Denuncia en Sant Martí

Vecinos de Poblenou se empastillan con somníferos para soportar los botellones

SOS Triángulo Golfo organiza una fiesta diurna para protestar contra el ocio nocturno callejero y prepara una denuncia contra el ayuntamiento

Sus miembros sostienen que tras la pandemia las molestias crecieron en las calles del entorno de Pere IV y que se dan de miércoles a domingo

Los vecinos de la calle Pere IV y alrededores junto con la plataforma SOS Triángulo Golfo de fiesta en su calle para denunciar los abusos y el incumplimiento de la normativa municipal de madrugada durante toda la semana. Fotografía de Jordi Cotrina

Los vecinos de la calle Pere IV y alrededores junto con la plataforma SOS Triángulo Golfo de fiesta en su calle para denunciar los abusos y el incumplimiento de la normativa municipal de madrugada durante toda la semana. Fotografía de Jordi Cotrina / Jordi Cotrina

Toni Sust

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Decenas de personas se mueven al son de la música este sábado a mediodía. Están en el tramo de Pere IV situado entre las calles de Pamplona y Àlaba. Hay mesas con comida, con libros, con prendas de ropa y otros productos. Una paella se cocina para ser devorada por los asistentes.

Suena YMCA, de Village People, y por lo menos seis de los presentes, en distintos puntos de la fiesta callejera, juegan a reproducir con las manos las siglas, como los miembros del grupo cuando la cantaban. Por megafonía la voz de una mujer advierte: “El motivo de esta fiesta es reivindicar que estas calles son nuestras y no del botellón. ¡Haremos lo que sea para defenderlas! ¡Pondremos demandas!”.

Botellón y vandalismo en la calle Pere IV de Barcelona

El punto de inflexión

A los que están aquí no les molesta la música ni la juerga. Les molesta no poder dormir por las noches por la gran concentración de gente en la zona. Botellones, aglomeraciones. Un fenómeno, explican, que no es nuevo: décadas atrás ya había jóvenes en las calles. Pero aprecian un punto de inflexión significativo con la pandemia. Lo que antes sucedía los fines de semana, ahora pasa de miércoles a domingo. Los viernes a partir de las cuatro de la tarde, también.

Concentraciones de gente que grita y hace ruido, y que han llevado a que los vecinos de Pere IV, de Pamplona y de calles cercanas no puedan conciliar el sueño. Que el asunto es más grave que antes parece claro: los vecinos se han organizado y celebran asambleas semanales desde hace tres meses. Forman un colectivo que primero se denominó SOS Pere IV y ahora se conoce como SOS Triángulo Golfo.

Vecinos de la zona afectada por el ocio nocturno en la calle junto a la paella cocinada en la fiesta que organizó SOS Triángulo Golfo, este sábado.

Vecinos de la zona afectada por el ocio nocturno en la calle junto a la paella cocinada en la fiesta que organizó SOS Triángulo Golfo, este sábado. / Jordi Cotrina

Los bares de Marina

Es el espacio que está entre Marina, Badajoz, Llull y Sancho de Ávila. No sé si exactamente la forma es la del triángulo”, afirma con una sonrisa Jerónimo Bella Lorenzo, educador social de 55 años, vecino de Pere IV desde hace décadas y miembro de SOS Triángulo Golfo, que explica cómo está la situación: “Históricamente, la zona se conoce como el Triángulo golfo o los bares de Marina. Pero ahora la presencia de los bares es residual en comparación con antes. Son cinco o seis. Hay muchas más molestias porque han cambiado las dinámicas. Después de la pandemia ha habido la gran eclosión, de miércoles a sábado. Antes el ocio era de fin de semana y la molestia era tolerable porque el ocio era interior”.

El colectivo, como se ve, no considera que los locales de ocio sean responsables de lo que sucede. “Empezamos a organizarnos después del verano pasado. De repente, a partir de las 23.00 o medianoche, en Pere IV con Pamplona ya no pueden pasar los coches de la gente que hay. Nunca lo habíamos visto antes”. Con el ocio cerrado, la calle estaba llena de gente. “Traían sus propios bafles”. Con el ocio reabierto, la calle ha seguido llena de gente. Cuando llegó el frío, la gente siguió allí, y no se ha ido: “Ojalá hubiera tanta gente en las manifestaciones”, dice Bella.

“Llega un momento en que nos cansamos de llamar a la Guardia Urbana, cerramos, nos metemos en las habitaciones interiores y nos empastillamos. Muchos lo hacen. Una compañera nos recomienda los somníferos”, cuenta. El colectivo tiene una serie de objetivos, y entre ellos está el de presentar una denuncia contra el ayuntamiento. Sus reclamaciones se sintetizan “Cuando empezamos éramos 10, compartíamos un grupo de WhatsApp que servía para desahogarnos. Nos enviábamos vídeos. Cuando empezamos a hacer las asambleas éramos tres personas, después 10”. Ahora unos 60 vecinos integran el colectivo.

Beber en la calle

“El objetivo general es erradicar el botellón, pero nosotros no estamos contra el ocio nocturno. Una ciudad sana necesita ocio. La diversión es necesaria. Los vecinos estamos en contra del incumplimiento de la normativa, del uso de la calle. El precio que se paga por ese ocio es la salud mental de los vecinos. Nosotros pedimos a David Escudé (concejal de Sant Martí) y Albert Batlle (teniente de alcalde Seguridad) que se aplique la normativa, que dice que no se puede beber alcohol en la calle. Dice que no se puede mear, defecar, vomitar o mantener relaciones sexuales en la calle. Pasa constantemente”.

Cuenta el miembro de SOS Triángulo Golfo que tras celebrarse un encuentro con Escudé, Batlle y representantes de los cuerpos policiales y del ocio nocturno, debía repetirse la reunión antes de Semana Santa, pero las autoridades no la convocaron. Ahora, los vecinos recogen firmas y tienen intención de presentar una denuncia por incumplimiento del artículo 43 de la Constitución, que proclama el derecho a la salud, contra las autoridades. Es decir, contra Escudé y Batlle. Bella advierte de que los vecinos no pueden más. Teme que alguien explote y tire una maceta por la ventana. Ya se han lanzado botellas, mandarinas. Lo más frecuente por ahora es que algún vecino arroje agua a los vociferantes.

Despedidas de soltero

Mientras los vecinos ultiman la paella, un grupo de británicas que ha venido a Barcelona a despedir la soltería de una de ellas, como tantos grupos de turistas hacen cada semana, se acerca a la fiesta a curiosear. Una mujer les explica de qué va el asunto. “A ver que hacen esta noche”, dice un hombre que contempla la escena.

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