras locales

Carme participa también en el taller de habaneras. "Le he dicho a la profesora que la semana que viene traerá habaneras de Antonia Vilàs, compositora del barrio que tiene muchas y muy bonitas. Cantamos siempre 'Mare, vull ser pescador' cuando tenemos una autora local fabulosa", reivindica la poetisa, modista y carnicera.

Como Ana y Cesca, Montserrat Font y Jordi Granada también aparecen juntos en una misma fotografía. "Los he puesto juntos porque nunca les he visto separados", bromea Forner, rodeado de algunos de los protagonistas de su exposición, un homenaje a los resistentes de la Barceloneta. "Me preguntan que por qué saco solo a los mayores, que dónde están los jóvenes, y les respondo que los jóvenes aún no tienen historia", explica el fotógrafo.

Me preguntan por qué saco solo a los mayores, y les respondo que los jóvenes aún no tienen historia

Tanto Montserrat como Jordi han nacidos en el barrio. Él, en la calle de Atlàntida; ella, "en el paseo Nacional", donde todavía viven. "Aún duermo en la misma habitación, no he evolucionado mucho", bromea la mujer, educadora social jubilada y miembro activo del tejido vecinal histórico del barrio. "Estoy en la parroquia de Sant Miquel del Port y llevo las cenas del proyecto Sostre, iniciativa que da refugio a personas sin hogar", señala Montserrat. "Mira, esta es Montse Cabayol -prosigue la mujer señalando otra de las imágenes de la muestra- la fundadora de Sostre".

El marido de Montserrat se encuentra esta mañana, cómo no, junto a su esposa. Como ella, él también está implicado en el tejido asociativo del barrio. "Estoy en el grupo de pintores. Llevamos desde 1984. Hemos organizado 95 exposiciones, incluso fuera del barrio", apunta.

Los ausentes, muy presentes

De entre los 100 retratos de la Barceloneta, uno de cada cuatro es de alguien que ya no está, pero cuyo recuerdo sigue muy vivo. "En la Barceloneta tenemos una enfermedad que es que tenemos más presente el pasado que el presente. Quizá no nos acordamos de qué hicimos ayer, pero te sabemos explicar con detalle cosas de cuando éramos niños. Tenemos súperpresentes a nuestros muertos y hablamos mucho de ellos", relata emocionado el fotógrafo. Y pone algunos ejemplos, parte de la muestra por supuesto. Una de las más conocidas es sor Genoveva, la fundadora de la Obra Social Santa Lluïsa de Marillac, una institución en el barrio, fallecida a los 91 años en julio de 2015, un día después que el poeta local Paco Jover, otro de los rostros de la muestra.

"Genoveva llegó a la Barceloneta hace 45 años, cuando yo era un chaval. Se puso al lado de donde yo trabajaba como herrero. Le dije si la podía ayudar en algo y no sé por qué me ofreció, no paró de pedirme cosas", bromea recordándola con cariño. A su lado, Carme, la carnicera, modista, poeta y rapsoda, recuerda a Paco Jover. "Como yo tenía ordenador en casa, me daba sus poemas escritos a mano para que yo los pasara a ordenador", dice con una sonrisa. También aparece en el mosaico Emilia Llorca, alma de la lucha para frenar la feroz especulación que empezaba a amenazar el barrio a principios de los 2000, fallecida hace 13 años, y Palmira Fresquet, la dueña del mítico La Cova Fumada, inventora de la bomba de la Barceloneta, cuyo retrato es uno de los predilectos del autor.

Todo sobre todos

No solo es La Cova Fumada. Los bares juegan un papel importante en la exposición, como en la vida comunitaria y social del barrio. Están también presentes Paco y Evaristo Gómez, del desaparecido e icónico Bar Emilio o Jaume Tomillero, del Bar Jaica.

"Aquí todos nos conocemos, es muy peligroso discutirse con alguien porque todo el mundo lo sabe todo de todo el mundo. En cualquier otro barrio seria muy difícil poner 100 fotos de vecinos y no solo que todos supieran el nombre de los otros, sino que tengan una anécdota que contar sobre cada uno de ellos", concluye Forner, quien asegura que el suyo es también el único barrio en el que un loco pasa desapercibido.

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