Novedad en Barcelona

La cadena The Hoxton aterriza en Poblenou con un hotel revolucionario

El singular edificio de 2005 de la Diagonal se ha reformado integralmente como un espacio muy abierto, integrado en el barrio y con características de servicio únicas en la ciudad

Una de las vistas de la azotea de The Hoxton, junto a Glòries.

Una de las vistas de la azotea de The Hoxton, junto a Glòries. / ZOWY VOETEN

Patricia Castán

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Con cuentagotas, Barcelona sigue sumando estrenos hoteleros en zonas periféricas donde no se han prohibido las nuevas licencias, o bien relevando a alojamientos ya existentes. Pero en uno y otro caso las apuestas tienden a la diferenciación, a marcar personalidad y tratar de captar no solo a viajeros sino a público local para el resto de sus servicios. Y en esta última tendencia The Hoxton está llamado a ser la apertura del año no solo por la reforma integral interior que han hecho del edificio de Diagonal 205 –obra del arquitecto Juli Capella inaugurada en 2005 cuyo exterior recuerda las teclas de un piano, pegado a la torre Agbar--, sino por la filosofía de la pujante cadena londinense, de integración total en los barrios. Poblenou en este caso.

Bar por el que se accede al nuevo The Hoxton, en Diagonal, 205.

Bar por el que se accede al nuevo The Hoxton, en Diagonal, 205. / ZOWY VOETEN

El que fuera inicialmente un hotel del grupo Silken inicia una nueva etapa este lunes convertido en el séptimo establecimiento de The Hoxton en Europa (tres en Londres), y con otros cuatro en EEUU. Con el de Barcelona, en propiedad y gestión, ponen su primer pie en España y ya dejan claro sus señas de identidad en cuanto se cruza la puerta principal.

Así, uno no topa con una recepción sino con un gran bar (de día cafetería con productor próximo, de tarde-noche de copas) y un despliegue de sillones y rincones donde uno puede instalarse sin estar alojado e incluso usar su wifi (sin clave ni identificación) gratuita y libremente. “Es el espacio más vibrante, tenemos cultura de ‘lobby’”, donde siempre pasan cosas, señala Laia Badia, directora comercial, quien detalla que tienen un aluvión de reservas gracias a la fidelidad que profesan los clientes de esta marca tan poco convencional.

El público local que pruebe los servicios de zonas comunes se sorprenderá porque la cadena rompe moldes con precios populares y no los habituales de hotel: en su restaurante italoamericano (pizzas al corte estilo Detroit y mediterránea) se come por poco dinero, en su terraza de lo más alto todos los cócteles cuestan menos de 10 euros, y el Four Corners cuenta con una tiendecita de producto local (comida y vinos orgánicos) y parcialmente italiano con coste de supermercado. Su terraza exterior a la calle está llamada a ser lugar de vermuteo los fines de semana, como pequeño oasis de la mutante plaza de les Glòries, que en breve marcará una nueva centralidad en Barcelona.

Una de las habitaciones del nuevo establecimiento inspirado en el Poblenou.

Una de las habitaciones del nuevo establecimiento inspirado en el Poblenou. / ZOWY VOETEN

Tienda 'made in Barcelona'

En cambio, la recepción es reducida y queda a un lado, enfrente de la cual despliegan su tiendecita The Best in Barcelona. Para cada destino eligen artículos únicos y de producción de proximidad, de modo que cualquier huésped encuentre piezas ‘made in’ el Poblenou o en Barcelona. Se ofrecen a precios reales que fija el creador (una marca de ropa con taller en el barrio que también ha hecho sus uniformes, gafas de sol barcelonesas, cosmética orgánica…) para que sea fácil hacer una compra genuina, detalla Àlex Trilla, Brand Manager.

Más espacios para posible uso ciudadano en este 4 estrellas (reformado de arriba abajo durante un año y medio) que huye de las etiquetas formales y los corsés: El apartamento, un espacio aparte en la planta baja que cuenta con varias salas que pueden abrirse entre sí y una isla --“en casa siempre acabas reunida alrededor de la cocina”, dice Badia-- como punto focal. Allí tanto se monta una celebración privada de cumpleaños con todos los servicios incluidos como una reunión corporativa de trabajo, con zona audiovisual y entrada independiente también. Para eventos mayores y más formales, el subsuelo suma más de 430 metros cuadrados que repiten el interiorismo cálido (de un equipo propio) de todo el edificio, aquí con ilustraciones de la artista Sandra Modrego.

A nueve plantas de altura se ubica el otro as que sin duda ganará incondicionales en el barrio, la terraza panorámica. Sin exagerar se puede afirmar que tiene las mejores vistas para contemplar la Sagrada Família en un encuadre que encaja también el contraste arquitectónico de la Torre Agbar. Será una azotea de sabores mexicanos, Tope, donde pretenden desplegar los mejores margaritas. Al otro lado, aparece todo el ‘skyline’ marinero.

Terraza con piscina, en la planta 9.

Terraza con piscina, en la planta 9. / ZOWY VOETEN

A lo largo del vestíbulo y pasillas, también arte a destajo para conectar con galerías y artistas de la zona que puedan mostrar su obra, entre muchos más ejemplos.

Y lo que solo verán los huéspedes serán las 240 habitaciones, de tres tipos, y grandes vistas desde las teclas de ese perfil exterior de piano. En las Homey incluso hay una minicocina “para que uno pueda ir al mercado y sentirse en casa”. Pero todas comparten un look muy mediterráneo, con suelos de terracota y tapices sobre las camas inspirados en la arquitectura fabril del Poblenou y hechos en el barrio. Los básicos de minibar son gratis, y el resto de caprichos se venden “a precio de súper” en la recepción, toda una novedad, tan sorprendente como su política Flexy Time que permite horarios abiertos de ‘checkin’ y salida sin suplementos (si se reserva en su web). O viajar con perros. Y otra rareza: desayunos donde solo se paga lo que se consume o te los preparan para llevar.

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