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Surfear por la ciencia

Surfing for Science es un proyecto de “ciencia ciudadana”. Cualquiera puede “muestrear microplásticos” al hacer paddle surf por Barcelona 

Han llegado a recoger 17.000 microplásticos en una hora en la playa de Sant Sebastià. “Uno de los valores más altos registrados en el mundo”

Ana Sánchez

Ana Sánchez

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Hoy se ven más gaviotas que en una pesadilla de Nemo. Paddlesurfistas de paseo matutino entre estelas de nadadores y bañistas con cara de sentir menos las piernas que Rambo. “¿¿Pero qué es eso??”. Los transeúntes marítimos señalan algo que se mueve por el mar persiguiendo una tabla de paddel. No, no tiene aleta, pero pondría las escamas de punta al tiburón de Spielberg. Es una red que captura al nuevo depredador de los mares. Ha llegado a atrapar aquí mismo, en la zona de baño de la playa de Sant Sebastià, 17.000 microplásticos en apenas una hora. 45 por metro cuadrado. “Uno de los valores más altos registrados en el mundo”, confirman los investigadores. 

“Mójate por los microplásticos”. Es el grito de guerra de Surfing for Science. Cumple el nombre al pie de la letra: ellos surfean por la ciencia. Cualquiera puede convertirse en investigador en menos de lo que Greta Thunberg tarda en decir “cambio climático”. Esto es “ciencia ciudadana”. Te calzas el neopreno, te dejan una tabla de paddle surf y te echas a la mar a muestrear microplásticos codo con codo con científicos. Es “ciencia real”, insiste Oriol. “Estos datos sirven para mucho”. 

Oriol Uviedo, 23 años, maneja la red con soltura de marinero. Lleva pescando microplásticos desde 2019. Es coordinador de Surfing for Science. Cinco minutos remando con él y te entran ganas de reciclar hasta a Belén Esteban. 

Primer estudio en zonas de baño

“Llegamos allí donde los grandes buques oceanográficos que hacen estudios no llegan”, detalla Oriol arrastrando la red tras su tabla. Este es el primer estudio que evalúa la contaminación por microplásticos en las zonas de baño. Microplásticos: partículas inferiores a 5 milímetros. “Tenemos mucha más contaminación de la que realmente pensamos que tenemos”, asegura. Ahí fuera hay más basura invisible que memes del nuevo libro de Toni Cantó. 

El proyecto nació como un Trabajo de Fin de Grado. Una estudiante diseñó una red para muestrear las zonas dentro de las boyas con tablas y embarcaciones sin motor. Paddle-trawl, la llaman. Ya tienen 12 repartidas por toda Catalunya y la han copiado en Noruega. Han muestreado desde Llançà hasta La Ametlla de Mar.

Es un proyecto del Grupo de Investigación Consolidado de Geociencias Marinas de la Universidad de Barcelona (UB) y de la delegación española de Surfrider Foundation Europe. Colaboran muchos, muchos estudiantes y en Barcelona tienen un grupo de Whatsapp con 68 voluntarios. “Pero han participado tranquilamente más de 150 en los muestreos”, apunta Oriol. Para unirse hay que ponerse en contacto vía web (www.asensiocom.com/surfingforscience) o Instagram (@surfingforsciencelab). 

Suelen salir a muestrear en grupos de 3, 4 paddlesurfistas. “Para no abusar de Anywhere Watersports Barcelona”. La escuela de surf del paseo de Joan de Borbó también colabora en el proyecto. Desde aquí salen a muestrear cada 15 días. Es el único punto que está siempre activo. Así han acumulado una base de datos plastificada de la playa de San Sebastián de 3 años. 

Naia Alberdi engancha la red a una de las tablas antes de salir a muestrear en la playa de Sant Sebastià.

Naia Alberdi engancha la red a una de las tablas antes de salir a muestrear en la playa de Sant Sebastià. / MANU MITRU

Hoy el mar está cristalino. Nadie diría que saldremos del paseo por el mar con 453 microplásticos encima. “Son tan pequeños que no piensas que el agua esté contaminada –dice Oriol-. Y luego: ‘Ah, he tragado un poco de agua’. Pues si te imaginaras lo que te llegas a tragar…”. “Luego hay microplásticos en sangre y la gente se sorprende”, asiente sobre otra tabla Naia.

Naia Alberdi, 22 años. Ella se unió al proyecto hace dos meses. Estudia Ciencias del Mar en la UB, aquí está haciendo prácticas de empresa. Es quien analizará las muestras en el laboratorio. “No todo es tan bonito como hoy”, sonríe bajo el sol. La última vez que entró en el mar con red “fue un espectáculo”, promete. Olas de metro y medio. “Que no tienes por qué entrar, pero dices: ‘Ya que estoy aquí…”. Es vasca. “Al salir nos revolcó la tabla, se nos rompió la red, el móvil volando…”. En invierno no hay tantos voluntarios.  

Te animan a arrastrar la red un rato. Descubrirás –ya tarde- que cuesta más que dar cera y pulir cera. Suelen muestrear una milla náutica por sesión. Una hora de remada. Hoy paramos al llegar a un kilómetro. No porque te vean con la lengua fuera, te prometen. Este ha sido el recorrido. ¿Que qué se han llegado a encontrar en el mar? “Preservativos, compresas, bolsas de patata, cajas de verdura, paraguas..”, va enumerando Oriol. “Cuando el Gloria, había un jabalí por ahí nadando”. 

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La muestra se lleva al laboratorio de la UB. Allí Naia cuenta los microplásticos con paciencia milimétrica -453-, los escanea, hace foto para determinar forma, color, tamaño, si son antiguos o no, y calcula los que hay por metro cuadrado: hoy apenas sale 1. Han llegado a encontrar en esta misma playa 45. La media en el Mediterráneo es de 0,25.

Microplásticos recogidos en la playa de Sant Sebastià el pasado día 1.

Microplásticos recogidos en la playa de Sant Sebastià el pasado 1 de mayo. / Surfing for Science

“¿Un plástico de 5 mm por metro cuadrado es mucho o poco?”, pregunta al aire Anna Sànchez-Vidal, investigadora del proyecto y profesora de la Facultad de Ciencias de la Tierra de la UB. “Una ballena –se responde- filtra 100.000 metros cúbicos por día. Serían 100.000 microplásticos por día”. 

El último estudio del proyecto -publicado este marzo en la revista 'Environmental Research Letters'- registraba concentraciones máximas de 6 microplásticos por metro cuadrado en Barcelona. En total, se recogieron 25.000 entre octubre de 2020 y junio de 2021. Tres meses después, registraban 17.000 en una sola sesión.  

“Las conclusiones son muy, muy variables –confirma Anna-. Son muchos los factores que juegan un valor importante”. A partir de julio ampliarán la zona de muestreo a la costa vasca: extenderán sus redes en 5 puntos de Catalunya y 5 del País Vasco. “Nos va a permitir comparar dos zonas que son diferentes –adelanta la investigadora-. Y no tenemos ni idea de qué vamos a encontrar”.  

Sopas de plástico

¿Lo que más les ha sorprendido? “La gran cantidad que hay”, responde Anna. “Las concentraciones de plástico que encontramos en Barcelona son similares o superiores a las grandes acumulaciones de los giros subtropicales”, asegura. Se refiere a las “mal llamadas islas de basura”. En realidad, “son sopas de plástico –apunta-. Es decir, agua con muchas partículas flotando. Pero tú desde un avión no las verás. Y es lo mismo que estamos encontrando en Barcelona”. Su consejo personal: “Yo no me bañaría nunca cerca de los espigones”. 

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