Patrimonio

La Casa Tosquella abre, por fin, sus puertas

La torre modernista del Putxet, en manos municipales desde 2021, llevaba años abandonada y se desconocía el estado de su interior, la visita permite constatar que mantiene los elementos originales pero es necesaria una profunda restauración

La Casa Tosquella abre sus puertas por primera vez

Natàlia Farré

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En el pequeño triangulo que dibujan la ronda de General Mitre y las calles de Vallirana y Ballester lleva en pie desde 1889 una extraña torre modernista, con mucho de aspecto arabizante, que en las últimas décadas se ha ido sumiendo en el abandono y en la más absoluta de las decadencias. Es la Casa Tosquella, cuya última inquilina, Maria Dolors Castells, consiguió blindar de la piqueta –el solar es un caramelo para los constructores- convenciendo, en 1974, a la Diputación de Barcelona de la necesidad de protegerla incluyéndola en el catálogo de patrimonio. El edificio se preservó pero ello no ha impedido la degradación que ha sufrido en los últimos años. Castells falleció en 2017 y desde entonces la casa ha permanecido cerrada y la expectación sobre el estado de su interior ha ido creciendo al mismo tiempo que las paredes se iban desconchando. 

Aspecto original

El ayuntamiento adquirió la torre en noviembre de 2021 para destinarla a equipamientos para el barrio, el Putxet, y este miércoles ha franqueado la entrada a la casa de la mano de 28H Open House, la entidad que gestiona visitas a espacios curiosos y desconocidos de la ciudad, y que para la próxima cita a la Casa Tosquella, el domingo, tiene todas las entradas colocadas, como se han agotado todas las opciones de paseo a destinos normalmente cerrados al público que ha programado en el marco del festival de arquitectura Model. El caso es que la puerta de la Casa Tosquella se ha abierto y el resultado no ha decepcionado, o sí. Veamos, el edificio mantiene las molduras, suelos de cerámica, paredes, pinturas, vidrieras, forjas y cerramientos originales, pero apenas se ven. Los años y la suciedad han dejado mella. Y la restauración se antoja necesaria y profunda. 

Verde y blanca

Ahora lo que toca es un estudio detallado para ver cómo era originariamente la torre y así poderle devolver la apariencia que tenía en el momento de máximo esplendor. De todos los detalles, pocos son tan claros como el aspecto primigenio de la fachada, en su momento verde y blanca, y de los vitrales de la galería que da a la ronda del General Mitre, que siguen la misma gama de colores, aunque desde la calle los años de contaminación acumulados los hacen imperceptibles. Estas vidrieras junto con las de la puerta de entrada y las que dan acceso a la sala principal son los elementos de los que se valió Eduard Maria Balsells, su arquitecto, para dar luz a la construcción y conectarla con el jardín, ahora tan abandonado como el edificio.

Arcos de herradura

A decir, que pese a que la Casa Tosquella recibe el calificativo de modernista, se levantó hacia finales del periodo y Balsells pasa por ser más 'noucentista' que seguidor de Gaudí, Puig i Cadafalch o Domènech i Montaner. Así el exterior destaca por un estilo arabizante con arcos de herradura y motivos neomudéjares, y en el interior reina un modernismo más floral, clásico y tradicional. El que le dio Balsells, cuando Antoni Tosquella le pidió, en 1907, que reformara la pequeña casa de veraneo que en 1889 el maestro de obras Joan Caballé le había levantado en Sant Gervasi. 

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